Aunque fueron vistos como salvadores de la economía mundial tras la crisis financiera de 2008 y el estallido de la actual pandemia, los bancos centrales actúan en forma dispersa cuando se trata de abordar el cambio climático.
El discurso titulado “Rompiendo la tragedia del horizonte: cambio climático y estabilidad financiera” dado en 2015 por el entonces gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, se considera un detonador de la actuación de los bancos centrales respecto del cambio climático.
Si bien no están directamente involucrados en abordar el calentamiento global, los bancos centrales deben estar atentos a su impacto en la economía y el sistema financiero. En medio de una creciente preocupación pública, las instituciones están incorporando consideraciones sobre el clima en sus políticas y están atentas a las amenazas a sus principales cometidos: estabilidad de precios, implicaciones en la supervisión bancaria y crecimiento económico en general.
Una herramienta a su disposición son las pruebas de resistencia bancaria, que puede medir cómo se comportarían las instituciones financieras frente a las crisis climáticas.
Mientras el Banco Central Europeo lanza iniciativas en ese sentido, el Banco de Francia ya puso a prueba nueve grupos bancarios y 15 aseguradoras en mayo, estimando un riesgo hasta ahora moderado para esos establecimientos.
El Banco Central Europeo toma cada vez más en cuenta el riesgo climático cuando compra obligaciones emitidas por empresas o carteras de operaciones de refinanciamiento, dando preferencia a las firmas que aportan activos no relacionados con actividades contaminantes. El Banco Popular de China también toma en consideración las pruebas de estrés climático.
El Banco de Inglaterra las usa desde junio en grandes firmas como HSBC y Barclays debe anunciar antes de fin de año su programa para comprar activos con criterios verdes.
Muchos bancos centrales se unieron a la Red para Ecologizar el Sistema Financiero (NGFS por su sigla en inglés), que actualmente comprende 95 bancos centrales y reguladores, incluidos los de China, India y Brasil. Otro de sus miembros, el Banco de Japón, propuso en junio otorgar préstamos a tasa cero a instituciones que financien proyectos para la conservación del medioambiente.
El organismo también comprará obligaciones verdes en divisas extranjeras. La Reserva Federal (Fed) estadounidense, el mayor banco central del mundo, está no obstante rezagado. Su presidente, Jerome Powell, afirmó que la protección del medioambiente no es “algo que abordamos directamente”.
Sin embargo, “nos sentimos implicados en el hecho de pensar en riesgos climáticos”, como catástrofes naturales, para determinar posibles implicaciones para la economía y el sistema financiero, indicó el miércoles pasado la jefa de la oficina de la Fed en San Francisco, Mary Daly.
La actuación de los bancos centrales es al mismo tiempo “rápida y lenta”, estimó Eric Dor, director de estudios económicos en la IESEG School of Management.
Si bien no faltan las ideas, “ponerlas en práctica es muy complejo; hay que convencer a muchas partes interesadas”, dijo. La imposición de restricciones financieras, la realización de pruebas de resistencia o la compra de activos verdes “tienen que ser progresivas”, afirmó el economista.
Los bancos centrales de los principales países desarrollados exhortan a los gobiernos a tomar en cuenta estos asuntos, de la misma forma que lo hicieron tras las dos últimas crisis económicas.
“Son los gobiernos, no los bancos centrales, los principales responsables de facilitar una transición ordenada y los que controlan las principales herramientas necesarias”, dijo la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, en julio.
“Los bancos centrales deben resolver una parte del problema, pero no llegarán a ningún lado si tratan de hacerlo solos”, dijo en tanto Romain Svartzman, economista del Banco de Francia y coautor de un informe titulado “The Green Swan” (El Cisne Verde).
“No hay ningún interés en que un banco central se mueva solo en un país en donde el gobierno no hace nada, y viceversa”, concluye. N —∞—
Con información de AFP
Publicado por: Ali Bekhtaoui
Publicado en cooperación con Newsweek/ Published in collaboration with Newsweek