El régimen chino intensificó sus amenazas de conflicto ante cualquier intento de independencia de Taiwán. En una nueva declaración, el primer ministro Li Qiang reafirmó que Beijing seguirá avanzando en su objetivo de reunificación, asegurando que trabajará junto a la población taiwanesa para alcanzar lo que denominó como el «rejuvenecimiento de la nación».
“Nos opondremos resueltamente a las actividades separatistas que buscan la independencia de Taiwán y a las interferencias externas”, afirmó Li durante la apertura de la sesión anual de la Asamblea Nacional Popular (ANP), en la que el régimen traza su hoja de ruta política y económica.
Desde 1949, tras la victoria de Mao Zedong en la guerra civil china, el Gobierno de la República de China, liderado por Chiang Kai-shek, se estableció en Taiwán. A lo largo de las décadas, la isla fue desarrollando un sistema democrático y una economía próspera, mientras que el régimen de Xi Jinping sigue viéndola como una provincia rebelde y no descarta el uso de la fuerza para incorporarla a su territorio.
Desde su llegada al poder en 2012, Xi Jinping intensificó la presión militar y diplomática sobre la isla, enviando aviones de combate a su espacio aéreo y promoviendo maniobras navales en la zona.
Mientras tanto, Estados Unidos, el principal aliado de Taiwán, reiteró su apoyo a la isla ante la creciente agresión china. Aunque Washington no mantiene relaciones diplomáticas formales con Taipei, la Ley de Relaciones con Taiwán de 1979 establece que EEUU debe proporcionar los medios necesarios para su defensa en caso de un ataque.