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El dilema de Biden: las estrategias de campaña y una arriesgada jugada de Milei
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El dilema de Biden: las estrategias de campaña y una arriesgada jugada de Milei

El mundo sigue con atención lo que pasa en los EEUU. Se define mucho más que una elección presidencial: dos verdaderas cosmovisiones se enfrentan en una contienda electoral que poco tiene de debate de ideas. Joe Biden y Donald Trump han decidido jugar en el terreno de los señalamientos personales y por primera vez en los casi 250 años de historia del país hay temor por la continuidad democrática.

Carlos Fara es consultor político, titular de la consultora Carlos Fara & Asociados, habitual columnista de Newsweek Argentina y también es el presidente de la Asociación Internacional de Consultores Políticos (IAPC, por sus siglas en inglés). En una charla con este medio, analizó este complejo escenario desde el punto de vista de las estrategias electorales.

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¿Cómo analiza usted este particular fenómeno de la campaña presidencial de los EEUU en el que la edad de los candidatos pareciera ser hoy el eje de las discusiones, al menos en la agenda pública?
– Efectivamente es así. En la medida en que las discusiones ideológicas quedaron bastante relegadas en general, las diferencias obviamente se corren a la discusión sobre los atributos personales, como la edad, el carácter, etc. Particularmente en el caso de los EEUU, si bien los dos son de mucha edad, está claro para todo el mundo quién es el enérgico y quién no es el enérgico, ¿no? Las dificultades que tuvo Biden en el debate terminaron de reforzar los presupuestos negativos sobre su persona. Pero, suponiendo que mañana el tema de la edad quede de lado, de todas maneras está claro quién tiene más energía de los dos, que ya son personas grandes. Y quién tiene más energía para conducir el país es un tema que va a estar sobre la mesa.

¿Y por qué la discusión ideológica o de políticas no está hoy sobre la mesa?
– Bueno, la discusión muy sobre la edad es un aspecto de este escenario. Pero después están los temores y la cosmovisión que representa cada uno. Es un detalle importante, como ya lo vimos en el perfil de voto de las elecciones de 2016 y de 2020: los demócratas hicieron mucha mejor elección en las costas y en general en las ciudades más grandes y los ámbitos más cosmopolitas; mientras que Trump hizo mucha mejor elección en el interior del país. Y se ve más claramente a medida que van disminuyendo el tamaño de las poblaciones, que son menos cosmopolitas y más, por así decirlo, temerosas del mundo globalizado. Estos elementos están sobre la mesa, pero ahora se habla del tema de la edad obviamente porque es negativo para uno y favorable al otro.

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Usted es experto en campañas y estrategias. ¿Le conviene al Partido Demócrata cambiar de candidato ahora, ya con la campaña avanzada y a meses de las elecciones?
– ¡Qué buena pregunta! Luce muy arriesgado todo. Si vos cambiás y perdés, siempre va a quedar la sensación de “¿y por qué no lo dejamos a Biden?”. Pero si va y pierde, queda el “nosotros dijimos que había que cambiar”. Entonces, es un viraje muy grande. Y, además es una situación inédita. Acá hay un riesgo muy concreto, si no llega a salir bien la jugada. Si mañana se baja a Biden, ponés al candidato equis y ese equis pasan los días y no camina… Todo el mundo te va a decir “para eso hubiéramos dejado a Biden. No es un dilema de resolución fácil. Me parece que a medida que van pasando los días se hace más difícil de cambiarlo: una cosa era hacerlo cuando terminó el debate y el tema quedaba muy claro; pero ahora también es cierto que una vez pasado el shock del debate hay una cierta recuperación de Biden en algunos estados clave. Y eso también te va retrasando y dificultando la posibilidad de tomar una decisión sobre eso. Es más, todo este proceso se complica porque tampoco está tan claro quién lo debería reemplazar.

Es inevitable pensar este proceso desde Argentina y trazar comparaciones. Trump, como Milei, llegó al poder en 2016 enarbolando la bandera de la antipolítica, denunciando a la “casta” política. ¿Puede ahora, luego de haber sido presidente cuatro años, seguir sosteniendo ese discurso?
– Es más complejo, en el sentido que no es solamente la “antipolítica”: Trump es anti-casta o anti-establishment. Bueno, lo primero que podemos decir es que el establishment es el partido que no es el suyo, ¿no…? Además, él se vende como un candidato individual, más allá de ser candidato republicano o ir por otro lado. Y, segundo, que él pone en esta campaña conceptos mucho más allá de lo político-partidario. En este juego de figura y contrafigura, él pone el juego de “el enérgico vs. el que no tiene energía o es débil”, a pesar de ser apenas unos años menor que su adversario. Digamos, las estrategias pasan por dónde ponés el acento para poder lograr una ventaja a tu favor. Pero una cosa es lo que nosotros vemos en el análisis, porque podríamos decir “Trump ya fue presidente, y entonces es el status quo”. Pero acá el tema es qué ve su público. Si su público lo sigue viendo como uno que está en contra de la política tradicional, bueno, quizá esa percepción sea la que finalmente termine importando.

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¿La democracia como valor va a ser un elemento importante en este tramo final de la campaña en los EEUU?
– Pasó en 2020; fue una elección a la que fue muchísima gente a votar. Y lo que ganó fue más el antitrumpismo que el apoyo Biden. Está claro que, después de lo que vimos en Francia… Ojo que los estrategas demócratas podrían estar pensando que “si en definitiva le tenés mucho miedo a Trump, bancate los efectos de Biden”. Eso puede ser un argumento más potente que lo que está sucediendo hasta ahora. En Francia daba la impresión que iba a suceder una cosa y terminó pasando algo muy distinto. El candidato de Le Pen pasó de ser el que ganaba la elección y terminó tercero… Ni siquiera segundo. Entonces, cuando uno ve esas cosas piensa “cuidado, porque puede haber un vuelco”. En Francia hubo tres elecciones en un mes y pasó de un triunfo de Le Pen a un tercer lugar.

¿La volatilidad de la opinión pública es el elemento común?
– Totalmente. Son fenómenos que se producen en muy corto lapso de tiempo. Por ejemplo, como pasó en la elección británica, en la que claramente ganaron los laboristas de la elección británica, pero Farage, el candidato nacionalista, se llevó una banca a pesar de que denunció que los medios no le habían cubierto a la campaña porque se suponía que no iba a ganar. Y el tipo lo consiguió en cuatro semanas.

Son fenómenos de corto plazo pero que crecen exponencialmente, un poco también como Milei, y empiezan a ocurrir cada vez con mayor frecuencia. Todo esto hace pensar que, si a Biden le encuentran la vuelta, podría recuperarse y ganarle a Trump, no porque sea bueno, sino porque haya más miedo a que gane Trump.

En este marco de gran volatilidad, ¿es inteligente que Milei se juegue a favor de Trump?
– Trump no es una persona, digamos, que caiga simpática en Argentina, ¿no? Y Milei está haciendo una gran apuesta a posicionarse en un escenario global, en donde lo reconocen personajes importantes como Meloni, Abascal y el propio Trump. En esa lógica de apostarle a una minoría muy nítida y no a mayorías heterogéneas, Milei le habla a un público argentino al que efectivamente le gusta Trump. Y eso le ayuda a reforzar su posicionamiento, independientemente de cómo le pueda caer Trump a la mayoría del electorado argentino.

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Pero en términos de gestión, ¿podría afectar la relación, especialmente ante la necesidad de pedir financiamiento?
– Bueno, él había tomado el compromiso en Estados Unidos no pronunciase sobre la elección americana y se pronunció Trump. Obviamente eso está en la cuenta de Biden, sin duda. Entonces, sí, eso es un riesgo. Pero, como pasa con todo en la política, son apuestas. Y Milei apuesta a que Trump gana. En el fondo, puedo hacer que eso haga un poco de ruido en el corto plazo, pero si Trump gana, entonces va a tener un camino más allanado en esa conversación.

Usted siempre describe en sus columnas a Milei como un dirigente pragmático, un «bilardista». ¿Será eso lo que terminará primando en la relación entre Argentina y un potencial EEUU liderado por Biden?
– Sí, totalmente. Porque, además, está claro que más allá de estas oscilaciones de Milei tampoco a EEUU, como sistema político, le interesa que Argentina explote. Como tampoco le interesaba que explotara cuando estaban Alberto y Massa. Y eso facilitó las cosas. Eso también hay que tenerlo en cuenta. En ese sentido, Argentina puede tirar un poquito de la cuerda.

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