Por Fernanda Arena
Ficción o realidad. A veces el trabajo de un artista es interpretar un suceso histórico y encarnar a personajes relevantes para el devenir de un país. Ricardo Darín es el actor argentino más reconocido a nivel global y uno de los más queridos por el público. Julio César Strassera es un héroe de la democracia, autor del alegato que se convirtió en lema: “Nunca más”.
En “Argentina, 1985”, los destinos del actor y del fiscal se entrecruzan para darle vida a una de las películas más emocionantes y necesarias de los últimos tiempos. El quinto largometraje de Santiago Mitre llegó a las salas de cine argentinas el 29 de septiembre para desembarcar unas semanas después en la plataforma Prime Video. Se trata de un thriller político basado en el Juicio a las Juntas militares, un film que promete premios y reconocimientos, que recrea uno de los momentos claves de la democracia reciente y que permite pensar la sociedad argentina del presente.
NW: ¿En qué momento se dio cuenta de que tenía una joya entre sus manos?
-Lo empezás a palpitar con el correr del tiempo, en el día a día y cuando ves el trabajo afianzado. Este es un caso en el que la realización potenció muchos de los valores que la película tenía. Hay un gran mérito en el guión, porque es una historia que al principio te permite capturar lo que va sucediendo pero a la vez te deja respirar y hasta tiene momentos relajados. Creo que esa modulación que permite el guión es un punto alto.
En 1985 tenía 28 años, ¿Cómo vivió el Juicio a las Juntas? ¿De qué manera lo interpelaba el proceso en ese momento?
– Recuerdo la sensación térmica del momento del juicio. Tengo muy claro lo que fue ocurriendo. Al principio estábamos muy shockeados y con temores, porque la recuperación de la democracia era muy reciente. Recuerdo con claridad que con el correr de los primeros meses, cuando se confirmó que el Juicio ya era un hecho, el entusiasmo empezó a crecer. No había pasado nunca que un tribunal civil lleve a juicio a dictadores. Fue histórico.
Su trabajo al encarnar a Julio César Strassera es impecable, al igual que el de Peter Lanzani, quien interpreta al también fiscal Luis Moreno Ocampo. La calidad interpretativa de la película es un punto altísimo. Y, al respecto, una anécdota que Darín reveló en una entrevista para el ciclo de podcast “Caja Negra”. “Trabajamos mucho en Tribunales, fue una locación muy usada por obvias razones. Una mañana estaba haciendo tiempo entre toma y toma y se acercó un hombre mayor. Se presentó como amigo de toda la vida de Strassera y me dijo: ‘No te parecés en nada a Julio, pero a la vez sos igual’”. Y –consciente o no- le arrojó tal vez el mejor reconocimiento que un actor puede recibir. Ese que muestra a Ricardo Darín en todo su esplendor profesional: ciento por ciento actor.
En el festival de Venecia, el film recibió una ovación de diez minutos. Un aplauso cerrado que conmocionó a sus protagonistas y realizadores. “Nunca viví algo tan emocionante en mi carrera. Fue más fuerte que los Oscar”, admite Darín, que sabe de lo que habla, ya que en su currículum ostenta un premio de la Academia hollywoodense por “El secreto de sus ojos”.
Allí, en Venecia, se enteró del intento de magnicidio contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Y reflexiona ante Newsweek: “Fue una locura. Verlo desde afuera fue muy fuerte. Estábamos pendientes de las noticias, de la información que se suministraba. Es un delirio que no sé de dónde viene ni adónde va. Tuvimos la suerte de que no se concretara, porque si se hubiera concretado no estaríamos hablando ahora, estaríamos mucho más crispados y convulsionados. Es una suerte que no se haya concretado”.
NW: -¿A qué le diría “Nunca Más”?
-Eso tiene que ver en qué punto está parado cada uno respecto de la vida. Deberíamos decirle “Nunca Más” a cosas se toman con naturalidad y que las sentimos como aceptables: ver tanta gente durmiendo en la calle. Familias enteras o chicos con mocos hasta las rodillas y creemos que con unas monedas solucionamos el tema hasta el semáforo siguiente.
¿Y a los discursos de odio?
-Por supuesto. Las violencias y el odio nunca han conducido a ningún camino positivo para ninguna comunidad ni para nadie. Tenemos una lista larga lamentablemente de cosas que tenemos que reencausar. Uno tiene la esperanza de que básicamente la gente joven mire para adelante y vea que la Justicia funcione como se debe, que la verdad sea lo que impere, que haya solidaridad, que puede haber diferencia de mirada o de criterios ideológicos pero que apunten a un mismo lugar y que eso no nos transforme en enemigos. A lo mejor estoy pidiendo demasiado, pero toda la esperanza está cifrada en la gente joven.
¿Siente que la grieta también está en la Justicia?
-Los enfrentamientos y las posiciones tan cristalizadas forman parte de la sociedad y vienen desde hace mucho tiempo. Es una deuda que tenemos nosotros mismos, pero no es patrimonio de la Argentina. Sucede en todo el mundo. En algunos lados se resuelve con un poco más de hidalguía y en otros no tanto.
¿Podemos pensar que el Juicio a las Juntas ayudó a que la Justicia hoy sea más creíble?
-En algunos casos sí y en otros no. Voy a creer mucho más en la Justicia cuando todos los que cometen errores, crímenes y delitos paguen por lo que hicieron. Y no siempre ocurre eso.
¿Vislumbra un Oscar para la película?
-No, no vislumbro nada porque no está en mí. Hay que tomar las cosas con calma. Mucha agua debe pasar por debajo del puente. Ojalá que todo lo que sea beneficioso para la película pueda venir. De todos modos yo ya gané.