Por Mariano Sardáns
CEO de la gerenciadora de patrimonios FDI.
El COVID aceleró en el mundo entero una “movida” que hasta hace unos meses se concentraba mayormente dentro de los EEUU. A partir del tiempo ocioso que tuvieron por las cuarentenas, millones de inversores alrededor del mundo pudieron ocuparse de sus finanzas e indagar y comparar diversos proveedores de servicios financieros.
Esto está provocando un éxodo masivo de inversores saliendo de bancos y brokers tradicionales y llevando todos o parte de sus activos hacia entidades financieras en los EEUU que permiten custodiar y operar sus inversiones a muy bajos costos y/o con nulas comisiones. Se trata de los -cada día más conocidos- discount-brokers, que no hacen otra cosa que brindar a sus clientes acceso directo al mercado sin la intermediación de asesores/vendedores que no agregan valor.
Los discount-brokers son similares a los brokers tradicionales en su estructura, pero al evitar a los comerciales, permite que los inversores realicen operaciones de compra/venta con comisión cero para varios tipos de títulos, ínfimas diferencias de precios en la compra y venta de bonos, así como la bonificación del costo de muchos servicios financieros.
Poder operar a costo cero o casi nulo es un gran logro y un inmenso ahorro para los inversores, en perjuicio de las entidades financieras.
Esta nueva generación de inversores, de alguna forma “independientes” y sin asesoramiento que, a veces hasta por diversión, invierten a través de los famosos Robinhood, Interactive Brokers, TD Ameritrade, E-Trade y otros discount-brokers muy populares, según algunos referentes de Wall Street, son los culpables de estar generando una burbuja en el mercado de acciones que, tarde o temprano, dejará muchos inversores muy lastimados.
Suceda realmente o no, la realidad es que estos inversores ya han probado que pagarle una comisión por comprar o vender un título y otros costos financieros a un supuesto asesor, que en realidad es un vendedor de productos/servicios financieros presionado para cumplir sus objetivos de venta; ya no les agrega valor. Eventualmente, quieren tener enfrente a un asesor con intereses alineados, o sea que sólo cobre honorarios pactados con el propio cliente y no comisiones o retornos de ningún tipo.
Hasta el más avezado y sofisticado de los inversores, reconoce la importancia de tener un asesor que le ayude a evitar tomar decisiones “emocionales” en su propia cartera. Más aún los inexpertos, que a su vez necesitan entender los pro y contras de cada instrumento financiero, sus versiones, costos ocultos y hasta sus consecuencias tributarias tanto en el país donde invierten, como en su país de residencia. También, que lo prepare para lo que puede llegar a pasar. En definitiva, que sepa prepararlo para lo peor, esperando lo mejor.
Pero poder operar a costo cero o casi nulo es un gran logro y un inmenso ahorro para los inversores, en perjuicio de las entidades financieras. Un “gustito” al cual los inversores ya no quieren resignarse.