Por Tomás Rodríguez
Luego de estudiar moda en Europa, María Zolozzi regresó a la Argentina para crear su propia marca de indumentaria: Maydi. Especializada en tejidos con hilados artesanales y orgánicos, con impronta ambiental, la creadora se propone revalorizar el trabajo artesanal. Hoy exporta su producto a varios países del mundo y sus mayores fanáticos están en Japón.
María Abdala Zolezzi (48) sintió pasión por la moda desde siempre. Gracias a ese amor pudo emprender un viaje que la llevó desde su Corrientes natal a Buenos Aires, donde con 18 años estudió Publicidad, y luego a Europa, donde pudo estudiar moda y decidir que ese era definitivamente su camino. Un camino que llega hasta hoy y se llama Maydi, la marca de ropa que Zolezzi creó. Es una apuesta especializada en tejidos con hilados artesanales y orgánicos, con fuerte impronta ambiental y que se propone revalorizar el trabajo artesanal. Y lo hace con éxito: hoy, la marca exporta su producto a varios países del mundo, especialmente a Japón.
Durante aquella estadía en Europa, mientras trabajaba en prensa y marketing de modas para grandes marcas, María deseaba volver a su país y emprender un proyecto propio. Así fue como, con toda la experiencia que había acumulado, a finales de 2012 decidió regresar y se puso a investigar para crear su propio emprendimiento. “Maydi”, además del nombre de su marca es su apodo. “Por así decirlo, no tengo hijos biológicos, así que quería que mi marca llevara algo muy mío”, confiesa Maydi con una sonrisa.
A medida que Zolezzi emprendía su investigación creativa, se daba cuenta del potencial argentino para la moda. “Para mí era muy importante mostrar al mundo los recursos que hay en la Argentina ligados al negocio textil, y poder presentarlos en el mercado internacional. Descubrí que nuestro país es uno de los principales exportadores de lana del mundo”, explica. Crear una marca desde cero no era fácil y Maydi tuvo que deshacerse del rígido y estructurado estilo francés. “En Europa las personas se ocupan y se limitan a una tarea, no toman contacto con otras áreas; nosotros tenemos otra mentalidad”; detalla la empresaria.
Lo artesanal estuvo contemplado desde el inicio. Zolozzi empezó a vincularse con distintos proveedores de lana y con diferentes cooperativas de artesanos de la Península Valdés, quienes se dedicaban a trabajar la lana ovina. Maydi comenzó como una marca de accesorios, por ejemplo, echarpes, gorros, cuellos. Y en febrero de 2014 llegó la gran oportunidad: la posibilidad de presentar una colección en una feria de accesorios en Milán, una de las ciudades más importantes en la industria de la moda.
“A partir de ese momento empezó esta aventura. Recibí mi primer orden de 50 cuellos para una de las tiendas más importantes de Milán. Para mí eso fue un gran desafío. Yo tenía una pequeña estructura con tres artesanos que trabajaban conmigo”, recuerda Zolozzi. Pero a esa presentación le siguieron otras; en particular una en París en 2017 en un showroom del barrio Le Marais. Para sorpresa de la creadora de Maydi, su marca era muy deseada por clientes japoneses, que enseguida coordinaron citas con ella y aún recuerda el primer pedido grande que le hicieron: no eran 50 piezas, sino 135, para el grupo internacional Marubeni.
No es fácil abastecer al exigente mercado japonés, pero Zolozzi asegura que gracias al público del país del Sol naciente Maydi no para de crecer año a año. Los diseños de Maydi, cuyo estilo gusta tanto en el mercado asiático, proponen revalorizar técnicas ancestrales como el telar y el crochet.
“Lo que más les impresiona es el tacto. Los japoneses tienen una cultura tan tradicional que ellos son grandes conocedores de fibras”, detalla Zolozzi. Claro que conquistar el mercado asiático no es nada fácil. La directora de Maydi asegura que es un mercado “muy exigente”, y que para seducirlo hay que ser “detallista y meticuloso”. Así y todo, afirma que el mercado europeo es aún más difícil de conquistar. “En el caso de Europa, el mercado es más marquista que el asiático porque para los japoneses lo más importante es el diseño, la confección, y las materias primas. Por eso es tan difícil llegar al mercado europeo, que es mucho más conservador y no se arriesga tanto”, explica.
Los artesanos con los que trabaja Maydi están certificados por Wildlife Friendly, una organización estadounidense abocada a la conservación de la vida silvestre y el cuidado del medioambiente, y cuyos procedimientos se basan en investigaciones realizadas por científicos del CONICET, dos organizaciones no gubernamentales como la Wildlife Conservation Society (WCS) y la Fundación Vida Silvestre Argentina (FVSA).
Además, la marca adhiere a la consigna del comercio justo, asegurando una retribución equitativa a los artesanos locales, con quienes producen en colaboración. También promueve que los artesanos puedan trabajar desde sus propios hogares, a su manera y en sus tiempos. “Creo que hay una cuestión cultural y de desconocimiento sobre el trabajo de las cooperativas de artesanos. Se le da más valor a lo industrial o lo que está hecho industrialmente que a lo que está hecho por las manos de una persona. En otros países es más importante lo artesanal, e incluso hay un resurgimiento de muchas marcas a partir de trabajos hechos a mano”, cuenta la creadora.
Una vez que Zolozzi crea un diseño, lo pasa a los artesanos quienes primero hacen muestras para terminar de ajustar detalles. Cuando ya todo está chequeado, se ponen manos a la obra para producir la muestra definitiva. Luego de eso, se hace el shooting fotográfico, y se envían catálogos a los clientes. Dos veces por año se presentan las colecciones en París, a donde asisten tiendas multimarca, que son las que terminan haciendo el pedido. A eso le siguen cuatro o cinco meses de producción.
Actualmente Maydi cuenta con un equipo de 12 artesanos, más el equipo de prensa y marketing. “No es fácil. Hacer moda sustentable no es barato porque tiene costos muy altos y no es sencillo crear un producto de excelencia”, cuenta la gestora de la marca. Sin embargo, vive su proyecto con pasión, alegría y sintiéndose una pionera. “En 2014, cuando yo comencé, nadie hablaba de producción local, nada de tejido ni de fibras naturales”, cuenta Zolozzi, con cierto orgullo. Hoy, uno de los objetivos de Maydi como marca es llegar a tener un local a la calle, tanto en Argentina como en Japón. Actualmente, la marca tiene un showroom en la Ciudad de Buenos Aires, en la zona de Palermo, pero Zolozzi cree que un local les daría mayor visibilidad. Mientras tanto, Maydi sigue conquistando países, y llevando al exterior las consignas de comercio justo, trabajo artesanal y sobre todo, diseño argentino.