Los mamíferos se encuentran en peligro de extinción. Así lo advirtió un estudio elaborado por científicos de la Universidad de Manchester, Estados Unidos, que precisaron que «muchas de las 627 especies de mamíferos con una reducción del rango documentada ahora solo ocurren en los extremos ecológicos de sus rangos históricos».
En ese sentido, detallaron que «el 66% y el 75% de estas especies fueron empujadas hacia extremos de temperatura o precipitación, respectivamente, y los cambios empeoraron a medida que las especies perdían más tierra».
Frente a ese panorama, el doctor Jack A. Britnell, uno de los expertos que comandó la investigación, explicó que «las presiones humanas están causando que las especies pierdan rango» y remarcó que «a medida que pierden rango, sus nichos se reducen y quedan restringidos a una gama menos diversa de hábitats». En ese punto, hizo hincapié en que «nuestro estudio sugiere que la pérdida de rango se concentra en núcleos de nicho, empujando a muchas especies a los extremos ecológicos de su rango histórico«.
Esto lleva a que los animales se vean obligados a moverse a «áreas donde es poco probable que prosperen» y los científicos aseguraron que «estar restringido a un hábitat pobre y marginal es una amenaza global para la conservación» por lo que «es vital incorporarlo en la evaluación y gestión de la conservación».
En esa línea afirmaron que «la calidad del hábitat es importante para el riesgo de extinción de una especie y la marginación ecológica podría ayudar a explicar por qué algunas áreas protegidas son más efectivas que otras» y subrayaron que «la pérdida de hábitat ha llevado a una contracción generalizada del rango y una disminución de la población en todos los taxones». «Es decir que todas las especies sufrieron una reducción en la cantidad de miembros como consecuencia del avance de la humanidad hacia sus ámbitos naturales», agregaron.
Además, marcaron que al analizar «la pérdida de distribución en 4.785 mamíferos terrestres y los cambios en los parámetros de nicho» se dieron cuenta de que «esta marginación ecológica aumenta el riesgo de extinción» lo cual «puede dar lugar a un ‘doble golpe’ en el que el bajo rendimiento de las poblaciones relictas (supervivientes) marginadas exacerba la disminución de la población«.
«Este cambio ocurre porque las áreas que son buenas para la agricultura, los pastizales y los asentamientos humanos se han convertido para uso humano», sostuvieron y aseveraron que «esto lleva a que los hábitats naturales se restrinjan a áreas que los humanos no quieren o no pueden usar», que a la vez «pueden ser hábitats de mala calidad para la protección de la biodiversidad».