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El COVID-19 agrava la crisis económica y sanitaria en Líbano
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El COVID-19 agrava la crisis económica y sanitaria en Líbano

La pandemia de COVID-19 y la gran explosión en el puerto de Beirut en agosto de 2020, sumadas a la peor crisis económica en décadas, han empeorado la situación social y sanitaria en Líbano. El frágil sistema de salud público, que ya se enfrentaba una escasez regular de medicamentos y otros suministros médicos debido a la crisis financiera, se ha visto aún más afectado.

Desde finales de 2019, Líbano ha estado lidiando con su peor crisis económica en décadas, tensiones sociales y agitación política. Además de eso, y tras la llegada de la pandemia de COVID-19 a principios de 2020, una gran explosión arrasó con Beirut, la capital, en agosto.

Estas crisis sobrepuestas han exacerbado la vulnerabilidad de las personas y han empujado a miles a la pobreza. Todo esto se suma a una situación precaria y prolongada para las personas desplazadas. Este pequeño país alberga al mayor número de personas refugiadas per cápita del mundo.

«Esta situación ha agravado las necesidades de la población», asevera la Dra. Caline Rehayem, coordinadora médica adjunta de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Líbano. «La presión socioeconómica, sobre todo, ha hecho que el costo de los productos básicos, incluyendo los alimentos, sea cada vez más difícil de pagar para muchas personas».

“Los honorarios médicos también se han vuelto prohibitivos para los grupos vulnerables del país”, dice la Dra. Rehayem. «Se espera que este contexto empeore las condiciones de salud de las personas y el acceso a la atención, y nuestros equipos sobre el terreno ya han comenzado a observar signos de deterioro».

Durante el año pasado, el personal que trabaja en las clínicas de MSF ha observado un aumento de la vulnerabilidad entre sus pacientes. Muchos de ellos están experimentando problemas financieros relacionados con la situación económica del país, que en algunos casos están teniendo un impacto en su capacidad para seguir adecuadamente su tratamiento; los efectos en el bienestar psicológico de las personas también son notables y de gran preocupación.

La explosión de agosto, que dejó miles de personas heridas y desplazadas, también destruyó la infraestructura sanitaria, incluyendo a varios hospitales. Además, el almacén central del Ministerio de Salud, donde se almacenan todos los suministros médicos nacionales, resultó gravemente dañado.

Una encuesta que los equipos de MSF realizaron en una muestra aleatoria de 253 pacientes con enfermedades no transmisibles, consideradas como parte de la respuesta de emergencia posterior a la explosión, mostró que el 29% de estas personas ya habían interrumpido o racionado su medicación antes de la explosión. Casi la mitad de esos pacientes mencionaron las dificultades financieras como la principal razón para esa interrupción; mientras que el 11% dijo que se debía a la escasez de medicamentos.

Para muchas personas en el Líbano, ya sean libanesas, refugiadas o trabajadoras migrantes, la crisis económica actual y el deterioro de las condiciones de vida se suman a eventos traumáticos y experiencias estresantes que ya han tenido que enfrentar, como conflictos o desplazamientos. Estos factores de estrés continuo han contribuido a perturbar el bienestar psicológico de las personas. Muchos pacientes que solicitan los servicios de salud mental de MSF en Líbano muestran síntomas relacionados con angustia emocional, depresión, ansiedad y desesperanza.

“Me siento completamente deprimido e inútil. La situación económica del país es un desastre. Solo espero que no terminemos en las calles”, dice Tawfik, un refugiado palestino que vive en el campo de Chatila en Beirut. Su familia depende completamente de las agencias de la ONU y las ONG para sobrevivir.

Los sentimientos de Fátima son los mismos. Ella vive en Hermel, más al norte del país. “Lloro mucho”, cuenta. “Me siento culpable por mi hija que tiene que asumir responsabilidades más allá de su edad. No puedo pensar en nada reconfortante. La crisis económica ha sido el colmo. Todo lo que quiero es poder vivir decentemente”.

A medida que un golpe sigue a otro, los mecanismos de supervivencia de las personas se debilitan y, para muchas, es cada vez más difícil mantener la cabeza fuera del agua. «Estamos tratando de ayudar tanto como podamos en un contexto tan complejo y estamos comprometidos a seguir haciéndolo», dice el Dr. Rehayem. “Pero nuestras capacidades también son limitadas y no podemos responder a todas las necesidades. Es desalentador ver que la vulnerabilidad de las personas aumenta y que más personas necesitan asistencia médica«.

Fotos: Gentileza Médicos Sin Fronteras

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