Por Romina Andreani
Marcelo Cavazzoli, Founder & CEO de Lemon, relata los desafíos de emprender en el mundo de las criptomonedas. Aprendizajes, equipo, el valor de las “malas ideas” y el futuro del dinero como oportunidad de negocios.
¿Cómo definiría el servicio que da su empresa y en qué lugar del entorno cripto se lo podría ubicar?
– Lemon es una billetera que reúne el dinero como lo conocemos hoy y el dinero que vamos a empezar a usar a partir de hoy. En el mismo lugar. Es como una gran billetera en donde cambiamos la forma en la cual interactuamos con el dinero. Hoy si querés usar cripto, por ahí te tenés que ir a un lugar, y si querés usar algo para pagar o comprar algo, te tenés que ir a otra aplicación. Lo que hacemos entonces es que sea la misma , porque a fin de cuentas va a terminar siendo una sola cosa. ¿Cómo nos posicionamos en la industria? Yo creo que es una categoría nueva. Creo que no hay algo especial para definirlo. Después es un exchange o un broker, y creo que lo más parecido es una wallet; en definitiva, es una forma para interactuar con el dinero que tienen las personas.
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¿Cuándo te imaginaste que esto podía pasar?
– Cuando conocí Bitcoin, al principio, como casi todos en ese momento, lo desestimamos. Entonces, dije, me voy a poner a estudiar qué es esto. Justo yo estaba haciendo ingeniería informática, y como que pude aplicar toda la parte técnica para descifrar cómo funcionaba. Cuando lo terminé de entender, aproveché y en una hoja A4 me puse a hacer todo el modelo de cómo era enviar Bitcoin de una persona a otra. Termino de hacer ese flujo y digo, ah, esto es como el torrent del dinero. Y ahí dije, esto va a cambiar el mundo.
¿En qué año tuviste esa visión?
– 2013. Sí, hace 12 años.
Sobre tu rol emprendedor, ¿cuál es el background profesional, laboral y/o académico que te llevó a crear este proyecto?
– Siempre me gustó mucho la tecnología, desde muy chiquito. Y empecé a programar, de hecho, en una calculadora, esas gráficas… la que yo tenía tenía un botón de PROGRAM. En ese momento no podías usar esas cosas, teníamos los Nokia 1100 y no los podías usar tampoco, pero con la calculadora nadie te decía nada. Entonces, por ahí estaba, no sé, en Geografía, y yo estaba con la calculadora. Yo estaba programando juegos y vivía más que nada en un mundo de juegos de rol, de magos y dragones, y todas esas cosas de juego de RPG. Y pasaba horas. Cuando tenía 16, de repente me di cuenta de que sabía programar. Era un lenguaje, una adaptación de Visual Basic. Y me pregunté: ¿qué más puedo hacer después en la calculadora? Y empecé a hacer páginas web. En ese momento, se usaba mucho, creabas una página web, por ahí le ponías anuncios. Era el auge de la web y armé una página y le fue muy bien.
A los 16 años recibí mi primer cheque de Mountain View, California, de Google, por unos 80 dólares. Todo por los anuncios de la web. Vi el rumbo por acá, me dije: yo quiero emprender tecnología, quiero construir tecnología, quiero estudiar esto, quiero aprender más.
Después me gradué en ingeniería informática en la UBA. Siempre quería crear cosas. Es más, desde el primer año hacía proyectitos y aplicaciones y todo lo que aprendía en la facultad, lo materializaba en proyectos. Ya a los 20 años, uno de mis profesores me invita a trabajar en una compañía de desarrollo en un equipo en Clarín, una plataforma que se llamaba Argenprop, de inmuebles. Yo quería ir, más que nada, para aprender cómo era una compañía de software. Así que acepté, y por un momento estuve estudiando ingeniería informática y trabajando. Me acuerdo que fue muy duro hacer las dos a la vez. Pero aprendí, absorbí como una esponja todo, cómo se mezclaban los equipos. Hasta que dije, bueno, ya tengo todo lo que necesito, por lo menos eso creía, y me voy a mandar ahora a hacer mi propia compañía.
¿Y cómo surgió, después de este recorrido que hiciste, la chispa inicial para idear LEMON y armar el equipo?
– Probando y probando. Lo que me pasaba es que no tenía capital. Aspiraba a ser ingeniero informático y no tenía ninguna formación ni de negocio ni de levantar capital ni tampoco tenía un network como para hacerlo. Entonces, como me gustaba tanto crear, dije, bueno, voy a empezar a vender software. Y lo que hice fue como una software factory antes de Lemon, que se llamaba Lemonatio. Mitad del tiempo trabajábamos para clientes, mitad del tiempo hacíamos proyectos: videojuegos, aplicaciones, redes sociales. Eso lo mantuve por muchos años porque era la manera que encontré de poder fondear estas ideas, estos proyectos. Cuestión que en 2013 surge el fenómeno Bitcoin, fui metiendo cada vez más. No tenía muchas cosas porque era muy joven. Tenía una moto que la vendí para comprar Bitcoins y me tomaba el colectivo. Después, mi mamá tenía un auto que, bueno, sí, lo vendí. Empecé a pasar todo lo que tenía: estaba muy convencido de Bitcoin. Y me di cuenta de que estaba haciendo un montón de cosas, apostando a este futuro financiero, pero con la parte profesional seguía haciendo otras aplicaciones. Entonces me propuse empezar a acercarme de manera más profesional, como una forma de alinearme en mi carrera con eso que yo creía que era el futuro. Empecé primero haciendo proyectos para compañías como Software Factory. Agarré el boom de 2017 donde crypto subió de 1,500 dólares a 19,000, y ahí aparecen un montón de proyectos. Trabajé ahí, aproveché, aprendí un montón. Y dije, ahora es hora de hacer algo.
Entonces, empecé también a hacer proyectos, no Lemon en sí, sino proyectos crypto. Empecé, hice un proyecto que se llamaba Crypto World Cup, que he hecho, creo que la página web sigue estando, que te permitía jugar a ver quién ganaba el mundial de 2018 en crypto. Eso me permitió aplicar a una hackatón, que fue la ETH Global en Buenos Aires, y ganar uno de los premios. En esa conferencia vino gente de todo el mundo, y pude ver algo que hasta ese momento no había visto, que era cripto, no solo como el futuro del dinero, sino como el futuro de internet.
¿Estás hablando de Web3?
– Sí. Vi todos los proyectos que estaban haciendo y dije «wow, esto es mucho más grande que solamente una nueva forma de dinero». Esto va a reemplazar a internet como lo conocemos. Y en ese momento le dije, basta, no voy a seguir un día más si no me dedico solo a este ecosistema. Entonces, cerré los otros proyectos que estaba haciendo, y dije, me voy a meter en esto. Y ahí me encontré con 2 caminos. Uno, seguir construyendo en Web3 y en protocolos, que era por ahí lo que más me divertía. O el segundo, donde podía tener más impacto, que era resolver el dilema: este futuro está increíble, pero es muy difícil de usar. ¿Cómo podemos hacer para que la gente se sume? Y opté por el segundo porque creí que podía contribuir más.
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Hoy pensaríamos que una fintech de este tipo en seguida llamaría la atención de inversores y venture capital ¿fue así?
– No, para mí cuando vos tenés muchos “No”, es muy probable que sea o una muy buena idea o una idea mala más. Pero al menos para mí, es una buena señal cuando algo parece totalmente mala idea. O sea, a mí se me reían cuando escuchaban, cuando yo iba a buscar inversión. Para que te des una idea, había contratado a un amigo part-time para que aplique a todos los programas de aceleración que existían en el planeta, hasta de Europa, y todos me rebotaban. Y ahí dije, bueno, esperá, tal vez puedo aprovechar esto, y empecé a pedir feedback. Y empecé a escuchar. Entonces, empecé a aprender de los “No”. Empecé a aprovechar ese rechazo para mejorar.
¿Cuál es el diferencial de LEMON?
– Yo creo que lo que más nos define es la empatía. Y sé que es un concepto medio abstracto, pero encontramos la manera de entender al usuario, a la persona de a pie, que es la que usa Lemon y la que básicamente somos todos nosotros. Tanto las necesidades que tiene, pero también cómo vamos a ser para que entiendan, para que les guste ese producto y para que lo quieran usar. Entonces, desde lo que hacemos en producto, desde la manera en la que comunicamos, desde por dónde lo comunicamos, desde el tono de voz, todo lo hacemos siempre pensando en el usuario primero.
Bitcoin vuelve a cotizar en precios máximos históricos. “Influencers” como Trump y Elon Musk impulsan la cultura cripto: ¿el bitcoin vuelve a estar de moda, luego de haber sido desplazado de la conversación global por la fiebre IA?
– En esta historia que tuve con Bitcoin viví muchos ciclos de tendencia. Estas opciones tienen altas y bajas. Cada vez más se entiende la propuesta de valor de Bitcoin, y cada vez cobra más impacto contra la otra forma de dinero. En Bitcoin, la principal propuesta de valor es la inmutabilidad en la política monetaria. Es decir, acá las reglas son estas y se van a emitir tantos Bitcoins y se emiten tantos Bitcoins cada 10 minutos y esas reglas están claras de acá al año 2140. Ningún político puede decir bueno, ahora vamos a imprimir más. También yo lo veo como algo generacional. Toda la gente que está naciendo hoy ya lo hace en un entorno Bitcoin, ya existe Ethereum y cientos de criptomonedas. ¿Por qué van a elegir el dólar o el peso?
¿Cuáles son los próximos hitos de Lemon?
– Tenemos la expansión en Latam, que es clave. Y acá en Argentina lo que vamos a hacer es poner los superpoderes que tiene cripto en el sistema financiero tradicional. Así que vamos a ver muchos productos nuevos a lanzar este año. Una locura de productos. Creo que va a ser el año que más productos lancemos.
¿Qué rol juega la innovación tecnológica y qué profesionales vana necesitar para seguir creciendo?
– El equipo es todo. Y ese es tal vez uno de los aprendizajes que tardé tiempo en aprender. Lo que hace una compañía es el equipo. Así que ahora estamos en contrataciones, trayendo gente nueva para construir productos con la empatía como pilar principal. Así que estamos buscando gente de tecnología, desarrolladores, gente de producto, de diseño, de comunicaciones, de UX. Armando equipos para los desafíos que se vienen tanto en la Argentina como en la expansión de América Latina. Hoy tenemos el liderazgo de toda la región. Somos la empresa latinoamericana con más usuarios activos de toda la región. Y apostamos al crecimiento.