Con un 50,44% de los votos en la segunda vuelta, Gustavo Petro se convirtió en el nuevo presidente electo de Colombia, y sucederá a Iván Duque tras imponerse ante Rodolfo Hernández.
Sus detractores lo llaman “comunista”, “guerrillero”, “representante del castrochavismo” y del “narcoterrorismo” y aseguran que construirá una “nueva Venezuela”. ¿Cómo piensa realmente la economía el primer presidente colombiano en autopercibirse “de izquierda”, pero que a lo largo del proceso electoral se convirtió en uno de los candidatos del establishment? A continuación algunos fragmentos de su propia voz en los que da cuenta de sus ideas políticas y económicas, y de sus posibles medidas de Gobierno.
FMI, DÉFICIT, SUBSIDIOS Y ASISTENCIA SOCIAL
En su plataforma electoral, Petro utilizó como hilo conductor de su programa económico a la sustentabilidad en términos de triple impacto: ambiental, social y también financiero, y desde esa mirada entrelaza todos los puntos clave, como el desarrollo productivo, la política energética, los subsidios sociales y hasta las definiciones monetarias y geopolíticas.
Pero quizás su principal arma para desbaratar esos argumentos que lo tildan de “comunista” es que fue a reunirse con el FMI, y el organismo le habría dado el visto bueno a su programa general, basándose en su compromiso de reducir el déficit fiscal (nuevo mantra de los progresismos latinoamericanos).
En una entrevista con el periódico El Tiempo, se le consultó por su propuesta de “reforma tributaria”, y Petro contestó: “Todo esto implica una reforma tributaria en la que haya una mayor tributación de los dividendos. Yo me comprometí ante el FMI a disminuir el déficit, por eso el FMI, en una carta muy poco publicada, dice: ‘No tenemos temores de los candidatos’. Me incluye a mí. La reforma tributaria tiene que darse para el nuevo gasto social y para disminuir el déficit fiscal. Si yo me planteo en el máximo COL$ 28 billones de nuevo gasto social y quiero disminuir el déficit paulatinamente, vamos a suponer, 20 billones en el siguiente año, pues ya tenemos una necesidad de 48 billones. Y la reforma tributaria tendrá que gravitar sobre COL$ 48 billones. Ahí surge una crítica legítima: ‘Los sectores más ricos del país no tienen COL$ 48 billones para dar adicionalmente al Estado’. Esa opinión es legítima”.
Como otros líderes que se reivindican “progresistas” en la región, Petro propone hacer equilibrio en esa delgada cuerda entre reducir el déficit pero mantener la asistencia social o incluso aumentarla. En ese aspecto, ¿qué hará con los subsidios? En esa mismo entrevista, aseguró que una de las claves será la “universalización” de la educación y la salud (si se universalizan, afirmaba, su costo formará parte del presupuesto regular y no funcionará como asistencia coyuntural), pero también advirtió que revisará los sistemas de clasificación de los distintos estratos sociales.
“Hay una deficiencia de información. Si el Sisbén (Sistema de Identificación de Potenciales Beneficiaros de Programas Sociales) tiene problemas, digamos de su configuración, y aparecen pobres que no son pobres y hay pobres que siendo pobres no aparecen, fracasa cualquier Gobierno. En el tema del Covid se evidenció la magnitud de la deficiencia. El Gobierno no sabía dónde estaban los pobres, entonces a la hora de llevar la comida no pudo y lo que estalló fue el hambre, que aún hoy crece en Colombia, ya no por el Covid, sino por importar alimentos. Cayó la tasa de cambio y vino un problema mundial y hasta los insumos que producíamos en Colombia ahora los importamos, y todo eso encareció 26% los precios de los alimentos. Y eso significa, dado que los ingresos de los colombianos no aumentan, un incremento del hambre”. En resumen: eliminará las exenciones que había incluido Duque en su reforma de 2019 (las cuales generaron las fuertes revueltas sociales que casi se llevan puesto a su Gobierno) y aumentará las tasas sobre los dividendos.
REFORMA AGRAGRIA
Otra palabra clave de su agenda económica es la “reforma agraria”. De acuerdo a su plataforma, buscará desestimular la consolidación de latifundios y la proliferación de tierras improductivas, garantizando el derecho a la tierra de las familias rurales. Eso le valió duras críticas, e inclusive se lo han planteado durante el debate presidencial.
Pero Petro respondió: “Jamás he pronunciado la palabra ‘expropiación’”. Inclusive, junto a su candidata a vicepresidenta, Francia Márquez, firmaron públicamente un acta ante un notario comprometiéndose a no realizar ninguna expropiación durante su eventual mandato.
ENERGÍA
El cambio más fuerte que propone en términos económicos es la transformación de la matriz energética. Al ser consultado sobre el uso del fracking, por caso, su respuesta fue taxativa: “No”. Su plan es generar una transición de las energías dependientes del petróleo o el carbón hacia las renovables.
«La humanidad está tomando decisiones que son fundamentales, incluso para su propia existencia. La crisis climática es el principal problema que hoy tiene el ser humano, porque ni más ni menos puede extinguir la especie», le dijo a Radio Nacional Colombia la semana pasada.
Y, en ese aspecto, aseveró que es “urgente pasar de una energía envenenada, que es la del carbón, a una energía limpia es un inversión y decisión pública». Por ejemplo, señaló, «un municipio podría dedicar un lote a generar energía eólica y generar ingresos municipales, generar energía eléctrica limpia».
Pero el problema en este caso y en todos los anteriores, es que todas las decisiones están limitadas por los Tratados de Libre Comercio (TLC) con los EEUU. Y Petro propone revisarlos y reformarlos.
LA RELACIÓN CON EEUU
Las implicancias de los TLC sobre la vida política, económica y social en Colombia son transversales, y van desde la producción y la política monetaria hasta las acciones contra el narcotráfico y los grupos paramilitares. En efecto, Petro propone cambiarlos, aunque sabe que ese camino no será sencillo.
“Yo creo en el diálogo. Claro, hay una probabilidad de que no se pueda dialogar sobre las condiciones que se firmó el TLC; esa probabilidad existe, y entonces, si Estados Unidos dice ‘no’, entonces no se puede decir sí, porque el tratado es bilateral. Pero yo sí agotaría a fondo esa posibilidad de una modificación bilateral del tratado, que ya se ha hecho en otras partes. Trump lo hizo con México, por ejemplo”, le explicó a El Tiempo.
Siendo un candidato de izquierda, ¿es buena su relación con EEUU? Él cuenta que sí y que Washington en una etapa de su vida fue como su segunda casa. “Personalmente yo he estado ligado mucho, desde hace años, por mis debates sobre la ‘parapolítica’, al sector progresista del Partido Demócrata. Muchos viajes hice a Washington, que se me iba volviendo como mi segunda ciudad. Incluso, alcancé a estar exiliado en Washington en un momento muy crítico, siendo congresista, por los debates de la ‘parapolítica’, y eso me dio la oportunidad de tener un contacto personal con figuras del Senado del Congreso de los Estados Unidos. Llegué a hablar con Edward Kennedy. Eso quedó en una foto. Creo que Edward Kennedy me salvó la vida, logró hacer una carta como de 40 senadores pidiéndole a Uribe salvaguardar mi vida. En ese momento que fue tan difícil la ‘parapolítica’”, relató.
Como ejemplo de “fracaso” de los TLC tal como están, Petro pone énfasis en la lucha contra el narcotráfico y asegura: “¿El TLC ha ayudado a hacer crecer el narcotráfico o el TLC ha ayudado a eliminarlo o a disminuirlo? Cuando fui a Estados Unidos, en tiempo de esos debates, hablando con congresistas estadounidenses les dije que, en perspectiva hacia adelante, el TLC iba a ser un instrumento que iba a empoderar el narcotráfico en Colombia. Esa fue mi tesis. Bueno, ¿qué sucedió? Que se empoderó el narcotráfico; disminuimos nuestra producción alimenticia; que se vació el campo de Colombia, que se desindustrializó; lo que teníamos de industria metalmecánica ya no existe. Y lo que ha crecido es la producción de cocaína. Hay que hablar con Estados Unidos sobre el TLC”.
Todo esto, vinculado a una propuesta general de sustitución de importaciones, con la que se propone “acelerar la creación de puestos de trabajo”. Una posibilidad, sostiene, es crear tasas “más eficientes” para gravar las importaciones y utilizarlas en el desarrollo de la producción local.
Pero, evidentemente, la lucha contra el narcotráfico y la violencia es un punto clave de esa relación. Al ser consultado sobre si legalizaría la marihuana, responde “sí”, y lo evalúa desde una perspectiva económica: “El mundo pasó a la legalización del cannabis en todos sus usos: industriales, recreativos, medicinales, etc. Colombia, paradójicamente, no está aprovechando la oportunidad de mercado que se le ha abierto y en la cual tiene ventajas comparativas, y podría ayudar a quitar violencia en algunas regiones. Hay que desarrollar eso de manera agroindustrial con el campesinado: el cannabis como un producto de exportación. Hay incluso US$ 5.000 millones al año que podrían ser exportados”.
Pero respecto a las otras drogas sostiene que la política debe ser la de “mitigar el impacto” en los consumidores. Esta postura va en contra del sostenido plan de militarización, del que EEUU es actor central. “¿Cuál es el tratamiento si lo que el Estado establece es el calabozo? Bogotá tuvo una media experiencia con centros regulados de consumo separados. Los puede manejar el Estado y tú le quitas consumidores a la mafia. Quitarle a la mafia población que controla es quitarle poder, y si se debilita la mafia, entonces puedes establecer mecanismos que podrían llevar incluso a sometimientos colectivos a la justicia, que alcanzó a plantearse en el Gobierno de Santos, pero no se desarrolló”, propuso.
VENEZUELA
Como se señalaba, una de las acusaciones de sus detractores es que se trata de un “comunista”, “representante del castrochavismo” (así lo calificó el expresidente Álvaro Uribe) y “aliado de Maduro”. ¿Lo es? A lo largo de su campaña ha tratado explicar que no.
En una entrevista con la publicación colombiana Semana, en febrero, no dejó dudas: “Maduro es un tipo que no ha sido capaz de desligar a Venezuela del petróleo, es una persona que está dentro de las dirigencias de la política de la muerte”.
Y, en ese sentido, lo diferenció de Hugo Chávez: “Chávez intentó desligar a Venezuela del petróleo, pero fracasó. Fracasó porque lo sustentaba sobre la base de elevar el precio del petróleo, Venezuela se llenó de dólares y quienes vivían allí creían que eso era el cambio y votaban por él, una y otra vez cada vez que hacían elecciones y nadie decía que eran fraudulentas. Pero la perspectiva era vivir del petróleo, pensando que así se podía salir del petróleo. Eso es lo que he puesto en discusión en Colombia”.
Pero la diferencia no es sólo económica, y así se desligó también de otras propuestas del eje “progresista” (¿Lula? ¿Los Kirchner? ¿Evo Morales?). “La imagen de Maduro no es la de un líder de izquierda, es un integrante muy conservador de las facciones más regresivas de la política mundial que están tratando de defender que el mundo permanezca en una economía fósil. Chávez hace parte de un progresismo que no le dio respuestas a América Latina y por eso fue derrotado una y otra vez en elecciones, no Chávez, sino la idea del nacionalismo ligado a subir el precio de las materias primas, pero no salir de las materias primas, que es lo que creo que debe hacer el progresismo hoy en día”, añadió.
ALBERTO, LULA, BORIC Y AMLO
Si ganara Petro, ¿podría constituirse un nuevo frente progresista en Latinoamérica? La suma de Alberto Fernández, Andrés Manuel López Obrados y Gabriel Boric a Petro y a un muy probable regreso de Lula al palacio Planalto de Brasil ilusionan a ese sector, tanto en lo político como en lo económico.
En diálogo con La Política Online, el vocero de Petro, el senador Iván Cepeda, también se mostró entusiasmado. “Es una muy esperanzadora posibilidad. Esos países son de gran impacto regional y mundial y que sus gobiernos, como también el de Chile y México, hay visiones compartidas y afinidades. Eso puede permitir una relación productiva y que potencie posibilidades de integración”, sostuvo.
Y, al respecto, enfatizó su negativa a participar de la OTAN: “Nosotros hemos sido críticos y nos opusimos a ser parte de la OTAN, porque sabemos que hay un contexto en el cual se intentan revivir corrientes belicistas y despertar nuevos focos de tensión internacional”. Y, por el contrario, propone otras vías de actuación. ¿En cuáles? “Todas aquellas instituciones internacionales y regionales que contribuyan a la paz, la democracia y el desarrollo sostenible. Seremos parte de todo tratado que vaya en esa dirección. Está la Celac pero hay otras también para consolidar”, aseveró.
MUJERES AL FRENTE
Finalmente, otro de los ejes transversales de la propuesta de Petro es la revaloración del rol de la mujer en la economía y la política. Por empezar, en varias oportunidades repitió su compromiso de que ellas ocupen “el 50% de todos los cargos públicos en todos los niveles y las ramas del poder«.
Para empezar a mitigar esas históricas desigualdades, plantear crear un Sistema Nacional de Cuidados, para reconocer y reducir la carga de las mujeres en los hogares; garantizar un ingreso mínimo por encima de la línea de pobreza; darles acceso prioritario a educación superior y al crédito; y también la mayor parte de las tierras que se distribuyan y formalicen en la mencionada “reforma agraria”.
Sin embargo, su postura respecto a uno de los mayores reclamos de los colectivos feministas es negativa: aunque acata el reciente fallo de la Corte Constitucional de despenalizarlo, Petro rechaza el aborto. “Aborto cero. No es criminalizar el aborto, ojo, sino lograr una sociedad en el futuro, a través de la educación, siendo la mujer libre, dueña de su cuerpo, etc., para que no llegue a ese tipo de opción”, sentenció.