El Banco Mundial estimó que la economía argentina crecerá 2,6% este año, a medida que el consumo privado «se atenúe como consecuencia de la reducción del estímulo fiscal y la inversión disminuya».
Si bien el PBI argentino se desacelerará en 2022 respecto al año anterior, «el continuo impacto del fuerte crecimiento de 2021 dio lugar a una mejora del pronóstico para 2022», resaltó el organismo financiero. El Gobierno había estimado un avance del 4% del PBI en el proyecto de Presupuesto Nacional para 2022.
En su informe «Perspectivas Económicas Mundiales», difundido este martes desde Washington, el Banco Mundial prevé que el crecimiento de América Latina disminuirá hasta ubicarse en el 2,6% en 2022 y el 2,7% en 2023, a medida que se endurezca la política fiscal y monetaria, la demora en las mejoras en las condiciones del mercado laboral continúen y las condiciones externas se vuelvan menos favorables.
El proceso de recuperación hacia los niveles del Producto Bruto Interno (PBI) anteriores a la pandemia será desigual en la región y prolongado en algunos países, mientras que los brotes de Covid-19, incluidos los ocasionados por nuevas variantes del virus, «siguen constituyendo un riesgo a la baja incluso en países con altas tasas de vacunación», evaluó el organismo.
En cuanto a la economía mundial, el reporte indicó que tras el fuerte repunte registrado en 2021, «está entrando en una pronunciada desaceleración en medio de las nuevas amenazas derivadas de las variantes de la Covid‑19 y el aumento de la inflación, la deuda y la desigualdad de ingresos, lo que podría poner en peligro la recuperación de las economías emergentes y en desarrollo».
Así, el Banco Mundial aguarda que el crecimiento mundial se desacelere notablemente, del 5,5 % en 2021 al 4,1 % en 2022 y al 3,2 % en 2023, a medida que la demanda reprimida se disipe y vaya disminuyendo el nivel de apoyo fiscal y monetario en todo el mundo.
El organismo crediticio advirtió también que la rápida propagación de la variante ómicron indica que «probablemente la pandemia continuará afectando la actividad económica en el corto plazo». Asimismo, señaló que la marcada desaceleración de las principales economías (tales como los Estados Unidos y China) pesará sobre la demanda externa en las economías emergentes y en desarrollo.
«En un momento en que los Gobiernos de muchos países en desarrollo carecen de espacio macroeconómico para apoyar la actividad si fuera necesario, los nuevos brotes de Covid‑19, la persistencia de las presiones inflacionarias y de los cuellos de botella en las cadenas de suministro, así como la elevada vulnerabilidad financiera en numerosas partes del mundo, podrían aumentar el riesgo de un aterrizaje brusco», alertó.
Para el presidente del Grupo Banco Mundial, David Malpass, la economía global «se enfrenta simultáneamente a la Covid‑19, la inflación y la incertidumbre respecto de las políticas; el gasto público y las políticas monetarias se adentran en un territorio desconocido. El aumento de la desigualdad y los problemas de seguridad son particularmente perjudiciales para los países en desarrollo».