Este miércoles, en una entrevista televisiva, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, criticó a los manifestantes “extremos” que protestan violentamente contra la reforma previsional que el mandatario impulsa por decreto, y ratificó que a fin de año la pondrá en marcha.
Este endurecimiento de su postura -luego de haber retirado el proyecto del Parlamento para avanzar sin debate- también enardeció a los manifestantes en toda Francia, quienes redoblaron sus medidas de fuerza.
Este jueves se cumple la novena jornada de huelgas y París se ha convertido en un verdadero basurero a cielo a abierto, por el paro de los recolectores, además del de los transportistas, los docentes y los petroleros.
Según los cronistas de Reuters en el lugar, a primera hora del jueves se produjo el bloqueo de una autopista cerca de Toulouse, y de una estación de autobuses en Rennes. Pero hay concentraciones previstas en todo el país.
Efectivamente, esta creciente tensión se produce luego de las declaraciones de Macron y en respuesta a ellas. Por caso, Philippe Martínez, líder del CGT, el sindicato más duro, afirmó: “La mejor respuesta que podemos dar al presidente es que hay millones de personas en huelga y en las calles».
Vale recordar que Macron llevó al Parlamento un proyecto para retrasar dos años la edad jubilatoria, de los 62 a los 64 años. La decisión movilizó a los gremios y a las clases populares, pero las protestas fueron pacíficas. Ante la posibilidad de que la iniciativa fracasara en una votación, el presidente retiró el proyecto para imponerlo por decreto, y eso generó violentas protestas, con quemas de contenedores, barricadas y enfrentamientos con las fuerzas represivas.
La decisión llega en un contexto de crisis económica global, con una alta inflación que golpea principalmente a los alimentos y la energía, dos ítems de gran impacto en la canasta básica, mientras las grandes empresas han obtenido enormes ganancias en los últimos años, e incluso han repartido dividendos, según denuncian los gremios.
Se trata de uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta Macron, luego de la crisis de los “chalecos amarillos” en 2018. Algunos analistas sostienen que la reforma y la postura inflexible del mandatario podrían sacudir su propia base electoral, tal comom lo evidencian las encuestas.
De todos modos, mientras Macron utiliza un tono duro, su ministro de Trabajo, Olivier Dussopt, admitió que el proyecto genera “tensiones”, pero las minimizó. “Hay un desacuerdo que persistirá sobre la edad de jubilación. Por otra parte, hay muchos temas que permiten reanudar el diálogo. Las cosas se harán gradualmente«, concluyó.
(Con información de Reuters)
