“No podés enfermarte para entrar en un vestido”, se escucha decir a Valeria Mazza en el adelanto de “Un sueño Dorado”, la serie documental sobre su vida que ya se estrenó en la plataforma Paramount Plus y que repasa su vida profesional pero también revela su costado más íntimo.
Esa fue la excusa para que recibiera a Newsweek Argentina en el living estilo francés de un lujoso hotel de Buenos Aires, sonriente y orgullosa del resultado obtenido. No es casual que la número uno de la moda argentina haya llegado a sus cincuenta años serena, afianzada, agradecida y con ganas de mostrar al mundo su largo camino recorrido.
Armar su CV resulta muy difícil, pero si esto fuera un show de televisión y hubiera que presentarla en pocas palabras, diríamos sí o sí que llevó a la moda argentina a la cima del mundo. Formó parte del selecto grupo de las supermodelos de los ’90 junto a Claudia Schiffer, Cindy Crawford, Naomi Campbell, Linda Evangelista y Kate Moss. Diseñadores como Gianni Versace, Giorgio Armani, Carolina Herrera, Dolce & Gabbana y Salvatore Ferragamo la escogieron para trabajar con ellos. Fue portada de las revistas más importantes del mundo de la moda: Vogue, Elle, Marie Claire, Harper’s Bazaar y Cosmopolitan, entre otras tantas. También fue la cara de Guess, Victoria’s Secret, Fendi, Escada y Tommy Hilfiger.
Lo más disruptivo fue bajarse de las pasarelas y quitarse la mochila de “cara bonita parecida a la alemana Schiffer” y animarse a conducir el célebre Festival de San Remo junto a Pippo Baudo. Así fue como desembarcó en el mundo de la conducción y desató el “Huracán Mazza” en suelo italiano.
N: -¿En qué momento personal y profesional la encuentra “Un sueño dorado”?
-Me encuentra en un momento fantástico de mi vida. Lo empecé acercándome a los cincuenta. Me pareció un número interesante y comencé a hacer balances. Yo soy muy de planificar el futuro y me dije a mi misma: ‘Me gustaría que lo próximo me encuentre más cerca de la tele, tal vez en una plataforma’. Así es como charlé con Alejandro (Gravier, su marido) y llegamos a la conclusión de que este primer acercamiento tenía que ser un documental. Contar la historia de cómo llegué hasta acá y a partir de eso sí arrancar algo diferente, algo nuevo.
Para los televidentes es muy especial repasar su carrera. De alguna manera, todos los que vivimos esa época nos sentimos parte de su vida. Los ’90, la época de oro de la moda y el furor de las “supermodel”.
-Los ’90 fue una época donde la moda estaba de moda. Sin dudas fue la época de oro de la moda, y yo tuve la suerte de llegar en ese momento.
En el momento justo, en el lugar indicado…
-Llegar en ese momento fue una suerte enorme. Hay varias generaciones que han escuchado el nombre “Valeria Mazza” pero que no han visto mi desempeño profesional. Me encanta poder compartir todo esto: cómo se construye una carrera, ponerse objetivos y luchar para lograrlos. Muestro cosas que para mí fueron determinantes en la construcción de mi camino.
La disciplina por ejemplo…
-Exactamente. La disciplina, tener valores claros, el tema de la competencia también, eso de que siempre es con uno mismo. Por eso el documental resulta interesante e inspirador. También está pensado para todo mi público femenino que siempre me acompaña y entiende en un montón de situaciones donde tenemos que tomar decisiones. Por ejemplo, cómo hacer para equilibrar el mundo profesional y el maternal, el ama de casa y la mujer independiente.
Demasiadas exigencias. También habla de las exigencias físicas y de cómo ha reaccionado cuando le han pedido que bajara de peso para una campaña o un desfile.
-Al principio me pasaba un montón. Nunca era suficiente. La sensación era esa. Siempre había que perder un centímetro más, siempre había que bajar algún kilito… Y lo peligroso de esta profesión es que por lo general sos muy joven, sos vulnerable, permeable y la opinión del otro te pesa. Sobre todo porque ese otro es el que te va a dar trabajo.
Un diseñador de moda importante, alguien consagrado…
-Te dicen que tenés que bajar de peso, tenés que ponerte lolas, tenés que cambiarte el color de pelo. Son tantas las exigencias que al final del día ya no sabés quién sos. Obviamente que llegué a aturdirme en pos del deseo de trabajar y con tantas opiniones sobre mi pero al final decidí ser yo. Soy esto, si puedo trabajar con esto fantástico, y sino, me vuelvo a mi casa.
¿Cómo llegó a esa conclusión? ¿La ayudó su familia? ¿Hizo terapia? Es clave el círculo que nos rodea.
-Sí, creo que son muy importantes tus valores y tener la contención de tu familia y amigos que te acompañen y que todo el tiempo te recuerden quién sos y de dónde venís.
En la docuserie también habla de las amistades y lo dificultoso que fue para usted hacerse de ellas en el medio ¿Conserva amigas o amigos de la moda?
-Tengo algunas amigas y muchos conocidos del medio que todavía veo cuando voy a Italia a la Semana de la Moda por ejemplo. Pero no fue fácil. En principio porque soy muy tímida. Siempre usé el humor para salir de situaciones incómodas. Buscaba los chistes para descontracturar porque además me costaba comunicarme por el tema del idioma.
El duro comentario de Valeria Mazza sobre el escándalo de Martín Insaurralde
Sin embargo su italiano es perfecto.
-¡Sí, ahora!, 30 años después. Hoy lo hablo muy bien pero cuando llegué a Italia no sabía nada. Siempre cuento que cuando llegué todo me resultó mucho más difícil de lo que había imaginado. Apenas aterricé fui a un casting y escuchaba que las personas me miraban de arriba para abajo y hablaban y en un momento uno le dice al otro: «Carina, Carina». Y yo decía: “No, Carina no, Valeria” (se ríe). Carina quiere decir linda en italiano. Así arranqué con el idioma. Y en el ’96 llegué a conducir el Festival de San Remo con un italiano malísimo pero sobreviví y le puse mucha actitud.
Bueno, todos sus colegas destacan su actitud.
-Yo creo que la simpatía me ha sacado de los peores lugares. Y también ser honesta conmigo misma. Si me olvidé de algo, me olvidé y no pasa nada. No sé cómo hace pero siempre tuve la voluntad de querer aprender.
Creo que la sinceridad, la simpatía, las ganas, el entusiasmo y el respeto son características que me han acompañado y me han traído hasta aquí.
Si tuviera que hacer un viaje hoy, ¿a cuál de estas supermodelos de su camada elegiría como acompañante? ¿Naomi Campbell, Cindy Crawford o Claudia Schiffer?
-¡Uy que difícil! Hoy me voy con Cindy.
¿Por qué con ella?
-Porque en otro momento me hubiese ido con Naomi. Tuve años de mucha relación con ella, pero es complicadísima. Es una mujer que le gusta el “spotlight” permanentemente y, si no lo tiene, lo busca de alguna manera. Entonces es muy difícil compartir con ella, es muy diferente a lo que soy. Claudia mmm…, es poco simpática. Es alemana, con eso te digo todo. En cambio con Cindy tenemos más cosas en común. Sobre todo hoy en día que ambas tenemos familia e hijos. Nos hablamos por Instagram a veces. Con Carla Bruni tengo muy buena onda por ejemplo. Carla fue la primera que en mi primer desfile de Versace (una pileta con tiburones donde estaban todas), me miró -que no es poca cosa- y me dijo: ‘Ayyy qué carina, ¿cómo te llamás?’. Nunca me voy a olvidar porque su gesto fue como una caricia para mi. En ese momento me dijo tres palabras y me ayudó un montón.
¿Qué consejo le daría a las chicas que están empezando en el modelaje?
-Es fundamental entender que esto es un trabajo, porque lo que uno ve muchas veces es la parte de la fantasía. Y en cierta medida la moda vende esa ilusión, una fantasía. ¡Y está buenísimo! Pero si vos querés dedicarte a esto tenés que entender que es un trabajo. También comprender que muchas veces sos muy joven para hacerte cargo, con lo cual apelo a la familia para que esté cerca ayudando a tomar buenas decisiones. Fundamental confiar en vos y sacar lo mejor de vos. Siempre tenés que amar el reflejo del espejo porque esa sos vos.
¿Qué se viene próximamente? Nos encantaría verla conducir en televisión
-Estamos en eso, vamos por ahí.
Su cara, tan expresiva, se sonroja. Parece certificar que ése será el rumbo. Y, sin palabras, Valeria Mazza y su belleza siguen hablando.