Por Rolando Klempert
Aunque su nombre no sea de los más conocidos en el mundo del espectáculo de los EEUU y el mundo, Sam Rees-Jones es el genio detrás de algunos de los realities preferidos de los argentinos. Entre muchos otros, fue creador de “The Voice” (que aquí conocimos como “La Voz”) y “The X Factor”, el programa liderado por el hiperexigente jurado Simon Cowall, cuya versión española (“Factor X”) tuvo a Lali Espósito como protagonista.
Hoy, Rees-Jones está enfocado en un nuevo formato que lo enamoró a primera vista. Es el productor ejecutivo de “The Traitors”, el formato que se convirtió en un éxito en EEUU y en el mundo a través de Universal+. Alguien le hizo llegar unos videos de un extraño programa holandés llamado “De Verraders” (con subtítulos, por supuesto), y su desarrollado instinto para estas cuestiones le indicó que debía adaptarlo para el mercado estadounidense. Y no se equivocó.
“The Traitors” acaba de ganar dos premios Emmy: uno como Mejor Reality de Competencia y otro para el Mejor Anfitrión, estatuilla que se llevó a su casa el reconocido actor Alan Cumming. Para quién nunca lo vio, el entorno del show lo es todo. El concurso sucede en un castillo de las tierras altas de Escocia, y Comming interpreta a la perfección el papel de un misterioso y algo tenebroso anfitrión (“me siento como un villano de James Bond”, confesó el actor) que vuelve creíbles los “asesinatos” de cada noche.
¿”Asesinatos”? Los 22 jugadores de la segunda temporada (que se acaba de estrenar) compiten a través de juegos por un botín de dinero que van ganando a través de juegos de destreza e inteligencia. Estos 22 “fieles”, como se los llama, votan al término de cada jornada para ver quién es “desterrado” del castillo (y del juego). Pero lo que no saben es que entre ellos hay “traidores”, jugadores seleccionados por el anfitrión (y la producción) para sabotear a los fieles y “asesinarlos” mediante votación secreta cada noche. A la mañana, un fiel ya no aparece para desayunar, y nadie sabe quién es el próximo.
Pero el televidente sí lo sabe, y Rees-Jones afirma que eso es parte del secreto del éxito de este y otros realities: la identificación con los buenos y los malos, además de la incertidumbre de nunca saber quién va a ser el próximo eliminado. Pasa con “The Traitors”, pasa con “The Voice” o incluso con “Gran Hermano”. ¿El siguiente será nuestro favorito?
El cerebro detrás de algunos de los reality shows más famosos conversó con Newsweek Argentina sobre esta segunda temporada del programa y también sobre qué hace que un formato funcione en la actual televisión mundial.
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“The Traitors” combina muchas fórmulas conocidas de la TV como el formato reality, juegos de supervivencia, la convivencia de personas completamente diferentes, crímenes a resolver… ¿Cómo fue el desafío de poner todas esas piezas en un solo reality?
– Es un desafío, pero el corazón del reality es que es un formato simple, porque tienes dos lados que puedes elegir, los que son traidores y los que son fieles, y ambos tienen un objetivo muy simple. Aunque hay muchos elementos, también hay un claro camino que sigues: o eres un traidor y tratas de que no te descubran; o eres leal y tratas de eliminar a los traidores. Para los productores, desde el punto de vista de la narrativa, suceden muchas cosas y hay muchos giros inesperados y vueltas de tuerca. Pero el corazón del reality es su formato muy claro y poderoso, y eso es lo que amamos del mismo. Su ADN es muy fuerte. Es cierto, hay varios elementos, pero siempre nos ceñimos a un formato muy fuerte.
Alan Cumming es un actor prestigioso, de gran trayectoria, pero sorprendió como host del programa. Parece perfecto para ese papel. ¿Cómo fue el proceso de selección y que considera que le aporta a “The Traitors”?
– Alan Cumming aporta una mirada fresca como anfitrión. Es un gran actor y aborda su conducción como una performance: toma el rol de este dueño del castillo, y eso sumerge a los espectadores en este mundo de traiciones y engaños. Es muy preciso en lo que hace, interroga cada frase que dice con el guion en mano, y cada aporte tiene una gran precisión. No trabajé nunca con un host como él, porque lo que hace es un híbrido de actuación y conducción, y eso le aporta mucha frescura al reality. Además, con sus looks está pensando en los guiños que está dando. Está muy involucrado con todo, es un apasionado del reality, y eso se traduce en pantalla.
Vivimos en un mundo en el que la realidad muchas veces supera a la ficción. Y algunas conductas negativas que se expresan en los realities de competencia, como la ambición y la traición, se han vuelto más evidentes en nuestra vida cotidiana en estos tiempos de redes sociales. ¿Cómo interpreta esta interacción entre la tele y la vida real?
– Creo que tienes razón. “The Traitors” es un juego de competencia, un reality, pero también ofrece una mirada a la psiquis de los individuos, y creo que eso es muy interesante. Como audiencia, lo puedes ver y pensar si puedes descubrir a un mentiroso, si puedes darte cuenta de si alguien te está traicionando. El reality te permite conectarte con una hiperrealidad. Como espectador tienes un panorama amplio de cómo la gente se comporta en el juego y eso genera una sensación de entusiasmo. El espectador puede pensar que tiene la habilidad de detectar a un mentiroso fácilmente porque les recuerda a alguien, eso es fascinante. Como espectador también sabes quiénes son los traidores; estás en ese viaje, estás siempre un paso adelante, y eso es fascinante de ver.
Más allá de la temática de cada reality, al final del día alguien es eliminado. ¿Consideras que esa es una condición necesaria para que un producto de esta clase funcione?
– No creo que sea una condición necesaria. Lo que nos aterroriza como productores es no tener control sobre quién se va a ir del programa, sobre quién va a ser asesinado. Pero eso es lo que hace que el reality sea tan entretenido de ver. Armamos un cast brillante de participantes que entusiasman mucho a la gente, pero cualquiera se puede ir en el primer episodio. No tenemos control sobre eso, y eso lo hace auténtico al programa. Tener una eliminación y no poder controlarla es atractivo.
Usted formó parte de “The X Factor” y “The Voice”, que fueron realities muy exitosos en el mundo y particularmente en Argentina. ¿A qué le atribuye su popularidad?
– Todo se reduce a los formatos. En el caso de “The Traitors”, el formato fue concebido en los Países Bajos. Me enviaron los episodios con los subtítulos e inmediatamente quise adaptarlo a Estados Unidos, porque el formato era muy fuerte. Y lo mismo puede aplicarse a los otros programas. Si el formato es bueno, vas por un gran camino. En los tres casos los formatos son brillantes.