En noviembre de este año habrá elecciones presidenciales y Gabriel Boric no puede presentarse. ¿Quién lo sucederá en el Palacio de La Moneda? La puja entre izquierdas, derechas y ultraderechas que divide al mundo se refleja en una votación clave para la región y, por supuesto, para la Argentina.
Por Rolando Klempert
En los últimos 20 años, ningún presidente de Chile logró entregarle el poder a un sucesor de su propio partido. El último fue Ricardo Lagos en 2006, cuando le entregó la banda roja blanca y azul a Michelle Bachelet. Luego llegó Sebastián Piñera en 2010, regresó Bachelet en 2014, volvió Piñera en 2018 y finalmente Gabriel Boric rompió esta alternancia en 2022.
En 2025 ha llegado la hora de definir cuál será el camino que Chile seguirá en los próximos cuatro años. El 16 de noviembre se llevarán a cabo las elecciones presidenciales, pero las cartas se echarán sobre la mesa mucho antes. Será el 29 de junio, cuando se realicen las primarias y el panorama electoral empiece a vislumbrarse con mayor claridad.
Los analistas políticos suelen afirmar que el último año de un presidente en Chile es “para la historia” (y para su regreso al poder en cuatro años). Boric, que dejará el Palacio de La Moneda con 40 años de edad, sabe que en 2030, cuando la Constitución le permite regresar a la presidencia, tendrá apenas 44 años. Por eso no solo busca un candidato propio, sino la creación de una alianza de centroizquierda, una nueva Concertación, en tiempos en que en la región y el mundo avanzan las ultraderechas.
Algo logró al respecto: el gran hito de su gestión será la amplia reforma previsional que consiguió aprobar con un fuerte apoyo multipartidario y promulgó la semana pasada. Vale recordar que el Ejecutivo pudo reformar la ley de los tiempos de Pinochet (1981) y convertir el sistema de pensiones en un régimen mixto, sacándoles el negocio exclusivo a las Administradoras de Fondos de Pensión (AFP).
Además, los empresarios ahora pagarán una parte de los aportes jubilatorios y se subsana parte de la brecha de género reconociendo las tareas de cuidado no remuneradas y la mayor expectativa de vida de las mujeres. En definitiva, Boric cierra su mandato con una imagen positiva del 30% sostenida incluso en sus peores momentos, lo cual es considerado como un dato alentador.
En ese marco, quien se perfila como la candidata con mayores posibilidades para disputar el poder en este espacio es justamente Bachelet. La exmandataria tiene 73 años, mide bien y tiene un gran prestigio nacional e internacional (viene de ser la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos).
La otra opción de centroizquierda (al estilo chileno) por el momento es Carolina Tohá, ministra del Interior y Seguridad Pública de Boric, en el foco de la oposición y los medios por el crecimiento de la inseguridad y los incendios intencionales (la quisieron destituir desde el Congreso, pero el oficialismo lo impidió).
El Partido Comunista, que forma parte de la alianza gobernante (tiene varios ministerios), aspira a presentarse por su cuenta, pero no descartan apoyar a Bachelet. Boric trabaja para que eso suceda antes de las primarias; los comunistas no quieren quedarse “sin el pan y sin la torta en medio de una enorme campaña global “anticomunista”, liderada por Donald Trump, Elon Musk y, en la región, por Javier Milei, apenas al otro lado de la cordillera.
De hecho, las encuestas hoy le dan a la centroderecha una ventaja inicial en la carrera presidencial. Quien larga adelante es justamente una funcionaria clave de la administración del ya fallecido Piñera: Evelyn Matthei. Tiene 71 años, fue diputada, senadora, ministra de Trabajo y Previsión Social y actualmente es la alcaldesa de Providencia, una localidad muy importante del Gran Santiago.
Y, desde luego, la extrema derecha también tendrá un hombre en la disputa: nada menos que José Antonio Kast, quien ganó la primera vuelta en 2021 y luego perdió la segunda contra Boric. En aquel momento se habló del “Voto miedo” a lo desconocido, pero hoy la región tiene una experiencia muy cercana en el gobierno libertario de Milei, aliado de Kast. ¿Logrará esta vez la confianza del electorado desencantado con la política?
Marzo, avisan los analistas políticos chilenos, sería el mes de lanzamiento de las candidaturas. Serán cuatro meses de posicionamiento hasta las primarias, que no son como las PASO argentinas. En Chile cada partido define si su interna es abierta o cerrada, pero luego sí es el Estado el que las desarrolla, a través del Servicio Electoral (Servel).
TENSIÓN TRASANDINA
Incluso desde antes de asumir, la relación entre Javier Milei y sus colegas sudamericanos no fue la mejor. Los insultos a Lula, a Boric, a Petro, a Arce y obviamente a Maduro generaron fuertes tensiones diplomáticas, incluso cuando Brasil y Chile son dos socios ineludibles para la Argentina. Brasil, EEUU y Chile son los tres principales destinos para las exportaciones argentinas.
A finales de 2024, el ministro de Economía, Luis Caputo, calificó a Boric como “un comunista que está por hundir a su país”. Boric contestó que no iba a responder con insultos y pidió más humildad. Desde Casa Rosada le recordaron que él había dejado plantado a Milei cuando no lo recibió en su visita a Santiago. El conflicto escaló, pero finalmente ambos miraron sus planillas de la balanza comercial y decidieron dejar sus ideologías de lado. Un duro trabajo para del embajador Jorge Faurie, excanciller argentino.
La gran pregunta que se presenta hoy es cómo actuará Milei ante los comicios presidenciales chilenos. ¿Apoyará abiertamente a Kast, como lo está haciendo su admirado Elon Musk con la ultraderecha en Alemania? ¿Irá a lo seguro y respaldará a Matthei en una eventual segunda vuelta?
El último antecedente para proyectar qué puede hacer el mandatario argentino es lo que hizo respecto a las últimas elecciones presidenciales en Uruguay. El Gobierno libertario apoyó a Álvaro Delgado, el candidato de centroderecha que finalmente perdió contra Yamandú Orsi, pero nunca lo hizo público. Y una vez confirmado el resultado, Cancillería ratificó la agenda de trabajo con el hermano país rioplatense.
Chile define su futuro en las urnas. Noviembre es un horizonte sumamente lejano y todo puede pasar. Pero, aun así, parece seguir siendo un ejemplo de institucionalidad para toda la región.