Los bonos soberanos de Argentina mantendrían su bajo valor hasta las elecciones legislativas de octubre, ya que los inversores descreen que el país realice en los próximos meses un ajuste de la economía y descuentan una nueva reestructuración. Tras años de una profunda crisis económica, el Gobierno se ha esforzado por demostrar que en 2021 acabará con la recesión y avanzará en un demorado acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin embargo, la caída que hace meses registran los bonos no encuentra límite y el riesgo país sigue escalando.
Los títulos públicos argentinos se han convertido en algunos de los más baratos y riesgosos del mundo, con rendimientos por arriba del 20% anual en dólares, similares a los que tenían algunos hace solo seis meses, antes de cerrar una millonaria reestructuración de deuda por más de 100.000 millones de dólares.
«Hay quebranto de la credibilidad y dificultades para acceder al crédito para poder pagar los nuevos bonos (…) Los inversores que hoy compran bonos argentinos están descontando que, como mucho en los próximos cinco años, va a volver a haber una crisis y otra reestructuración», dijo el economista Aldo Abram, de la Fundación Libertad y Progreso. «Esto escapa a un acuerdo con el FMI: hay que hacer las reformas estructurales pendientes y hasta ahora el Gobierno no ha demostrado ninguna voluntad en este sentido», añadió.
El persistente déficit fiscal, que alcanzó el 6,5% del PIB en 2020, es el principal obstáculo a superar para muchos economistas, ya que lo consideran el origen de la falta de financiamiento y de la alta inflación que sufre el país.
Pero resulta complejo ajustar el gasto público en un país que tiene casi la mitad de la población en la pobreza, porque implica recortar subsidios que benefician en gran parte a las clases media y baja. Más aún para un Gobierno peronista -muy identificado con la población de bajos recursos- en un año de elecciones, cuando suele crecer el gasto público.
Esta semana, Fitch Ratings aseguró en un informe que Argentina enfrenta una «debilidad persistente en la capacidad de pago de deuda luego de sus reestructuraciones de bonos de septiembre de 2020 y una aguda incertidumbre política que nubla las perspectivas de una mejora». Los títulos extrabursátiles arrastran una pérdida de casi un 5% en las últimas dos semanas al jueves, un día después que el riesgo país elaborado por el banco JP.Morgan escalara al nivel de 1.669 puntos básicos, el más alto desde que en septiembre se modificara el indicador tras el canje de deuda.
«Actualmente los precios ya reflejan un escenario de reestructuración. Por ejemplo, una quita de capital del 30% en 2025, descontado al 15% a hoy, da los precios actuales», explicó Ezequiel Zambaglione, analista de la consultora Balanz. Operadores consultados por Reuters dijeron que hubo un fuerte incremento en la cobertura de seguros de default a cinco años (CDS). «Si bien los bonos en dólares pueden mejorar, dado que están en paridades mínimas, es poco probable que logren un repunte sostenido antes de las elecciones en octubre», señaló Roberto Garetto, economista y administrador de carteras del fondo de inversión Fundcorp.
GRANOS MILAGROSOS
Pese a los pronósticos funestos, el alto precio internacional de los granos parece dar una oportunidad a Argentina. En el influyente mercado de Chicago, la soja [0#S:] cotiza actualmente a más de 500 dólares por tonelada, un valor inesperado un año atrás. Pese a una merma en la producción local de la oleaginosa por la falta de lluvias, el país espera altos ingresos por las exportaciones agrícolas.
«El súper ciclo alcista de ‘commodities’ es nuestra única esperanza para poder unirnos a la fiesta financiera global, que permite alcanzar valuaciones ridículas a muchos activos financieros», afirmó Leonardo Chialva, analista de la consultora Delphos Investment.
Sin embargo, algunos expertos consideran que los elevados precios de los granos, al mejorar la recaudación fiscal, también dan al Gobierno margen de maniobra para postergar un acuerdo con el FMI o retrasar ajustes de la economía necesarios a largo plazo. La situación ha restado optimismo en los mercados, liderado por los bonos soberanos. El Gobierno negocia con el FMI un plan de facilidades extendidas a 10 años para pagar 44.000 millones de dólares contraídos durante la gestión anterior, en 2018. Para evitar un ajuste impopular antes de las elecciones, algunos medios sostienen que el acuerdo podría cerrarse después de octubre.
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