El astro argentino Lionel Messi no acudió hoy a la Ciudad Deportiva de Barcelona para hacerse las pruebas médicas y el test de coronavirus previo al inicio de la pretemporada, con lo que puso en evidencia su indeclinable voluntad de abandonar el club.
En un comunicado oficial la liga española de fútbol anunció que no dará de baja el contrato de Messi y que el jugador deberá pagar 700 millones de euros para cancelar su compromiso con el club catalán.
Era la primera cita del plantel en la era del nuevo DT neerlandés Ronald Koeman y, como adelantó Télam y otros medios, Messi decidió no presentarse porque considera que su contrato ha finalizado y, como ya manifestó el martes pasado a través de un burofax, quiere hacer uso de la cláusula de salida unilateral que le permite irse libre.
Ayer, por medio de sus abogados, el capitán argentino reiteró a la directiva del Barcelona que «se pone a disposición de la entidad para tratar de solucionar de forma amistosa su salida».
El plantel debía acudir a la Ciudad Deportiva Joan Gamper, en Sant Joan Despí, a partir de las 8 de la mañana de España (3 de Argentina). Messi, concretamente, estaba citado a las 10.15 horas (5.15).
Si bien su entorno hizo saber que no iría, hasta último momento no se descartó un cambio de opinión, con lo que existía una gran expectativa ante la posibilidad de que finalmente hiciera acto de presencia.
Pero no fue así y Messi se mantuvo firme en su posición, lo que implicó incumplir con la disciplina del club, que insiste en que el capitán y delantero argentino tiene contrato en vigencia y no está a la venta.
Su rebeldía abre un nuevo capítulo en la que está siendo una de las grandes historias del fútbol mundial.
El conflictivo divorcio entre el considerado mejor jugador del mundo y el club de toda su vida continúa por el mal camino y, probablemente, mañana se profundizará aún más la grieta cuando Messi tampoco acuda al primer entrenamiento bajo las órdenes de Koeman.
En contraposición con la actitud de Messi, el delantero uruguayo Luis Suárez, a quien Koeman le comunicó que no cuenta con él para su proyecto, sí acudió a las pruebas médicas.
También se presentaron el chileno Arturo Vidal, el croata Ivan Rakitic, y el francés Samuel Umtiti, los otros descartados por el DT neerlandés.
Jordi Alba y Martin Braithwaite fueron los primeros en aparecer en la Ciudad Deportiva, mientras el central Gerard Piqué, al que Koeman garantizó un lugar en el equipo, se presentó puntual, detrás de Suárez.
El proyecto dirigido por la leyenda de Wembley, como se refieren los culé a Koeman, parte así en un clima muy complejo de tensión.
Tras su desembarco en el Barcelona luego de la dolorosa eliminación de la fase final de la Champions League por 8-2 frente al Bayer Munich, Koeman habló con Messi para decirle que contaba con él como pilar de su equipo, a lo que el astro argentino entonces le respondió que se vía más fuera que dentro del club.
Pocos días después, el martes 25 de agosto, la directiva del Barcelona recibió el burofax de su máxima estrella en el que afirmaba que hacía uso de la cláusula que le permitía salir unilateralmente al final de la temporada.
El club respondió a Messi que esa cláusula de libertad había vencido el 10 de junio y que tenía contrato en vigor hasta 2021, con una cláusula de rescisión de 700 millones de euros.
No obstante, el máximo goleador de la historia del Barcelona confía en que terminara forzando a la cúpula directiva a negociar su salida, aunque también podría irse con el «transfer» de la FIFA, si bien el club de destino se arriesgaría a un pleito legal multimillonario con el club catalán.
El escenario es sumamente complejo y hay quienes no descartan todavía que Messi finalmente cambien de opinión, algo que parece lejos de concretarse.
El presidente del Barcelona, Josep María Bartomeu, había ofrecido su renuncia a cambio de que Messi dijera públicamente que él era el problema, pero el crack rosarino mantuvo el silencio, mientras las informaciones siguen apuntando a que su futuro está lejos en el Camp Nou, muy probablemente en el Manchester City de Pep Guardiola.
El capitán del seleccionado argentino también es pretendido por el PSG (Paris Saint Germain), el Inter de Milán y la Juventus, aunque todos estos clubes están pendientes de que resuelva su situación con el club catalán, en el que hizo toda su carrera, desde que llegó con tan solo 13 años.
El escenario es actualmente complejo, tanto Messi como el Barcelona y Messi mantienen las espadas en alto.
En el caso de Suárez, quien también se convirtió en leyenda culé como tercer máximo goleador de su historia, el delantero uruguayo no quiere negociar con otro club hasta resolver su situación contractual con el Barcelona, debido a que todavía le queda un año de compromiso más otro condicionado, y quiere salir de la mejor manera posible. El goleador charrúa, íntimo amigo de Messi, quiere quedarse incluso aceptando un papel secundario.