La inflación en Argentina no para. Nuestro país cerró el 2021 con un aumento del 50,9% y el REM (Relevamiento de Expectativas del Mercado) del Banco Central sostiene que para fin de este año, el alza llegará al 60%. En ese marco, el Wall Street Journal publicó un artículo titulado «¿La inflación te deprimió? Al menos no vives en la Argentina», en el que detalla cómo hacen los argentinos para subsistir con un incremento de precios de dos dígitos y las maneras que buscan para poder ahorrar y atesorar artículos básicos como papel higiénico.
El texto aborda distintos casos y el primero es el de Jonathan Faez, dueño de un comercio, que contó que sus amigos que viven en España o en Estados Unidos enloquecen por una inflación anual del 5% 0 7% y remarcó que en Argentina, la suba llega a al 4% y de forma mensual. En consecuencia, afirmó que «acá el 40% es normal» y añadió que «cuando superamos el 50%, no nos asusta, simplemente nos molesta».
The Wall Street Journal: Inflation Got You Down? At Least You Don’t Live in Argentina..https://t.co/ABl09XFAlH
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— Mary Marineau????? (@MarineauMary) April 27, 2022
Frente a ese panorama, la nota señala que en Argentina la inflación «es tan natural como los jugosos solomillos y los sensuales espectáculos de tango», lo que lleva a que sus habitantes pongan en marcha diferentes acciones para poder afrontar el incremento de precios.
«Con el dinero depositado en una cuenta bancaria perdiendo valor rápidamente, los argentinos agotan sus cheques de pago casi tan pronto como los reciben», indica el artículo y agrega que «un viaje al supermercado produce alimentos y suministros para una semana, desde productos no perecederos como champú y productos enlatados hasta carne congelada que se mete en los congeladores».
A modo de ejemplo, Melanie Lichtensztejn, una estudiante universitaria de 24 años, le contó al diario que «vine a este mercado y compré todo el papel higiénico que pude para el mes, más de 20 paquetes», y explicó: «Trato de comprar todo lo que puedo porque sé que el próximo mes costará más«. Además de papel higiénico, contó, intenta llevarse la mayor cantidad de otros productos de primera necesidad, tales como leche, artículos de limpieza y bebidas.
Otra situación que menciona el medio es la de Sofía Finot, quien trabaja en un puesto de frutas en las afueras de Buenos Aires. La mujer aseguró que sus competidores deben intentar combatir la inflación día a día poniéndole agua y hielo a sus batidos de frutas. «¡Es más agua, menos fruta!», señaló y por lo tanto, sostuvo que no emplea esa clase de estrategias sino que lo que hace es comprar fruta congelada a fin de tener más stock previo a que los precios aumenten.
Finalmente, se cita el caso de Exequiel García, empleado deuna carnicería en el sur argentino, quien precisó que tuvo que poner en marcha la colocación de letreros escritos a mano afuera del establecimiento con frases cómicas como «Mirá nuestros precios y llorá” o “¡Comé carne en Semana Santa! No es un pecado».