Desde el 8 de enero, China dejará de exigir una cuarentena de ocho días, tal como regía desde el inicio de la pandemia, en 2020. La Comisión Nacional de Salud anunció que la medida entrará en vigencia en todo el territorio para el ingreso de visitantes internacionales, en el marco de la eliminación de la política de “Cero Covid” implementada desde aquel entonces.
La decisión fue dispuesta por el Gobierno de Xi Jinping, luego de las masivas manifestaciones contra las restricciones ante un nuevo brote, pero las autoridades sostienen que se trata de una determinación basada en datos epidemiológicos, aunque los contagios se encuentren en cifras récord y la vacunación se encuentre retrasada. Incluso la OMS manifestó su preocupación ante la posibilidad de que más de un millón de personas puedan fallecer a causa del virus durante esta nueva ola.
Ahora, el manejo de la crisis pasará al nivel B desde el A, es decir, que será menos severo. Y, justamente, explicaron que la enfermedad se ha vuelto “menos virulenta” y evoluciona gradualmente hacia una infección respiratoria común.
Además de impactar de lleno en el ánimo de la población, que salió a las calles a pesar del fuerte sistema represivo estatal chino, también golpeó la economía. El país se encamina a una caída y una potencial recesión, de acuerdo a las proyecciones privadas, y eso motivo medidas de rápida apertura.
Pero este cambio de rumbo potenció los contagios y puso al sistema de salud en una mayor tensión.
Las nuevas disposiciones eliminan las vigentes, que eran cinco días de aislamiento en uno de los centros del Gobierno, más otros tres en el domicilio. Desde el 8 de enero esto ya no será necesario, pero sí se mantendrá la obligatoriedad de presentar un PCR de hasta 48 horas antes.