El caso de Multiled es paradigmático y, al mismo tiempo, pinta a la perfección lo que viven cientos de fábricas que intentan producir en Argentina.
Nació en la década del ‘90, plenos tiempos de la convertibilidad, cuando fabricar en el país no parecía lo más rentable, y muy pronto se topó con la crisis de 2001. Sobrevivió. Se convirtió en un importante jugador regional en la industria del led, una tecnología desconocida en esos tiempos, pero que generaba grandes expectativas. Sobrevivió al dumping global de China, cambiando su chip empresarial hacia productos diferenciados. Sobrevivió a las sucesivas devaluaciones; a los cambios de reglas de juego; a las trabas burocráticas. Así llegó hasta 2022, para enfrentar otra difícil coyuntura. ¿Cómo lo hicieron?
Para contar su caso y dimensionar la gravedad de la actual situación, Newsweek Argentina entrevistó a Daniel Carnaghi, CEO de Multiled, quien dio algunas pistas sobre cómo producir y crecer en Argentina durante 25 años, a pesar de todo.
Están cumpliendo 25 años. ¿Cómo fue que lograron mantenerse en pie y crecer en un país tan desafiante como la Argentina?
– Nosotros arrancamos en tiempos de la convertibilidad, en 1997, y al poco tiempo tuvimos el sacudón de 2001. Empezamos de una manera muy precaria, en el sentido de que éramos cuatro personas. En ese momento se importaban productos terminados, pequeños. Yo dije “esto se tiene que poder fabricar en la Argentina”, y en apenas unos meses ya habíamos podido producirlos nosotros. Luego fuimos incorporando otras líneas, como los relojes o letreros un poco más grandes. No teníamos crédito, pero reinvertíamos todo. Y así crecimos: no leyendo los diarios y dándole para adelante. Además, siempre tuvimos clara la importancia de la publicidad, desde el día uno: poníamos avisos en Clarín o en las Páginas Amarillas. Anunciamos lo máximo que pudimos en cada una de nuestras escalas.
Desde 1997 hasta acá es evidente que ha habido una digitalización absoluta de nuestras vidas, y las pantallas se volvieron algo cotidiano y necesario. ¿Eso ayudó a que pudieran consolidarse y desarrollar nuevos productos?
– Las pantallas son más recientes; diría que de los últimos diez años. Lo que pasaba era antes no se podían fabricar porque no existía el led azul: había verde y rojo. Eran muy tenues y no se podían poner al sol o en una vidriera, aunque sí en interiores. Se fueron mejorando el rojo y el verde, y pasaron muchos años hasta que apareció el led azul y se formó el RGB. Al principio era costosísimo, pero se abrió esa tecnología y se hizo conocida. Hace 25 años hablábamos de led y nadie sabía qué era. Hoy, por la iluminación o porque algún vehículo lo trae, ya es conocido. Cuando nosotros empezamos a fabricar, fue más que nada una cuestión de ganas, porque siempre fue más económico traer todo de China. Nosotros le pudimos desarrollo, diferenciación, toda nuestra capacidad para meterle más funciones. Así nos diferenciamos mucho en Sudamérica, y lo hicimos muy rápido: a los tres años ya estábamos exportando. En Ecuador, Colombia, Venezuela, Chile, Uruguay no existía la capacidad de fabricación que teníamos nosotros, y los chinos todavía no eran la potencia que fueron después. Por eso nosotros exportamos tanto, al punto que tuvimos stand en EEUU, a exponer nuestros productos, y también en México. Los americanos se sorprendían y decían “¿qué hacen estos tipos acá?”. Estábamos haciendo esta empresa.
¿Cómo se compite con China?
– Hoy los chinos invadieron el mundo. Hace 20 años atrás teníamos la visión de estar entre las primeras cinco empresas del mundo. Hace 15 cambiamos el paradigma porque nos dimos cuenta de que iba a ser imposible, porque los chinos son una topadora. ¿Qué hicimos? Dejamos de exportar en el volumen en que lo hacíamos y decidimos diferenciarnos, produciendo lo que ellos, por su masividad, no podían cubrir. Y así fue que le vendimos a Kuwait, porque teníamos la tecnología que ellos necesitaban. Le vendimos a Francia; y en América, sacando a Brasil, vendimos en todas partes.
Hoy las exportaciones están reducidas; tenemos algunas a Uruguay, Chile y a Venezuela, donde cerramos recientemente con la liga de fútbol venezolana. Pero, bueno, hoy exportar es más complejo.
¿Qué porcentaje de los insumos para sus productos son importados? ¿Están teniendo dificultades para acceder a ellos?
– Hoy la materia prima importada es el 80%. En cuanto a la producción es absolutamente nacional. Nosotros no importamos productos terminados. Y sí, estamos teniendo problemas por estas nuevas medidas que tomó el Gobierno en relación a la forma de pago de las importaciones a seis meses. Para nuestra industria es realmente grave. Estamos viendo cómo resolver los créditos a seis meses, que el mercado del exterior no nos los da.
Cuando van a las entidades financieras o sus proveedores del exterior y les explican la necesidad de que les den financiamiento a seis meses, ¿qué les responden?
– Entienden la situación, pero también ven el riesgo país y no nos financian. Esto me hace acordar a 2001, cuando Argentina entró en esa crisis. Nosotros ya teníamos clientes en varios países: dejaron de comprarnos y nos llamaban para preguntarnos si estábamos bien, porque veían las noticias. Claro, mandar dólares a un país convulsionado… Eso los frenó. Hoy también: quien tiene que pensar en darle o no un crédito a la Argentina, lo ve como complicado.
En la economía argentina pareciera haber dos realidades: por un lado, una fuerte crisis financiera y la necesidad de ejercer un control monetario; por el otro, un boom de consumo en determinados sectores. ¿Cómo evolucionan sus ventas?
– Las ventas están muy bien. Plata en la calle hay y los comerciantes la están queriendo invertir. Esta inflación está generando que todo el mundo esté comprando todo el tiempo. Pero, en los últimos 15 días, estos cambios nos han hecho poner el pie en el freno por el tema de la reposición.
¿Es difícil poner precio, tanto ustedes como sus proveedores?
– Los proveedores están complicadísimos. No nos están dando precio. Nos entregan mercadería, pero sin precio, y así no se puede trabajar. Eso también nos complica para ponerle un precio a nuestros productos, porque no sabemos a qué valor vamos a reponer.
Supongamos que conseguimos crédito, ¿cuál va a ser el valor del dólar oficial dentro de seis meses? Además, hay que ver si no vuelven a cambiar la norma.
¿Es este uno de los momentos más difíciles de estos 25 años?
– Yo creo que este momento es complejo. Tendría que mencionar 2001 y este momento, sobre todo porque todavía estamos en una situación de incertidumbre. Siendo positivo, a lo mejor se resuelve. Lo de 2001 fue una explosión que implicó facturar menos del 10% de lo habitual. Hoy nos agarra con una estructura más grande, lo cual es mejor, pero también más riesgoso, porque tenemos muchos empleados de muchos años. Los gastos fijos se mantienen, vendas o no vendas, haya inconvenientes en el país o no.
Cuando miran hacia adelante, ¿ven la famosa “luz al final del túnel”?
– Por naturaleza soy positivo y, como decía, no leo los diarios, pienso en trabajar y le doy para adelante. Lo que pasa que, con los cambios que hay… Por ejemplo, nosotros recientemente encargamos una mercadería y, cuando llegó, no nos dejaron pagarla. Y nos generaron un trastorno terrible porque cambiaron la norma cuatro días antes. Siempre hay una luz al final del túnel; esperemos que no sea un tren que viene de frente.
EVOLUCIÓN TECNOLÓGICA
Pensando en el futuro, ¿qué es lo que se viene en materia tecnológica para el mundo del led?
– Lo que se viene me pone contento porque permite corroborar lo que uno pensó hace tantos años. Es el uso masivo del led. La pantalla de led ya es un hecho: está en la vía pública, en los comercios, en la vidrieras, es una herramienta de comunicación muy importante. Se viene la pantalla led ultradelgada para utilizar en una vivienda, en un centro de convenciones y en las empresas. Viene para quedarse.
¿Cuál podría ser el uso de esas pantallas ultradelgadas en la vida cotidiana?
– Creo que el comercio lo va a utilizar mucho. Hay un tema: hoy el comercio de la Ciudad de Buenos Aires tiene un grado de restricción, porque no le permite al comerciante poner un letrero led o un frontal led para comunicar. Su herramienta para eso hoy es su vidriera. Y la ley lo complica, porque le pide estudios de impacto muy costosos. Creo que la Ciudad debería considerar de mejor manera al comerciante porque, de hecho, ya avaló el uso del led: en la calle Corrientes o la 9 de Julio tienen grandes pantallas; hay también en los kioscos de diarios; y hay mucho elementos led que la Ciudad utiliza para uso propio, como el Planetario o Constitución.
El led ha permitido reducir el consumo de energía, al menos en la iluminación. ¿Se va a profundizar esa tendencia?
– Sí, totalmente. El led es una tecnología ecológica, y que rinde mucho. Por eso las ciudades están yendo a la iluminación led. Además, no genera calor. Son muchas las ventajas. Y se trabaja para que cada vez esté más acorde a lo que necesita el planeta.