Por Tomás Rodríguez
Julián Lanzilotta (40) es una de esas personas que convirtió una pasión – el asado con amigos – en su trabajo. Fuegos, una empresa abocada a la fabricación de asadores, parrillas, fogoneros y hornos, nació por el deseo de Julián de compartir momentos con su círculo íntimo y ahora exporta a más de cincuenta países para que gente de todo el mundo tenga una probada de una verdadera pasión criolla.
Todo nació en 2017, en Moreno, provincia de Buenos Aires, de dónde Julián es oriundo. En ese momento se encontraba viviendo en Luján, pero continuaba juntándose a comer asados con sus amigos del Club Mariano Moreno, con quienes jugaba al rugby. Julián trabajaba en la ferretería de su familia, la cual no estaba pasando por el mejor momento. “Habíamos abierto una sucursal, pero yo estaba bastante endeudado. Siempre fui un tipo ‘hacedor’, me gustaban las herramientas, soldar. Me puse a hacer muebles para mi casa, y justo un amigo se compra un asador. Yo siempre hice asados en estaca, pero me incomodaba por el viento, porque el costillar podía caerse. Así que cuando mi amigo se lo compró, se me ocurrió hacerme uno, pero más alto”, recuerda Julián.
El proyecto fue muy lento y artesanal: le llevó 8 meses armarlo con elementos que iba encontrando y comprando en distintos lugares, siempre con la idea de hacer algo especial para disfrutar entre amigos.
“Finalmente compré el par de ruedas, lo termine, le puse tabla, cruz, parrillita, lo hice alto para que sea cómodo. Lo empecé a usar y fue una locura. Mis vecinos pasaban y me decían ‘dónde lo compraste’ y yo les decía que lo había hecho yo. ‘Haceme uno’, me pedían, y lo mismo mis amigos cuando venían a mi casa- Me empezaron a pedir que les hiciera a ellos, así que decidí hacer uno para el club”, cuenta Julián.
El segundo asador lo hizo más rápido, ya con el entrenamiento de haber trabajado en el primero. Una vez que lo llevaron al club, “explotó”. “Ya usándolo en mi casa me llamaba la atención lo que generaba, el tiempo que nos quedábamos alrededor del asado, cosa que antes no se daba. Eso fue un sábado, todos me agradecieron y me arrobaron en fotos en el instagram y al otro día tenía como cien mensajes de gente pidiéndome cotización”, cuenta Julián, con algo de la sorpresa que sintió en aquel momento. “Les contesté a todos que lo había hecho por hobby, que no me dedicaba a eso, pero los mensajes seguían llegando y dije: si tanta gente me está preguntando, esto es un negocio. Y ahí empecé. Era un proyecto nuevo, todavía no tenía precios, pero prometí que en poco tiempo iba a estar lanzando una página”.
Julián empezó a investigar y no encontraba nada parecido en el mercado, y lo poco que había, según cuenta, no estaba tan desarrollado como producto.
En su nuevo proyecto contó con un elemento que ya antes lo había acompañado: Instagram. “Siempre me gustó como red social. Apenas apareció, alrededor de 2010, me hice muy instagramer con mi cuenta personal. Pero cuando nació este proyecto, me di cuenta de que podía usarlo para la marca”, cuenta.
Ayudado por su hermano, Julián diseñó un logo y ya con la cuenta de Instagram andando y confiando en lo que su creación había comenzado a generar, entre junio y julio de 2018 se lanzó formalmente a la aventura y rápidamente cientos de personas comenzaron a contactarse a través de la red social para preguntarle por los asadores de Fuegos, y la onda expansiva no paró hasta hoy.
Al principio, la producción se mantuvo artesanal, pero según recuerda Julián, aproximadamente cuando terminó de fabricar el asador número 300 y a medida que empezaban a llegar pedidos del exterior, ya no pudo más. “Hubo un mes que tuvimos más como 200 pedidos de otros países y me asusté. Yo no tenía nada, tercerizaba todo y se me estaba complicando mucho. A demás, no quería quedar mal con los clientes porque en ese momento yo hacía todo: fabricaba los asadores, manejaba las redes, entregaba la mercadería, cobraba, iba a comprar chatarra, todo. Porque al principio lo hacíamos todo reciclando chatarra en el campo”, recuerda.
Así que decidió invertir algo de dinero, usar un galpón que era propiedad de su padre y comprar máquinas. “Hoy tenemos una fábrica tremenda en Moreno, con 30 empleados, con línea de producción, máquinas de última generación y el producto que más rotamos lo hacemos en 38 minutos”, comenta Julián con orgullo.
La cadena de producción parte de una chapa plana a la que se la corta con láser, se le aplica un proceso de cilindrado, soldadura, terminaciones y se corona con el logo de Fuegos. La fábrica tiene capacidad para generar 450 productos mensuales.
Hoy, Fuegos exporta a más de 50 países. Entre ellos, Nueva Zelanda, Australia, Canadá, Estados Unidos, Jamaica y algunos países de Europa.
“No es que tengamos sucursales en todos esos países, solo tenemos un lugar en Estados Unidos que vende nuestros productos, pero el resto son envíos a gente que nos ve en Instagram”, aclara Julián, al tiempo que celebra la herramienta fundamental que fue la red social para el desarrollo de su proyecto. “Para llegar a esos países lo único que tuve que hacer fue usar Instagram. Hoy tenemos casi 500.000 seguidores, el 40 % son de afuera, gente que viraliza nuestros videos. Y si bien pagamos publicidad para Argentina, lo de afuera es 100 % orgánico y no es que tenga una estrategia de marketing a nivel internacional”, comenta feliz con todo lo logrado.
Si bien Julián reconoce el momento de crisis que atraviesa la economía argentina, eso no lo desalienta. “Es cierto que nuestro país se planchó bastante, antes el producto lo compraba la clase media para arriba y ahora esa clase media está muy golpeada. Pero por suerte seguimos metiendo productos afuera y acá lanzamos productos más económicos, acordes a la situación. Hay una línea que la sacamos más básica, solo con una cruz y una parrilla, sin brasero y sin plancha, que se lo podes agregar después”, comenta.
Para el futuro, Julián sueña con hacer crecer la marca tanto dentro del país como en el exterior. El creador define Fuegos como una empresa semi familiar, donde su padre, su esposa y su cuñada participan del proyecto. Y es, a todas luces, una muestra de todo lo que puede ser creado a partir de las ganas de compartir un rato agradable con gente querida alrededor del fuego.