En una jornada de masivas movilizaciones contra el Gobierno, grandes columnas de brasileños salieron hoy a las calles en decenas de ciudades del país, pese al temor a una tercera ola de contagios, para protestar contra la gestión de la pandemia del presidente Jair Bolsonaro, y pedir que aumente las ayudas económicas, acelere la vacunación y que el Congreso lo destituya.
«Fuera Bolsonaro», «Bolsonaro genocida» y «Vacunas ya» fueron algunos de las consignas que se escuchaban y leían en las primeras marchas en Río de Janeiro, uno de los estados más golpeados por el coronavirus, y la mayoría del país, incluida la capital Brasilia, según la agencia de noticias AFP.
La jornada de protestas convocada por sindicatos, movimientos sociales y organizaciones estudiantiles, entre otros, se replicó en decenas de ciudades a lo largo y ancho del territorio a lo largo de todo el día. Además, el arco opositor, incluido el Partido de los Trabajadores (PT), sumó su apoyo.
En cada protesta, los organizadores pidieron que todos usen tapabocas, respeten un distanciamiento mínimo y en algunos casos, como en Río, se vio a personas repartiendo alcohol para higienizarse y evitar contagios masivos.
En San Pablo, la protesta inundó la simbólica Avenida Paulista y muchos de los manifestantes recordaron a los más de 450.000 muertos por Covid-19, una cifra que podría crecer rápidamente de nuevo ya que nueve capitales de estados más Brasilia ya volvieron a superar el 90% de ocupación de sus terapias intensivas, según cifras oficiales citadas por el diario Folha de Sao Paulo.
Mientras en la mayoría del país, las manifestaciones transcurrieron sin inconvenientes, en la ciudad de Recife, la capital de Pernambuco, la policía militar reprimió a los que protestaban lanzándoles gases lacrimógenos, lo que provocó que las movilizaciones terminaran temprano, informó el portal de noticias G1.
Un video de cómo una funcionaria electa del PT fue agredida por las fuerzas de seguridad con gas pimienta en la cara a muy corta distancia se viralizó y poco después el gobernador de Pernambuco, Paulo Camara, anunció que separó de sus cargos al comandante y agentes involucrados hasta que se investigue si cometieron un crimen.
En otras ciudades, en tanto, la policía desplegó cientos de oficiales para seguir las movilizaciones de cerca, pero el clima fue tranquilo, con inflables gigantes con la cara del mandatario y un decorado de carteles muy variados.
En Río, Salvador y Brasilia, San Pablo, entre otras ciudades, los manifestantes pidieron acelerar la campaña de vacunación, volver a aprobar ayudas directas por la situación excepcional y revalorizar la educación y salud públicas.
En cada escena, las referencias a las denuncias que ha revelado la comisión del Senado que investiga la gestión de Bolsonaro eran claras.
En las últimas semanas se supo que el mandatario retrasó el inicio de la vacunación masiva por su negativa a apoyar un inoculante chino, aparentemente solo por su origen, y financió y priorizó la distribución de medicamentos no probados para el coronavirus en vez de ayudar con oxígeno medicinal o camas extras a los estados que colapsaron en el último año y medio, una escena lamentablemente repetida varias veces en Brasil.
Las marchas de hoy también buscan ser una contracara a las de hace dos fines de semanas cuando miles de personas en varias ciudades del país marcharon convocados por el presidente para apoyar su rechazo a las cuarentenas y a su escepticismo frente a las medidas preventivas impulsadas por gobernadores, alcaldes y expertos científicos en Brasil y el mundo entero.
Bolsonaro decidió hacer esa convocatoria en medio de una lluvia de malas noticias: las constantes denuncias desde la comisión investigadora del Senado, la rehabilitación de los derechos políticos del expresidente y líder opositor Luiz Inácio Lula da Silva y su crecimiento cada vez mayor en las encuestas en paralelo a su caída constante, hasta un nivel histórico del 24%, según el último sondeo de Datafloha.
Este escenario no para de empeorar para Bolsonaro, especialmente de cara a las presidenciales del año próximo, ya que Lula sigue sumando aliados políticos y profundiza la polarización preelectoral, y referentes científicos del mundo público y privado de Brasil ya pronostican una posible tercera ola de contagios, que sin duda traerá nuevas restricciones y choques con gobernadores y alcaldes de todo el país.