Desde hace meses, y en el marco de su campaña en contra de las políticas migratorias del Gobierno de Joe Biden, el gobernador de Texas, Greg Abbott, está enviando micros llenos de inmigrantes hacia aquellos estados o ciudades que defienden la flexibilidad federal respecto al ingreso de “ilegales”.
Apenas unos días después de que la vicepresidenta, Kamala Harris, asegurara que la frontera era “segura” pero que debía “ser corregida”, Abbot decidió ir más allá en su reclamo público. Dos autobuses con unos 100 migrantes, la mayoría de ellos venezolanos, fueron enviados directamente a la residencia de la vicepresidenta en Washington DC.
Estas personas, que habían llegado desde México, fueron recogidas en Eagle Pass y arribaron a las 7.00 de la mañana a un punto cercano a la puerta de guardia principal del Observatorio Naval.
La medida de Abbott se da en medio de una dura campaña para las elecciones de medio término en los EEUU, que tienen a los candidatos republicanos entre los favoritos, y todos ellos buscan posicionarse de cara a las presidenciales de 2024, apelando a discursos y acciones para los sectores más duros de su electorado.
De hecho, uno de los principales nombres para competir con Donald Trump en la interna republicana es el gobernador de la Florida, Ron DeSantis, quien prometió también reubicar a los inmigrantes indocumentados en estados progresistas, y envió este miércoles dos aviones llenos de inmigrantes a la isla Martha’s Vineyard, en Massachusetts.
Según estudios privados, Abbott mandó desde septiembre unos 250 buses con unos 11.000 migrantes a Washington, Nueva York y Chicago.
CRÍTICAS DE BIDEN
Luego del envío de estos buses a la casa de Harris, Biden realizó declaraciones críticas respecto al accionar, tanto de Abbott como de DeSantis.
“Los republicanos están jugando a la política con los seres humanos, usándolos como accesorios”, aseguró el mandatario durante su discurso en el Congressional Hispanic Caucus Institute, en Washington.
En ese sentido, ratificó que su administración está dedicada a mantener una política de inmigración «segura, ordenada y humana». Y concluyó: “Tenemos un proceso para gestionar a los migrantes en la frontera. Los funcionarios republicanos no deberían interferir con ese proceso al realizar estas acrobacias políticas”.
