Por Mariano Leira
Organismos internacionales, financistas con intereses en el país, países socios y fronterizos, observan desorientados cómo este fin de mandato encuentra a la economía. Desconfianza por Massa, preocupación por Milei e incertidumbre por Bullrich. El mundo financiero espera la llegada del próximo gobierno antes de decidir qué hacer y si nos darán una nueva oportunidad.
Pasan los años, pasan los gobiernos, pasan inviernos, queda… la Argentina. Valga la paráfrasis de Enrique Pinti, comediante, trovador y catalizador de la decepción de la clase media de los años ’90, que ponía a los artistas como testigos de la crisis. Desde una perspectiva global, el cénit de este turno peronista de gobierno confirma con hechos cierto apego a la crisis para pasar el tiempo, los años, los gobiernos, los inviernos.
Los organismos internacionales, los financistas con intereses en el país, los países socios y los fronterizos observan desorientados cómo este fin de mandato encuentra a la economía, al Gobierno argentino y a sus instituciones desguarnecidas, sin capacidad de gestión y con un futuro tan cuestionado y sujeto a vaivenes.
Durante más de un año y medio, la Argentina se abocó a renegociar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, que logró sellar el ex ministro de Economía Martín Guzmán, que en 2022 partió precisamente cuando se puso en crisis el cumplimiento de las metas acordadas con el organismo. Solo un trimestre la Argentina cumplió las metas acordadas en la renegociación del préstamo que tomó Mauricio Macri en 2018 por US$ 44.000 millones.
El resto, la Argentina tomó fondos y, progresivamente, fue abandonando un sendero de ajuste fiscal que, hasta el primer trimestre de este año, el ministro de Economía y candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa, se había esmerado en cumplir. Efecto de la sequía que restó divisas a la economía, una nueva renegociación, en la que intercedieron los EE.UU., resultó en un acuerdo de compromiso que permitió un giro de US$ 7.500 millones para evitar un incumplimiento poco después de las PASO. Sumados a otros desembolsos de organismos, se pudo llegar a una suma suficiente para pagar los préstamos de China y de Qatar que asistieron para un vencimiento anterior.
No bien sucedió el último desembolso, después que su espacio quedó tercero entre los más votados, Massa emprendió una campaña electoral acudiendo a recursos fiscales que pasaron por encima a todos los acuerdos sellados. En noviembre, cuando el proceso electoral haya concluido, el gobierno argentino deberá volver a sentarse con el FMI para negociar como se sigue. Por el momento, las líneas están cortadas. Esperan para ver.
Tanto con el FMI como con cualquier interlocutor extranjero, el problema de un gobierno “pato rengo” es exponencial con la Argentina, por tres razones: la incertidumbre sobre el futuro presidente, las dudas sobre la capacidad que tendrá el sucesor de Alberto Fernández en el sillón de Rivadavia para conducir el proceso político y porque el presidente en funciones es no solo el ministro de Economía sino el candidato del oficialismo.
“La verdad es que acá no sabemos muy bien si el Sergio Massa que conocíamos, es el que vemos operar actualmente o qué versión y con qué proyecto sería presidente en caso de ganar”, confía a Newsweek un financista radicado en Nueva York que solía formar parte de las ruedas de contacto habituales del ex intendente de Tigre, en los encuentros con fondos de inversión.
“Es un desastre lo que está haciendo, nada que ver con lo que siempre nos planteaba acá. ¿Si gana seguirá así? La economía no le va a permitir que siga con este distribucionismo sin introducir reformas», agregó.
Cabeza de un fondo con inversiones “hundidas” en la Argentina, el financista pone el foco en lo que es la preocupación más legítima de los inversores del exterior. “Ahora, lo que interesa es saber qué está pensando, qué quiere hacer y, sobre todo, cómo”, reconoce.
Otro financista de Wall Street, en este caso un argentino que emigró en los ’90 y que estuvo al frente de las operaciones de Morgan Stanley con la región, coincide con algo de esa mirada. “Acá, en la comunidad financiera, tuvo mucho impacto la imagen de Tucker Carlson que haya viajado especialmente a la Argentina para entrevistar a Javier Milei”, comenta Fabián Onetti, director de Winston Capital, una importante gestora patrimonial de Nueva York.
Tucker Carlson subió una foto con Milei: «Probablemente el próximo presidente de Argentina»
A su juicio, es una figura de peso en los círculos conservadores, muy seguida por su perfil provocador que lo llevó de hecho a ser expulsado de la propia cadena Fox, el medio alineado con el “trumpismo”. “Es muy parecido a lo que fue el fenómeno de (Bernardo) Neustadt en los años ‘90”, grafica el financista.
A pocas horas de ser distribuida la entrevista en la red social X, el video se transformó en uno de los más vistos entre los jamás publicados en la otrora Twitter. Más que otro hit de las redes como había sido la entrevista del propio Carlson a Donald Trump. “Llamó mucho la atención en círculos financieros. Por eso la convocatoria con Darío Epstein y Juan Napoli realmente convocó a gente de los bancos de acá”, relató. Como la mayoría de los asistentes, Onetti también cree que la presentación no fue buena.
“No había un plan estructurado que pudieran presentar, con etapas y objetivos concretos en lo fiscal, lo monetario, en el planteo de la dolarización; además, hay que tener en cuenta que los bancos no tienen millones a disposición como antes del 2008. Es otro mundo, que parecen no haber registrado este equipo”, relata.
¿Hay espacio para que Milei, o la Argentina, logren financiamiento para la nueva etapa?, se le pregunta.
“En el mundo hay fondos, pero hay que saberlos buscar. No están en los bancos y hay que mostrar metas concretas. Eso no lo tiene desarrollado Milei. Y quiénes sí podrían generar financiamiento son los grandes fondos de inversión internacionales”, sugirió.
Señala Onetti que, en paralelo con la Asamblea General de las Naciones Unidas, en la tercera semana de septiembre, Volodimir Zelensky, el presidente de Ucrania, se reunió con grandes fondos de inversión, a instancias de JP Morgan, para pedirles fondos para la reconstrucción de Ucrania en guerra. ¿Podría la Argentina concitar la atención de esos inversores sin haber atravesado un conflicto bélico como el que lleva un año y medio en Europa Oriental?
Otro asistente al encuentro de los asesores de Milei en la residencia del ex HSBC, el argentino “Gerry” Matto, en Connecticut, también se asombró del grado de desconocimiento del equipo libertario de las herramientas y hechos estratégicos de antecedentes globales en materia de medios de pago, divisas y monedas soberanas en países con distintas modalidades de banco central. “Estados Unidos, por ejemplo, no tiene una moneda de curso legal. Hay países cuyas monedas son emitidas por los bancos directamente”, se explayó.
El costado de falta de garantías de gobernabilidad es otro de los aspectos que preocupa en Wall Street. “En ese aspecto acá preocupa lo que se ha dicho de la falta de estabilidad emocional que puede tener para ocupar el cargo de presidente, y a juzgar por sus reacciones públicas parece preocupante. Pero también asusta mucho el futuro de la estabilidad institucional”, explica.
“¿Qué capacidad va a tener, hipotéticamente, para hacerle frente a un juicio político en el Congreso si no tiene ni un tercio de las bancas en las cámaras? ¿Tendrá la muñeca necesaria para armar coaliciones que le permitan pasar leyes, las reformas que promete en la campaña e incluso evitar ese impeachment?”, se preguntó.
EL PATO RENGO
No es el único foco de preocupación en las finanzas que vendrán. También recogieron una mala impresión de la visita que el 18 de septiembre, en el marco de la Asamblea de la ONU, realizó Alberto Fernández al Council of Americas, donde participaron un puñado de empresarios ligados a la Argentina y a los mercados globales.
“Fernández habló de que cuando deje la Presidencia quiere dedicarse a cerrar la grieta política”, relataron. Pero causó preocupación la mirada que transmite ahora mismo la Cancillería del país acerca del rol internacional de la Argentina.
“El presidente argentino reivindicó la inserción en los BRICS (la unión de los grandes países emergentes nucleados en torno de Rusia y China, que también integra Brasil, junto a India y Sudáfrica), como una poderosa alianza global de productores de energía y comida”, dijeron.
“No causó una buena impresión”, relataron varios concurrentes, quienes, en ese contexto, vuelcan la mirada sobre los posibles ganadores de la contienda de octubre-noviembre.
Los más conocedores de la realidad de la Argentina, se muestran afines a los planes y proyectos de los equipos de Patricia Bullrich. “Los conocemos y tienen un esquema mejor sustentado –dice uno de los consultados-. Además, mi mujer argentina, reconoce, está aterrada con lo que pueda hacer Milei”, comenta.
VECINDAD
La caída de actividad, falta de divisas, el cepo paralizante de la producción industrial, un contexto de altísima inflación con pronóstico reservado e indicadores de pobreza escandalosos, alimentan una candente situación interna. Pero, además, el modo “fin de mandato” del Gobierno, su estilo de gestión, el entrecruzamiento de objetivos estratégicos al interior del oficialismo y la incertidumbre del futuro político, además, se tradujeron en tensiones en las fronteras.
En la cuenta de la gestión Fernández-Massa, se cuece a fuego lento un estrambótico conflicto con Paraguay, que en gran medida alineó al resto del Mercosur contra la Argentina.
Todo comenzó con la decisión unilateral de la Argentina, de cobrar a las barcazas paraguayas un peaje en el tramo Confluencia-Santa Fe, luego de que los cuatro países involucrados en la Hidrovía Paraguay Paraná (Argentina, Paraguay, Brasil y Uruguay) acordaran una prórroga para la no percepción del gravamen.
El propio presidente de Paraguay, Santiago Peña, negoció con Massa en un diálogo que, según denunció el mandatario, contemplaba una salida, para que luego la Argentina decidiera aparentemente desconocer públicamente el acuerdo. “Yo no le compraría un auto usado a Massa”, dijo Peña.
Mientras escalaba este conflicto y los socios de la Hidrovía se quejaron por el cobro de la tasa correspondiente a dragado en territorio argentino que aplicaban las autoridades de Buenos Aires, las chispas saltaron a las incursiones de la armada de Paraguay realizando procedimientos en aguas argentinas.
Del lado paraguayo, las autoridades de Asunción decidieron dejar de suministrar a la Argentina energía de la generada en la represa binacional Yacyretá hasta tanto, desde este lado de la frontera, no se salde una deuda de US$ 93 millones, de los cuales son exigibles unos US$ 39 millones.
La réplica, fue la suspensión de venta de gas argentino a Paraguay bajo el pretexto de maniobras de contrabando de dos empresas exportadoras habituales de gas licuado en tanques. Unos 20 camiones con 800 toneladas de gas con destino a Paraguay permanecieron detenidos en la frontera argentina a instancias de la AFIP. Fueron frenados en Formosa, en el cruce entre Puerto Pilcomayo y el de Itá Enramada.
El gas de la Argentina cubre el 70% de las importaciones de Paraguay, que dada la suspensión de ventas, ahora explora un acuerdo con Bolivia.
Las circunstancias financieras involucraron en el último semestre más de cerca a la Argentina con el gobierno brasileño de Luiz Inacio “Lula” Da Silva. Lula impulsó el financiamiento del banco de desarrollo de los BRICS para los pagos al FMI, empujó la inclusión de la Argentina en el conglomerado de países emergentes con aspiraciones de competencia global con el G7.
Con una estrategia de inserción global independiente, Brasil busca alinear a la región. Para esos planes, el hipotético emplazamiento en la Argentina de un gobierno que no sea la continuidad del peronismo kirchnerista sería una complicación. Milei lo hizo más explícitamente en la ya aludida entrevista con Tucker Carlson, en la cual prometió que no haría negocios con comunistas como los de los gobiernos de China y Brasil. Nada menos que dos de los tres principales socios comerciales de la Argentina.
Habrá que verlo, pero mientras tanto, Lula puso a disposición equipos comunicacionales que lo asesoraron y que conocen muy de cerca un fenómeno disruptivo de derecha, como el que representó Jair Bolsonaro en Brasil.
El ministro de Economía brasileño, Fernando Haddad, ya advirtió que si Milei gana las elecciones, la continuidad del Mercosur estará amenazada. Lo hizo al mencionar la integración del Mercosur con la Unión Europea, que Brasil se propone revitalizar. Según Haddad, “este acuerdo puede ser un antídoto contra medidas que puedan desorganizar a la región”, dijo, en alusión a la propuesta rupturista con Brasil.
Lula mismo ya había señalado en Nueva York que “la democracia corre peligro porque la negación de la política hace ocupar espacios a sectores extremistas, como ya ocurrió en Brasil, como está ocurriendo en la Argentina y en otros países”.
El embajador argentino en Brasilia, Daniel Scioli, advirtió acerca de este flanco. El diplomático político escribió un libro para relatar su exitosa experiencia en Brasil, que se inició con una remontada de la relación bilateral con Bolsonaro. Explicó que representantes de diversos estados brasileños lo consultaron porque “muchas empresas que han invertido en Brasil y en Argentina con proyecciones de mediano y largo plazo, tienen mucha incertidumbre, temen por el próximo gobierno si gana Javier Milei. Algo similar ocurrió antes, cuando Bolsonaro decía que la Argentina era comunista e iba a romper el Mercosur. Hemos trabajado arduamente para que no se rompa”, indicó.
Brasil es hoy el principal socio comercial de la Argentina, y a ambos lados de la frontera crece la integración de algunos sectores industriales.
Así las cosas, el Mercosur como bloque está amenazado por el presente y por el futuro. A la cuenta de los incidentes con Paraguay, que involucran el paso en la Hidrovía del 75% de las exportaciones argentinas, por caso, también hay que sumarle los chispazos con el gobierno de Uruguay.
El peso, la moneda de la Argentina, es la que más se ha depreciado entre todos los emergentes, alrededor de 46% en el año, mientras que el resto de América latina las ha apreciado. El resto, no la Argentina, forma parte de un selecto club global que a fuerza de una dura experiencia y mirando a la Argentina, pudo evitar un estallido inflacionario a la salida de la pandemia.
La excepcionalidad argentina, a pesar de reiterada, no deja de sorprender. Pasan los gobiernos, pasan las guerras, pasan los inviernos, pero queda, así, la Argentina.