Por Juan Luis González
Cuando un grupo de amigos se unen en su pasión por la cerveza, todo puede pasar. La prueba es la historia de Jabalina, la marca que el año pasado salió ganadora de la Copa Argentina a la Mejor Cerveza Artesanal del país. ¿Y cómo no, si la cerveza y la amistad suelen ir juntas? Juan José Bustillo, cofundador y responsable de Ventas y Marketing de Jabalina es muy consciente de eso. “Todos los días estamos pensando en cómo hacer la mejor cerveza”, comenta “Rulo”, quien asegura que hace tres años que no se toma vacaciones de esto que a él y a sus amigos los apasiona: hacer cerveza juntos.
Todo empezó en 2017 cuando Bustillo se juntó con los hermanos Martín y “Quique” Sadous, compañeros de toda la vida. Después de hacer unos cursos sobre cómo fabricar el tan ansiado producto decidieron emprender un negocio juntos.
“Básicamente le usurpamos el cuarto a un amigo en una casa de San Telmo, en el pasaje San Lorenzo. Nos quedaba un poquito lejos a todos pero era el único lugar que podíamos utilizar para cocinar. Teníamos que comprar una olla de 100 litros y un montón de cosas y no teníamos auto para llevarlas: salíamos del subte H y la pasábamos por arriba del molinete, la gente se nos reía”, rememora “Rulo”. En ese cuartito, todos los sábados, se juntaban a cocinar cerveza, que luego le daban a degustar a sus conocidos en eventos que ellos mismos organizaban.
Cuando el amigo que les prestaba el lugar tuvo que mudarse, los emprendedores debieron salir a buscar un nuevo hogar para su aventura. Desembarcaron en “un conventillo de mala muerte a una cuadra del Congreso”. “Un lugar inhóspito, dos pisos por escalera, super inclinados. Subir una heladera o un barril de 70 kilos por ahí era un deporte extremo”; recuerda Bustillo. Pero un día él y los Sadous decidieron dar un nuevo paso, y ahí es que apareció un cuarto socio: Diego Zavala. “El Ruso” también había sido amigo de Bustillo y los Sadous desde muy chiquito, y luego de su incorporación al equipo como headbrewer (el responsable de la cocción), en 2018 montaron una pequeña fábrica en Villa Martelli. Ahí fue donde nació, definitivamente, “Jabalina”. Fue un homenaje a la hembra del jabalí, una criatura poderosa (los jabalíes viven en grupos matriarcales) inteligente y social, por el que le dieron nombre a la marca.
El principio fue difícil. Quique Sadous, quien había renunciado a su otro trabajo, se puso al frente, él solo, de toda la fábrica. “Rulo”, con el diario del lunes, asegura que eso fue “una completa locura”. Mientras, los otros socios intentaban juntar unos pesos para pagarle el sueldo a Sadous. Pero el equipo tenía el camino a seguir muy claro: pondrían el foco absoluto en el cuidado de la marca y en la calidad del producto como los dos ejes de la empresa.
El esfuerzo fue coronado con el éxito en 2020 cuando, tan solo dos años después de haber abierto la fábrica, Jabalina fue elegida como la segunda mejor micro cervecería de Argentina en la Copa Argentina de Cervezas. A partir de ahí, la empresa ganó 40 medallas en 10 cervezas diferentes, y el año pasado ganaron en la categoría Mejor Micro Cervecería de Argentina en la Copa Argentina, el trofeo más importante de este rubro en el país. Y no solo eso: también fue elegida como la segunda Mejor Microcervecería en la South Beer Cup, la competencia regional de la que participan cervecerías de Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Perú y Colombia.
Este año, Jabalina va a competir por primera vez en la Copa Mundial, en Estados Unidos. Si bien los amigos hacen diferentes cervezas para los distintos públicos, algunas más y otras menos lupuladas, la marca ha obtenido muchas de sus distinciones con las cervezas “sour”, es decir, más ácidas, saladas e incluso picantes.
Todo el rédito que los socios obtienen se reinvierte en compra de maquinaria para seguir mejorando la calidad y los procesos de la cerveza. Además de estar pendiente del cuidado de los ocho estilos fijos que produce Jabalina, Zavala también prueba nuevas combinaciones, que luego son lanzadas en ediciones limitadas. En tanto, Martín y “Quique” Sadous se ocupan de las áreas de logística y de finanzas, y “Rulo”, que es licenciado en comunicación social y trabajó en publicidad durante diez años, es quien se ocupa del marketing.
Todos los meses Jabalina lanza de dos a cuatro ediciones limitadas con su respectiva campaña. El objetivo es comunicar “haciendo ruido”; sustentándolo siempre sobre la calidad del producto. Los spots que suben a su Instagram (@cervezajabalina) tienen calidad televisiva en la fotografía y la locución, y algunos son muy creativos: para el Mundial lanzaron una campaña llamada “Adoptá un marciano” y este verano otra titulada “El cosito de la birra”. Hace poco tiempo también lanzaron “Serie bizarra”, una serie de latas coleccionables con personajes populares y memes. “Y queremos hacer activaciones en la calle”, agrega Bustillo. Pero Jabalina no se queda ahí: recientemente incursionó en la primera mermelada de IPA, en colaboración con la marca de mermeladas y salsas La Sucrerie.
“Nosotros trabajamos la marca como las mejores marcas de consumo masivo. Además somos muy celosos sobre cómo comunican en los locales que venden nuestra cerveza. Tenemos una estrategia de branding muy fuerte, presencia en los mejores 20 bares de Argentina y en las mejores 30 tiendas: entrás y el dueño tiene o una gorra o una chapa de Jabalina, y también tenemos mucho merchandising. Te vendemos una cerveza con un kit sobre cómo comunicar en redes, una explicación simple de cómo está hecha para que el mozo lo pueda explicar. Tenemos estrategia de ‘corpo’, pero con el presupuesto de una pyme”. explica “Rulo”, quien sigue minuciosamente las métricas de todas las campañas que hacen en redes.
Si bien actualmente Jabalina no cuenta con un bar propio, los dueños aseguran que es una posibilidad en un futuro cercano, ya que sus clientes se lo piden. Y si todo lo dicho surgió tan sólo de un grupo de amigos que se juntaron a cocinar la bebida que aman en una habitación de San Telmo, ¿cómo no confiar en el poder creador de la pasión? Especialmente, cuando esa pasión es compartida.