La pandemia de COVID-19 y las duras sanciones de la administración Trump en los EEUU golpearon de lleno el corazón de la generación de divisas de Cuba: el turismo. Al mismo tiempo, la guerra en Europa lo complicó todo, y sus aliados ya no pueden ofrecerle la misma ayuda, porque están luchando con sus propios fantasmas.
Como resultado, Cuba vive la peor crisis económica desde la Revolución, en 1959, que además es mucho más visible que otras anteriores, por el nivel de resistencia interna. Frecuentemente hay marchas contra el régimen y, además, las redes sociales lo potencian todo.
En un mundo con inflación, la de Cuba en 2022 fue cercana al 40%, mientras que los salarios no se ajustaron al mismo ritmo. Además, conseguir divisas se ha vuelto más difícil, por lo que el Gobierno tuvo que acceder de manera inédita a la construcción de un mercado de cambio, aceptando pagar el valor del dólar informal, y de tiendas de divisas, con productos que a los que solo se puede acceder pagando en dólares o euros. A su vez, hizo acuerdos con los proveedores internacionales para permitirles ser propietarios de empresas en la isla y también poder llevarse parte de sus ganancias, algo impensado hasta hace apenas unos años.
Yoani Sánchez se ha hecho sumamente conocida en el mundo entero por ser una periodista cubana disidente que vive en Cuba y cuenta sin temor cómo es la vida la isla, pagando muchas veces las consecuencias de su abierto desafío a los límites a la libertad de expresión. En una reciente conferencia en Guadalajara, se encontró con Darío Lopérfido, columnista destacado de Newsweek Argentina y mantuvieron un diálogo sobre el impacto de esta crisis en la gente.
En exclusiva, Sánchez le contó que “la situación económicas en Cuba es la peor en un cuarto de siglo” y que “solo la crisis de los ‘90 rivaliza con la actual situación, que va desde la inflación, la devaluación de la moneda nacional, el desabastecimiento profundo y los recortes cada vez más significativos en servicios, subsidios y obras que se presupuestan desde el Estado”.
“Todo esto ha generado un cóctel nefasto en el que lamentablemente tenemos que vivir las personas que vivimos en la isla, quienes nos vemos prácticamente condenados a un ciclo de sobrevivencia. Cuando uno se levanta tiene que pensar qué va a comer, cómo va a conseguir qué poner en el plato, cómo va a hacer que el Peso Cubano, tan devaluado, alcance para comprar los alimentos”, relató.
Esta situación, explica, trastoca todo el ritmo de vida de la gente. “Es increíble la cantidad de tiempo, energía y estrés que hay que dedicarle a conseguir lo mínimo. No estamos hablando de lujo, sino de alimentos muy menguados, de calidad dudosa, pero que generan larguísimas colas. Hay colas que duran días, semanas, para poder acceder a un paquete de pollo congelado, a unas salchichas, a un picadillo”, le contó a Lopérfido.
Y, desde luego, “todo eso se resiente aún más en las familias de menores recursos, que no tienen parientes en el extranjero que les ayuden enviándoles divisas para comprar en las tiendas en divisas que el propio oficialismo inventó para recaudar ese dinero extranjero, pero que son prohibitivas para aquellos que viven solamente de su salario en moneda nacional”.
Esto, sostuvo, explica “es motivo de malestar y una de las grandes causas que está alimentando la inmigración, el deseo de escapar de la isla, y la pérdida galopante de apoyo popular que tiene el actual régimen”.
Según datos del Gobierno de los EEUU, en 2022 fueron 250.000 los cubanos que emigraron a ese país, especialmente a través de la frontera sur (un 2% de sus 11 millones de habitantes). Y aseguran que este movimiento es más grande que la suma de los del 1980 y 1994 (el éxodo de los “balseros”). La Ley estadounidense dice que todo cubano que llegue escapando es un “refugiado” y debe recibir protección estatal.
FUTURO “OSCURO”
En septiembre de 2022, el huracán “Ian” azotó Cuba y afectó de manera severa la infraestructura eléctrica de la isla, ya de por sí envejecida, y dejó a millones de cubanos sin luz durante meses, potenciando los efectos de la mencionada crisis.
Poco a poco, el suministro se fue restableciendo hacia fin de año, pero Sánchez afirma que se trata de una falsa calma. “Los apagones o cortes eléctricos fueron especialmente duros a lo largo del verano pasado, y vinieron a aliviarse en diciembre. Pero todo indica que ese ‘alivio’ no está dado por el mantenimiento o la recuperación del sistema eléctrico nacional, sino que, al bajar la temperatura, también bajó la demanda del sector residencial, ya que en las casas de utilizan menos los aparatos de climatización, los ventiladores, que fueron muy necesarios en septiembre y octubre para poder estar en los hogares”, explicó la periodista.
De hecho, el propio Gobierno admitió que habrá más cortes en los próximos meses. “Al caer la demanda se pudieron frenar los apagones, pero ya se anunció que a finales de este mes y en febrero volverán los cortes eléctricos. Esto se debe a que varias termoeléctricas tienen urgencia de parar para poder hacer reparaciones, y esto traerá de vuelta estos molestos cortes”, añadió Sánchez.
Se trata de otro elemento que trastocará la vida de la gente, su día a día: “No solo implica que no se pueda encender un ventilador o que no haya luz en las casas, sino que pone de cabeza toda la rutina doméstica, ya que en muchas partes de Cuba la electricidad es indispensable para cocinar, ya que no hay un sistema de gas licuado. Y también colapsa todas las oficinas de trámites oficiales, la atención telefónica o aquellas en las que se confeccionan los pasaportes o carnés de identidad”.
Finalmente, de acuerdo a su visión, la premiada periodista sostiene que los cortes son una piedra más en la pesada mochila de la población cubana, que alimenta su hartazgo y el deseo de reclamar y hasta emigrar. “Los cortes atraviesan a toda la sociedad y modifican toda la vida en Cuba, y ha sido uno de los principales motivos de inconformidad de la gente, e incluso de protestas en las calles”, concluyó.