Por Gabriel Michi
A poco más de 10 días de asumir su segunda Presidencia en los Estados Unidos, Donald Trump mostró que vuelve recargado. Sin medias tintas y con un afán expansionista que no se vio en ningún ocupante de la Casa Blanca de los últimos años. Un afán expansionista que incluso podría extenderse más allá de todo. Sin conocer límites. Al punto de querer adosar al territorio estadounidense el Canal de Panamá, la gigantesca Groenlandia (en manos de Dinamarca) y hasta Canadá, incluso por la fuerza, generando una catarata de críticas y rechazos a nivel global. Así surgió de sus propios dichos en una explosiva conferencia de prensa en su residencia de Mar-a-Lago (Florida) donde los periodistas quedaron sorprendidos por los alcances de sus palabras en las que también planteó cambiar el nombre del «Golfo de México» por «Golfo de América» (o «de Estados Unidos»).
El nuevo Trump asoma así como aún más provocativo y revanchista que el del pasado, con un afán expansionista sin límites y protagonista de una remozada película de la vida real: «El imperio contraataca». O, por lo menos, un fortalecido «emperador». Todo eso bajo la vaga justificación de la «seguridad económica de los EEUU».
La beligerancia de su diatriba fue tal que hasta no descartó el uso de la fuerza para apropiarse de esos territorios. En la conferencia de prensa que se le preguntó si podía asegurar al mundo que no recurriría a la coerción militar o económica para tratar de hacerse con el control del Canal de Panamá o de Groenlandia, Trump respondió: “No, no puedo asegurártelo en ninguno de esos dos, pero puedo decir esto, los necesitamos para seguridad económica”.
Y fue más allá: cuando los periodistas insistieron y le preguntaron si descartaba el uso de la fuerza para controlar o anexar esos territorios en cuestión, respondió: “No voy a comprometerme con eso. Podría ser que tengamos que hacer algo. El Canal de Panamá es vital para nuestro país. Necesitamos Groenlandia por motivos de seguridad nacional”.
Donald Trump quiere que EEUU compre Groenlandia: “Es absolutamente necesario”
En el caso del Canal de Panamá, Trump argumentó que «China se ha adueñado de él» (porque una empresa de ese origen tiene un rol clave en la operación de ese estratégico punto por donde pasa el 4% del comercio internacional) y que pretende volver para atrás el acuerdo entre el recientemente fallecido presidente de EEUU, Jimmy Carter y el panameño Omar Torrijo de 1977 que fue el puntapié para que en 1999 el país sudamericano tome el control de esa impresionante obra de ingeniería que atraviesa su territorio y une el Océano Atlántico con el Pacífico. Desde hace tiempo que Trump viene insistiendo que EEUU debería retomar el control del Canal de Panamá por los supuestos altos aranceles que se le viene cobrando a su tránsito de barcos cargueros, algo que fue rechazado de plano por el gobierno de ese país.
En esta flamante y arrolladora embestida, el presidente electo de EEUU también agregó en las últimas horas las aspiraciones de quedarse con Groenlandia (con una superficie de 2.166.000 kilómetros cuadrados, casi el 77% de la República Argentina) un territorio que aún hoy y pese a estar pegado al continente americano, es un territorio autónomo de la pequeña Dinamarca (que con poco menos de 43.000 km², entraría 50 veces en aquella isla blanca). A través de las redes sociales, Trump deslizó las intenciones de que EEUU se apodere de ese gigantesco territorio que tiene apenas 57.500 habitantes, pero infinidad de recursos naturales.
«Por motivos de seguridad nacional y libertad en todo el mundo, Estados Unidos considera que la propiedad y el control de Groenlandia es una necesidad absoluta» expresó el magnate devenido en político.
Antes de agregar: «Estoy escuchando que la gente de Groenlandia es ‘MAGA’. Mi hijo, Donald Trump Jr, y varios representantes, viajarán allí para visitar algunas de las zonas y vistas más magníficas Groenlandia es un lugar increíble, y su gente se beneficiará enormemente si, y cuando, se convierta en parte de nuestra nación», escribió Trump mientras su hijo, Donald Trump Jr, empezó su viaje -supuestamente privado- a Groenlandia. De hecho, el jefe del Departamento de Asuntos Exteriores local, Mininnguaq Kleist, aseguró que la visita de Trump Jr sería a título personal y no había consultas para que se reuniera con el gobierno de Groenlandia que él integra.
Hay quienes señalan que quizás lo que Trump termine ofreciendo con Groenlandia algo similar a lo hecho con Alaska en 1967: comprarla. En aquel año, EEUU le pagó al Imperio Ruso unos 7,2 millones de dólares -equivalentes a 100 millones de la actualidad- por los 1.518.800 kilómetros cuadrados de ese territorio estratégico (más de la mitad dela superficie de Argentina), que hoy es el Estado 50 de la principal potencia del planeta. Por su parte, Groenlandia, la gigantesca isla del Atlántico Norte fue colonia danesa hasta que se convirtió en territorio autónomo de Dinamarca en 1979.
En enero, su primer ministro, Mute Egede, reiteró sus llamamientos para que la isla celebrara un referéndum de independencia. Si bien por el momento Egede no respondió a esas polémicas afirmaciones de Trump, en diciembre había señalado que Groenlandia «no estaba en venta y nunca lo estará». En el mismo sentido se expresó en 2019 la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, cuando el propio Trump ya había deslizado la idea de que ese territorio -donde incluso hay una base militar estadounidense- pasase a ser dominio del gigante de América del Norte.
Semejantes pretensiones expansionistas han generado mucho ruido entre ellos, más teniendo en cuenta que EEUU y Dinamarca son aliados históricos. Esta postura de Trump rompe con años de un posicionamiento diametralmente distinto de los Estados Unidos en materia de política exterior.
Como parte de su avanzada, el incipiente mandatario estadounidense llegó a amenazar con imponer aranceles a Dinamarca si se resiste a su oferta de comprar Groenlandia, ya que considera que ese territorio -ublicado en un lugar clave entre el Océano Atlántico y el Mar Ártico- es vital para la seguridad nacional de Estados Unidos. ”No creo que sea una buena manera de avanzar luchar entre nosotros con medios financieros cuando somos aliados y socios cercanos”, respondió ahora la primera ministra danesa, Frederiksen.
En medio de semejante cruzada, lo que más sorprendió es la intención de Trump con respecto a su vecino Canadá: el presidente electo de EEUU señaló que ese país podría incorporarse como un Estado más a su país, algo que despertó la indignación -entre otros- del primer ministro Justin Trudeau, horas después de que anunciara su dimisión por problemas internos de gobernabilidad. Trump publicó en su plataforma Truth Social que si Canadá se fusionara con EEUU, «no habría aranceles, los impuestos bajarían muchísimo y no estarían amenazados por los barcos rusos y chinos que les rodean constantemente».
Polémica propuesta de Trump: sugirió que México y Canadá deberían convertirse en estados de los EEUU
Y, haciendo leña del árbol caído, añadió: «Estados Unidos ya no puede sufrir los enormes déficits comerciales y subsidios que Canadá necesita para mantenerse a flote. Justin Trudeau lo sabía y dimitió».
Si bien, a diferencia de lo que dijo sobre la pretendida anexión del Canal de Panamá y de Groenlandia, en el tema canadiense Trump no mencionó la posibilidad del uso de la fuerza, sí sostuvo que utilizaría “la fuerza económica” para sus objetivos y así eliminar la frontera “artificialmente trazada” entre ambas naciones, algo que «sería una gran ayuda para la seguridad nacional». La ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, Melanie Joly, replicó en X: “Los comentarios del presidente electo Trump muestran una completa falta de comprensión de lo que hace de Canadá un país fuerte. Nuestra economía es fuerte. Nuestra gente es fuerte. Nunca retrocederemos ante las amenazas”.
Esta no fue la primera vez que el magnate republicano coquetea públicamente con la idea de que Canadá pase a incorporarse a los EEUU. En diciembre, había afirmado que «muchos» canadienses querían que las dos naciones se fusionaran. Sin embargo, una reciente encuesta de Leger sugiere que la cifra ronda el 13%. Vale recordar que en su campaña electoral Trump amenazó con imponer aranceles del 25% a los productos canadienses en su primer día en el poder, algo que también haría con México. Ambos países son los principales socios comerciales de EEUU.
Es más, en esta agresiva política internacional que ha decidido encarar para su nuevo mandato, volvió a desafiar a su vecino del sur: «Le vamos a cambiar el nombre al ‘Golfo de México’ por el de ‘Golfo de América’, que tiene un lindo sonido. Es lo apropiado. Y México tiene que parar de dejar entrar a millones de personas a nuestro país”.
Así un Trump recargado volvió a patear el tablero del Mundo. Con el afán de demostrar sus desenfrenadas ansias expansionistas sin medias tintas. Y sin ningún tipo de límites. Es decir, a lo Trump. Lisa y llanamente. El presidente que busca reeditar una vieja y reconocida «película», en versión 2025: «El imperio contraataca».
Publicado en cooperación con MundoNews