1.1 millones de personas debieron irse de Siria desde el 27 de noviembre cuando comenzó la ofensiva del grupo Hayat Tahrir al Shams (HTS), liderado por Abu Mohammed al Jawlani, para derrocar a Bashar al-Assad del poder.
El número fue dado a conocer por la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), que indicó que en Alepo hay «escasez de alimentos» por el cierre de panaderías a raíz de la falta de harina y diésel.
Al mismo tiempo, es «limitada» la cantidad de verduras que pueden conseguirse.
A eso hay que sumarle los cortes de electricidad, que continúan en ciertos barrios y los precios del combustible que siguen subiendo.
En cuanto a la entrega de ayuda, OCHA asevera que es «difícil» en ciertas zonas del noreste de Siria. «En Raqqa, Tabqa, Hasaka y Derik se han experimentado restricciones de movimiento debido a los puestos de control y las informaciones de saqueos en esas áreas», precisó.
No obstante, agencias de la ONU pudieron repartir comida a más de 700.000 personas en el noreste de Siria desde que estalló el conflicto en el país, al tiempo que 40.000 desplazados siguen refugiados en 200 centros.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) comunicó que llevará adelante un refuerzo de sus programas en Siria con el objetivo de asistir a su población. También exigió ayuda internacional y recordó que a comienzos de este año 12,9 millones de personas sufrían inseguridad alimentaria.