La pandemia aceleró una gran cantidad de procesos que se venían gestando paulatinamente en las últimas décadas, y uno de ellos, afortunadamente, es la búsqueda de estrategias de sostenibilidad en distintas escalas.
Una mayor conciencia sobre la necesidad de preservar el ambiente y contribuir a las comunidades está fomentando también la aparición de algunas tendencias en materia de desarrollo sostenible. Y una de ellas es la de la creación de “bosques comestibles”. ¿De qué se trata?
Para ejemplificarlo, puede citarse un caso concreto en España. Las fundaciones Hope Acción Climática y Life Terra pusieron en marcha en Soto del Real, parte de la comunidad de Madrid, su primer “bosque comestible”, con el objetivo de mejorar la calidad del aire, luchar contra el cambio climático y, al mismo tiempo, vincular a los vecinos con el cuidado de la tierra, que esa será también una fuente de alimentos.
La primera fase este proyecto implicó la plantación de un centenar de nogales, avellanos, olivos, almendros, manzanos, perales, higueras, cerezos, majuelo, rosal silvestre o aromáticas. Pero la idea es que sean al menos mil, los cuales estarán bajo el cuidado de entidades ecologistas y vecinales.
Estos árboles también mejorarán la calidad del suelo, incrementarán la biodiversidad y aseguran que incluso funcionará como un “aula de naturaleza” para la comunidad local.
Este modelo, sostienen sus impulsores, se puede replicar en cualquier lugar del planeta, teniendo en cuenta las características locales. Sólo se precisa un espacio, que puede ser un solar, un parque, un estacionamiento, un terreno privado, un terreno fiscal o un campo agrícola abandonado.
En esta experiencia española en particular, destacan que lo más significativo es la gran cantidad de niños asistiendo durante el proceso de plantación. “Que hayan participado tantos niños en la primera fase del bosque muestra el gran interés de los padres por tener un impacto local», aseguró al respecto Sven Kallen, fundador de Life Terra, que tiene financiamiento de la Unión Europea para plantar 500 millones de árboles, uno por cada ciudadano comunitario.
Según destacaron finalmente, a fines de 2021 Soto del Real se unió al Corredor Biológico Mundial, en el marco del plan de transición sostenible en España.