Por Damián Di Pace (*)
La actividad económica en la Argentina en los últimos 10 años no logró despegar. Los ingresos de los argentinos se han deteriorado en nuestra moneda frente a la variación de precios en el mismo período y aún más frente a la divisa norteamericana. A su vez, el asalariado registrado ha perdido su status de estabilidad ya que incluso teniendo un empleo formal y cobrando su salario todos los meses, en muchos casos no le alcanza para llegar a fin de mes.
La clase media que es el corazón del consumo local ha modificado sus hábitos de consumo en los últimos años con tres ejes de análisis: prepandemia, pandemia y pospandemia donde no sólo hubo condicionantes económicos sino también sociales.
La pandemia de COVID-19 trajo consecuencias en distintos aspectos de la vida cotidiana, entre ellos en el consumo por parte de la población. Afectó el volumen de ventas (tanto nominales como reales) que tuvieron los sectores destinados a comercializar artículos de primera necesidad, como supermercados o comercios minoristas, y por el otro lado influyó en las ventas realizadas en restaurantes, salidas y actividades de esparcimiento durante los años 2019-2022.
En 2019 las ventas nominales tanto en supermercados como en restaurante y esparcimiento tuvieron subas entre un 39% y 45%. En 2020 debido al ASPO (Aislamiento Social Preventivo Obligatorio), en términos nominales únicamente, la venta de alimentos en supermercados subió. Para los años 2021 y 2022 nuevamente los tres rubros analizados subieron sus ventas en comparación anual. En ambos años los restaurantes tuvieron aumentos mayores al 100%, y en 2022 lo destinado al esparcimiento creció casi un 300% con respecto al 2021, observando de esta manera caídas en ventas del supermercado y aumentos en los consumos destinados a diversión y restaurantes.
Los valores de la clase media en el contexto de la crisis económica local y los resabios de la pospandemia se han modificado. Ante la pérdida de valor de nuestra moneda, la falta de capacidad de ahorro para realizar planes de mediano plazo como la posibilidad de adquirir un nuevo auto o de largo plazo, como acceder al financiamiento para comprar un inmueble, ha llevado a muchos argentinos a desplazar sus consumos hacia el ocio y esparcimiento con salidas a restaurantes, disfrute de eventos deportivos y asistencia a recitales, entre otros.
Con tickets promedio de $ 20.000, claramente esa clase media posterga sus niveles de ahorro para otra parte del ciclo de vida de nuestra economía que no es este. Encuentra en el consumo presente, mayor valor que en el ahorro para que pueda tener un consumo futuro. Esa clase media pospandemia también valora la vida hoy, luego de la pérdida de miles de personas, por lo que ha implicado el Covid 19, entre las cuales se cuentan familiares y amigos.
En 2019 las ventas en pymes minoristas y supermercados cayeron un 11,6% y 9,8% respectivamente y el consumo realizado en actividades de esparcimiento o salidas a comer aumentaron en cada caso un 28,3% y 23,6%. En 2020 al igual que las ventas analizadas nominalmente en supermercados, tuvieron un crecimiento real del 0,8%, mientras que las ventas minoristas sufrieron una caída del 21,4%, las realizadas en restaurante un 21,4% y el consumo en diversión por su lado tuvo una caída del 13,1%.
Pero en 2021 las ventas reales en locales minoristas, supermercados y restaurantes tuvieron una recuperación, con aumentos en relación al 2020 del 14,8%, 1,5% y 97,2% respectivamente. En cuanto al consumo destinado al esparcimiento, si bien no logró un cierre positivo, cayó un 4,6% real, muy inferior a lo registrado en 2020.
Con los altos niveles de inflación que cerró el 2022, las ventas reales en supermercados cayeron un 26,1%, pero restaurantes y esparcimiento tuvieron crecimientos, en el segundo caso del 102,9%. Y las ventas minoristas, por su lado, se incrementaron de formal real, aunque únicamente un 1,4%.
De esta manera se puede observar que actualmente el consumo se destina en mayor medida a salidas de esparcimiento o restaurantes, cayendo fuertemente en artículos de supermercado. Dicho fenómeno se observó en Marzo 2023 con la venta de entradas para los encuentros de la Selección Nacional Argentina de Fútbol en sus partidos contra Panamá y Curazao. Los tickets se agotaron en menos de 2 horas. Los precios oscilaban entre $12.000 y $49.000 por persona. Más de un millón de fanáticos estaban interesados en comprar (un número muy superior a la capacidad del estadio) y, a su vez, una gran cantidad de ellos que no pudieron acceder al ticket, estaban dispuestos a abonar incluso un precio superior en la reventa para asistir a los partidos.
Si bien hay señales de aumentos de consumo en sectores como restaurantes o esparcimiento, el salario de los trabajadores tanto registrados, como informales y el índice general durante los años 2019-2022, tuvieron la misma tendencia con caídas muy marcadas en 2020. Al ser comparados con la serie del IPC mensual durante el mismo periodo, el índice de salario se encuentra por debajo en la mayoría de los casos a los aumentos de precios.
El Índice de Salario General en 12 de los 48 meses tuvo una diferencia positiva con respecto al IPC. Eso sucedió durante los meses de julio 2019, enero-febrero 2020, agosto-noviembre 2021 y marzo, mayo, septiembre, noviembre y diciembre 2022. De esta manera los trabajadores perdieron contra la inflación en tres de los cuatro años analizados.
Para el caso de los trabajadores registrados, han visto postergados en los últimos años su aspiración a mejorar su estatus social y económico a través del trabajo duro, la educación y la inversión. La mayor frustración ha sido el deterioro de su posición económica y la calidad de vida para ellos y sus familias. En muchos casos han tenido que realizar un ajuste sobre la calidad de sus servicios y consumos para poder llegar a fin de mes, acudiendo a la tarjeta de crédito de manera más asidua y quedando sujetos a ingresos excedentes como aguinaldos, que se destinan para el pago de las deudas o intereses que luego no pueden pagar privándose de la calidad de sus bienes y servicios, aunque intentando no eliminarlos completamente.
Para los Trabajadores no registrados, compuestos por monotributistas, autónomos e informales, la decepción ha sido mayor en los últimos años. Para el caso de los monotributistas, en su régimen la actualización de topes y escalas han estado muy por debajo de la inflación en los últimos años, obligándolos a quedarse en su actual nivel de actividad para no pasarse al régimen de responsable inscripto de Autónomos, con mayor carga tributaria o directamente pasarse, no pudiendo sostener su emprendimiento independiente. Para los informales puros, la pérdida de poder adquisitivo frente a la inflación ha sido muy dura. No lograron recomponer sus ingresos en relación a la prestación de sus servicios o realización de changas. En síntesis: privaciones y calidad de vida que se deterioró fuertemente.
Un lado B para evaluar el consumo, es tomar como indicador de la actividad económica al transporte de carga, transporte de pasajeros, recolección de basura y peajes, entre otros. En el caso del transporte de carga, a mayor transporte mayor es la cantidad de productos para comercializar, mientras que los peajes o los transportes de pasajeros indican la cantidad de personas movilizándose, vistas como futuros consumidores. En el caso de la recolección de basura, si hay más residuos es un indicador de que hubo mayor consumo. Es decir, son como un microestudio de laboratorio de las actividades diarias que realizamos en nuestros consumos y los resultantes de esta acción.
En el 2019 únicamente el transporte de carga tuvo una variación positiva en relación al 2018 con un 17,2%. Pero en el 2020 la caída fue general para las cuatro variables analizadas, con el mayor desplome, como era de esperar, en el transporte de pasajeros y peajes ya que fue un momento donde regia el ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio). La recolección de residuos y el transporte de carga si bien tuvieron variaciones negativas fueron inferiores del 10,9% y 4,0% respectivamente.
En 2021 se observó una recuperación económica en relación al 2020, sobre todo en los rubros de transporte de pasajeros y peajes. El transporte de carga por su lado también aumento un 15,3% reflejando el crecimiento de demanda. Por su lado, el 2022 tampoco tuvo un cierre positivo en las cuatro variables. Unicamente las relacionadas con el movimiento de personas aumentaron, mientras que transporte de carga registró una caída del 5,2% y la recolección de residuos un 7,8%.
Observando otras variables, en los últimos años el e-commerce tomó fuerza en cuanto a la cantidad de ventas que se concretan por dicho canal, sobre todo observando los datos luego de la pandemia, cuando el acceso a internet móvil se disparó durante los dos años siguientes con una relación positiva en el consumo en restaurantes y esparcimiento. Claramente tenemos un consumo cada vez más conectado con prestaciones de servicios que se concretan en el smartphone y se disfrutan o se retiran en el punto de venta. En algún momento, incluso, pensamos que el comercio minorista tradicional iba a desaparecer frente al avance de los market place, economías de plataformas y social media. Sin embargo, lo ha propulsado al incrementar sus ventas por todas esas ventanas digitales que se abrieron a su paso.
Los fines de semana largos se han convertido en momentos de sosiego para los sectores de clase media alta que antes se iban al exterior, pero ahora con los impuestos incorporados a los viajes se han recluido en opciones de destinos locales. A su vez, la clase media tradicional prioriza el disfrute y descanso esporádico frente a las vacaciones de quince días tradicionales. Por su parte, la clase media baja ha podido acceder a través del Plan Previaje en 2022, a pequeñas escapadas de fin de semana, sustitutas de las vacaciones que ya no podían tener.
Analizando el gasto en turismo, específicamente en el Carnaval 2023 en base al relevamiento realizado por CAME, el gasto directo en el turismo de carnaval se incrementó un 131,0% nominal y 15,3% real en relación al carnaval 2022. Eso trajo aparejado que el gasto promedio por día de un turista, creciera en un año un 128,6% superando a la inflación acumulada del período.
Se puede concluir que no sólo existe un aumento de consumo del sector turismo sino también que, al existir mayores restricciones para viajar al exterior, el turismo nacional tuvo un incremento en términos reales con un efecto similar para el feriado de Semana Santa 2023.
La economía argentina no ha dado respiro a la clase media en los últimos años. Sus hábitos se han modificado. La clase media que tenía un aspiracional de acceder a la vivienda, transfirió ese aspiracional a la adquisición de un vehículo 0KM y hoy se refugia en el disfrute ocasional de descansos turísticos de fin de semana.
A su vez, desde el punto de vista social, analizar hoy los consumos es más complejo porque se pueden distinguir por generaciones y uso de diferentes medios, canales o plataformas digitales. Existen diferentes estudios que analizan los cambios en los patrones de consumo según la generación y las edades de las personas.
La generación de los que tienen encima de 60 años es de las más consumista, aún mantiene su poder adquisitivo y se enfoca en reducir sus consumos de bienes y se enfoca en las experiencias y viajes. La Generación X (más 40 años) es más ahorrativa que los Baby Boomers, tiene una mentalidad más práctica y es una de las primeras generaciones en adoptar el consumo online. Por su parte, la generación de los millennials (más 30 años) tiene una preferencia por el consumo experiencial y ha aumentado la demanda de servicios como la alimentación saludable, el deporte y el bienestar en los últimos años. Para el caso de la Generación Z (más 10 años) ha crecido en un mundo conectado y digital, y su consumo está muy influenciado por las redes sociales y la tecnología. Suelen ser muy conscientes de la imagen y la marca personal, y prefieren productos personalizados y exclusivos. También han demostrado una preocupación por los problemas sociales y el impacto ambiental, y suelen ser muy críticos con las empresas que no comparten sus valores.
Es decir, que a los problemas económicos por los cuales atraviesa el bolsillo de los argentinos cultural y socialmente, cada generación tiene su comportamiento transversal a nivel de consumo. A su vez, el ciclo de vida y las necesidades propias de la edad determinan consumos. Los jóvenes suelen gastar más en productos relacionados con la moda, la tecnología y el ocio, mientras que las personas mayores tienden a gastar más en productos de hogar y cuidado personal.
A medida que la gente envejece, aumenta su preocupación por la calidad y la seguridad de lo que consumen, y suelen preferir productos de marcas reconocidas. Las personas mayores también tienen una mayor preocupación por la salud y el bienestar, y suelen gastar más en productos y servicios relacionados justamente con la salud, por ejemplo.
Si bien a lo largo de esta nota intentamos analizar el comportamiento de la demanda, hay una frase de Adam Smith, padre de la economía, que confluye en la visión de la oferta para atender las necesidades del mercado, incluso en determinadas coyunturas económicas como la de Argentina. Smith decía: “El consumo es el único fin y propósito de toda producción y el interés del productor debería ser atendido sólo en la medida que sea necesario para promover el del consumidor”. En síntesis, nuestra calidad de vida ya no la determina la calidad del consumo de bienes sino el de servicios y experiencias, condicionado por nuestros ingresos y posibilidades.
(*) Analista económico y speaker