A pesar de los errores y titubeos de Joe Biden frente a Donald Trump, durante el debate televisado la semana pasada, la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, descartó cambios en la candidatura del Partido Demócrata para las elecciones de noviembre, en donde ella repetirá como “número dos” o “compañera de fórmula” del presidente de 81 años.
Aunque Harris es la opción más viable para sustituirle si Biden retira su candidatura electoral, sostuvo para CBS News: “Estoy orgullosa de ser su compañera de fórmula. Joe Biden es nuestro candidato. Hemos derrotado a Trump una vez y vamos a derrotarlo de nuevo”.
Sin embargo, una eventual retirada no significaría que Harris asumiría automáticamente la candidatura, y la vicepresidenta esquiva cualquier referencia a una posible presidencia.
Hija de padre jamaiquino y madre india, fue la primera mujer y la primera persona negra en convertirse en fiscal general de California, y más tarde la primera senadora originaria del sur de Asia. Como fiscal se labró una reputación de severidad que podría rentabilizar en una campaña en la que pesan mucho los temas relacionados con la delincuencia.
Algunos progresistas la critican por sus duras penas para delitos menores, que han afectado sobre todo a minorías. Además, la vicepresidenta, de 59 años, tiene unos índices de popularidad anémicos, lo que podría llevar a los demócratas a optar por otro candidato.
Hasta ahora, las encuestas sitúan a Trump con una ligera ventaja sobre Biden en intención de voto, con un 49 por ciento frente a un 43 por ciento, en un sondeo divulgado por la cadena CNN.
Este martes 2 de julio, Joe Biden intentó aquietar a los pesos pesados y congresistas demócratas que cuestionan su aptitud para un segundo mandato.
“Espero que tome la difícil y dolorosa decisión de retirarse. Respetuosamente se lo pido”, afirmó Lloyd Doggett, el primer congresista del partido en pedirle públicamente que tire la toalla. En tanto, Nancy Pelosi, de 84 años, expresidenta demócrata de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, sostuvo: “Creo que es una pregunta legítima decir: ¿Es esto un episodio o es un estado?”.
Ambos se refieren al desastroso debate del jueves pasado de Biden contra el republicano Donald Trump, de 78 años, en el que el demócrata se trabó varias veces y perdió el hilo, lo que exacerbó los temores sobre su agudeza mental. No obstante, el presidente demócrata atribuyó su mala participación al cansancio por viajes. “No fue muy inteligente haber” viajado por todo el mundo un par de veces (…) poco antes del debate. Casi me duermo en el escenario”, aseguró.
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El mandatario estadounidense estuvo en Francia del 5 al 9 de junio para asistir a las ceremonias del desembarco aliado en Normandía y realizar una visita de Estado. El día de su llegada, el 5 de junio, permaneció todo el día en el hotel.
Del 12 al 14 de junio viajó a Italia para asistir a una cumbre del G7, seguida directamente por un viaje de campaña a California. A continuación, el demócrata se retiró seis días a preparar el debate con sus asesores en la residencia de Camp David, cerca de Washington, periodo durante el cual no realizó ninguna actividad pública.
“HABÍA PASADO UNA MALA NOCHE”
Hasta ahora, el principal argumento de sus partidarios había sido que Joe Biden había pasado una “mala noche” y que sufría un “resfriado”. El presidente “sabe cómo remontar”, dijo a los periodistas la portavoz Karine Jean-Pierre, quien descartó la posibilidad de que el octogenario se someta a un test cognitivo porque “no se justifica, no es necesario”. En febrero su médico lo declaro apto para gobernar.
Durante el debate el presidente estadounidense fue incapaz de expresarse con fluidez e ímpetu sin un teleprónter (aparato que permite leer un texto sin apartar la mirada de la cámara). El viernes concederá una entrevista a ABC News, retransmitida íntegramente el domingo.
Publicado en cooperación con Newsweek en Español