Cuba dio luz verde al inicio de ensayos clínicos en la última fase experimental más avanzada de su candidata a vacuna para la COVID-19 y se aproxima a un potencial avance médico que podría ayudar a frenar las infecciones y paliar la crisis económica.
Autoridades sanitarias comenzaron esta semana a seleccionar a unos 44.000 voluntarios en La Habana entre 19 y 80 años para su ensayo aleatorizado y controlado con un placebo de la vacuna que incluye dos inyecciones, en la cual algunas personas recibirán una tercera vacuna como refuerzo con otra candidata de la isla.
Si la vacuna tiene éxito en las pruebas se convertirá en la primera vacuna frente al COVID-19 de cosecha propia de América Latina. Cuba ha dicho que inmunizará a su población de 11 millones de habitantes, aunque también tiene planes de exportarla y ofrecerla a turistas. El país tiene una larga historia de exportación de vacunas y programas de turismo de salud.
«Me siento satisfecha y muy contenta. Espero que todo tenga un buen resultado, no sólo en mí sino en todo el mundo», dijo a Reuters la jubilada María del Carmen Rodríguez tras recibir su primera inyección en una clínica de la Habana Vieja. Rodríguez no sabía si recibió la vacuna o un placebo.
Si bien los países de América Latina y el Caribe compiten en gran medida con naciones más ricas para acceder a un suministro limitado de vacunas producidas en el extranjero, Cuba apuesta por sus propias inyecciones cuando está enfrentando su peor brote desde el inicio de la pandemia.
En la isla, la cifra diaria de casos se ha quintuplicado en los últimos dos meses luego de que Cuba decidió abrir sus fronteras a fines del año pasado y alivió las restricciones del que inicialmente había programado.
Soberana 02, el nombre de la vacuna experimental más avanzada de la nación, refleja el orgullo nacional por la relativa independencia de Cuba en áreas como la salud pese al extenso embargo comercial impuesto por Estados Unidos. El fallecido expresidente Fidel Castro supervisó el desarrollo de un gran sector biotecnológico desde la década de 1980 en el país, en parte para eludir las sanciones de Washington.
Cuba dijo en enero tras la firma de un acuerdo de cooperación que los ensayos de Soberana 02 también se llevarían a cabo en Irán, donde la tasa de infección es elevada. Teherán y La Habana están bajo las sanciones de Estados Unidos.
Vicente Vérez, director del estatal Instituto Finlay de Vacunas, creador de Soberana 02, dijo el mes pasado que el país tenía la capacidad tecnológica para producir alrededor de 100 millones de dosis este año: «Suficiente para satisfacer la demanda interna y exportarla».
Según el registro oficial de ensayos clínicos de Cuba, las pruebas de Fase III deberían estar completas en noviembre y los resultados finales estarían disponibles en enero de 2022. Países vecinos como México, Venezuela y Jamaica han expresado su interés en adquirir Soberana 02. Cuba también lanzó el inicio de la Fase III de ensayos clínicos de otra potencial vacuna de cosecha nacional, Abdala, en Santiago de Cuba y Guantánamo, en la parte oriental de la isla.
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