En medio de una ola de descontento contra la socialdemocracia que controla el país (una coalición formada por los Verdes y los Demócratas Libres) y hoy está liderada por el canciller Olaf Scholz, la extrema derecha sigue avanzando y empieza a institucionalizar ese avance en las urnas.
El partido Alternativa para Alemania (AfD), fundado hace 10 años y con el que ninguna agrupación quiere colaborar por sus ideas radicales, ganó este domingo su primera elección. Se impuso en el distrito de Sonneberg, en el estado oriental de Turingia, con el 52,8% de los votos.
Se trata de una localidad pequeña, de apenas 56.000 habitantes, en la que el candidato de extrema derecha Robert Sesselmann logró acceder a la segunda vuelta y fue enfrentado por todo el espectro político alemán: los socialdemócratas junto a los conservadores. Y Sesselmann ganó con contundencia por el 52% contra el 47,2%, enviando una señal de advertencia a Berlín.
El aluvión de la ultraderecha en el mundo: un fenómeno político, social y cultural
A nivel nacional, las encuestas muestran a AfD en un tercer lugar (con un 20% del electorado), por detrás de la coalición gobernante y de los conservadores, lo que los vuelve una fuerza importante, con capacidad de negociación. Su penetración en el electorado se basa en el aprovechamiento de algunas preocupaciones actuales de muchos alemanes, como la recesión económica, la inmigración y la transición ecológica, con un discurso nacionalista, simplista y agresivo.
Este triunfo distrital y el crecimiento de otras derechas en toda Europa y el mundo entero, aseguran, le permite ir potenciando su proyección y ya pensar en preparar un candidato a canciller para 2025.
El avance de AfD genera preocupación en gran parte de la población y las instituciones, ya que Alemania todavía es sensible a los discursos de extrema derecha, dado su pasado nazi. Por eso, Josef Schuster, presidente del Consejo Central de los Judíos de Alemania, expresó su conmoción: “Este es un parteaguas que las fuerzas políticas democráticas de este país no pueden simplemente aceptar”.
En el plano internacional, este crecimiento también está siendo seguido de cerca por otras naciones, ya que AfD ha sido desde su origen una fuerza “anti-euro” y se manifestó en contra de las sanciones a Rusia por la invasión a Ucrania. Además, es negacionista en relación al cambio climático en un continente que que tiene metas ambientales sumamente exigentes y costosas de cada a las próximas décadas.
