Tras negociaciones que incluyeron la visita de Alberto Fernández a Joe Biden, finalmente el Fondo Monetario Internacional (FMI) aceptó el pedido de Argentina de reducir la meta de reservas netas para 2023, teniendo en cuenta la histórica sequía que azota a su territorio y limita el ingreso de divisas por la agroindustria.
El organismo informó este lunes que la nueva meta es de US$ 8.000 millones, frente a los US$ 9.800 millones que se establecían en el acuerdo, luego de la aprobación de su cuarta revisión del programa total de US$ 44.000 millones.
Sin embargo, el Directorio subrayó en el informe sobre esa revisión que “el cumplimiento de los objetivos trimestrales requerirá importantes esfuerzos de política”, debido a que “los riesgos del programa ahora son más elevados debido a la situación económica menos favorable”.
“Los riesgos de implementación del programa siguen siendo muy elevados dada la compleja situación económica, social y política interna. Mayor inflación y marcadamente menor crecimiento podría alimentar el descontento social y socavar el apoyo al programa, particularmente dado el ciclo electoral”, advierte el Fondo.
Por un lado, tendrá menores ingresos por la sequía; por otro, deberá compensar el agujero fiscal que dejará la recién aprobada moratoria previsional, en torno al 0,4% del PIB; y, además, es probable que el gasoducto Néstor Kirchner no esté listo para este invierno, tal como estaba previsto, y eso genere importantes gastos por la importación de gas.
Con el nuevo objetivo trazado por el FMI, ahora Argentina deberá recaudar US$ 10.300 millones de dólares como reservas netas en el BCRA para fines de diciembre, porque a esa meta se suman los US$ 2.300 millones de reservas a fines de 2021. Cuando termine este primer trimestre, debería tener acumulados unos US$ 5.000 millones.
Por eso, está claro que el ministro de Economía, Sergio Massa, deberá implementar un nuevo programa de ajuste. En ese sentido, este miércoles dará a conocer un nuevo programa de intervención en el mercado cambiario, en el que se cerraría todavía más el grifo de dólares para determinados sectores.
Esta semana corrió el rumor de que una de las principales víctimas de este plan sería el turismo internacional: se eliminarían el “dólar Qatar” y la posibilidad de gastar con tarjetas de crédito y débito en el exterior, por lo que cualquier viajero debería procurarse billetes en el mercado paralelo o usarlos de sus ahorros. Desde el Gobierno y el sector turístico lo desmienten por el momento.
También podría haber medidas sobre el dólar ahorro, pero, en cambio, se habilitaría una nueva edición del “dólar soja” para mercados regionales afectados por la sequía u otros factores climáticos, como el vitivinícola con el granizo. También estarían incluidos el sector lácteo y el de las frutas y hortalizas del Alto Valle de Río Negro.