Como respuesta a las crecientes manifestaciones contra la política “cero Covid” del presidente Xi Jinping, el Gobierno de China tomó una doble postura en paralelo. Por un lado, endureció la represión de las manifestaciones, estableciendo patrullas en los escenarios de las protestas y persiguiendo a los participantes, denunciando una “intromisión de fuerzas extranjeras”; y, por el otro, dispuso una flexibilización de algunas medidas para calmar los ánimos.
Según lo informó la prensa local, varias ciudades decidieron relajar las medidas sanitarias, luego de casi tres años de pandemia, con uno de los regímenes de distanciamiento y aislamiento más extremos. En las últimas semanas, esto había generado masivas protestas en todo el país, agregando también críticas a la censura oficial.
En el caso de Chengdu, por ejemplo, desde este viernes se deja de exigir un test negativo reciente para acceder a lugares públicos o usar el subte, y solamente se exigirá el pase sanitario en verde, que certifica que la persona no estuvo en ninguna de las zonas consideradas “de riesgo”.
Por su parte, en Pekín los hospitales dejarán de rechazar a pacientes que no tengan un PCR negativo de hasta 48 horas antes, por pedido de las autoridades.
En Urumqi, donde nacieron las últimas protestas luego de un incendio en el que diez personas murieron por no poder escapar por las medidas sanitarias, se reabrirán progresivamente los supermercados, hoteles, restaurantes y estaciones de esquí. Allí se había verificado una de las cuarentenas más largas del mundo, y hay barrios que están cerrados desde agosto.
Por otra parte, Dongguan, ciudad industrial del sur, confirmó este jueves su apertura, aunque personas con “condiciones específicas” (no detalladas) deberán permanecer en sus casas mediante una autorización oficial. Y Shenzhen, una verdadera megalópolis, está implementando reglas similares.
En tanto, a nivel nacional, el Partido Comunista Chino admitió que las personas contagiadas puedan realizar la cuarentena en su domicilio en lugar de hacerlo en las enormes instalaciones oficiales. La iniciativa cuenta con el aval de los expertos sanitarios nacionales e internacionales.
China posee una baja tasa de inmunidad, dada la corta eficacia de sus vacunas. Sin embargo, la viceprimera ministra, Sun Chunlan, aseguró que las cifras han mejorado en el último tiempo y que la variante Ómicron parecía ser menos peligrosa que las anteriores, a pesar de sus subvariantes.
OTRA VEZ SIN FÓRMULA 1
El plan del Gobierno de Xi, según se había anunciado, era realizar una reapertura masiva en febrero, pero los brotes récord lo obligaron a fijar una nueva fecha para al menos abril. Y esto ha empezado a tener efectos en muchos aspectos.
El primero de ellos es la cancelación de un evento sumamente masivo y de nivel mundial, como lo es la Fórmula 1, cuya fecha en Shangái estaba programada para el 16 de abril de 2023.
Este viernes, la FIA confirmó que finalmente esa fecha no formará parte del calendario, que incluye 24 grandes premios. Sin embargo, aseguraron que no se trató de una sorpresa. De hecho, es el cuarto año consecutivo en que esto sucede.
«La Fórmula 1 puede confirmar, tras el diálogo con el promotor y las autoridades pertinentes, que el Gran Premio de China de 2023 no se llevará a cabo debido a las continuas dificultades presentadas por la situación del COVID-19», aseguraron a través de un comunicado.
Ahora, los organizadores están analizando cuál será el escenario que reemplazará a la ciudad china. «La Fórmula 1 está evaluando opciones alternativas para reemplazar la vacante en el calendario de 2023 y proporcionará una actualización sobre esto a su debido tiempo», concluyeron.