El papa Francisco, internado hace más de un mes en el hospital Gemelli de Roma, hizo un llamado a la reflexión sobre la violencia global y la necesidad urgente de frenar los conflictos armados. En una carta publicada este martes por el diario italiano Corriere della Sera, el pontífice de 88 años pidió a la comunidad internacional que evite la escalada de tensiones y que utilice el lenguaje como una herramienta de unión en lugar de división.
El Santo Padre enfatizó la importancia de transformar la manera en que se comunican los mensajes en tiempos de crisis. «Debemos desarmar las palabras, desarmar las mentes y desarmar la Tierra», escribió en su misiva, destacando la urgencia de adoptar una actitud más reflexiva y consciente en la construcción del diálogo global.
Su actual estado de salud, afirmó, le ha permitido comprender con mayor claridad la fragilidad humana y el sinsentido de la guerra.
Francisco también reflexionó sobre la influencia que tienen los medios de comunicación en la sociedad y la responsabilidad de quienes trabajan en este ámbito. Según sus palabras, «nunca son solo palabras: son hechos que construyen entornos humanos. Pueden conectar o dividir, servir a la verdad o manipularla».
Su salud
A pesar de llevar más de un mes hospitalizado por una neumonía bilateral, el papa siguió cumpliendo con sus funciones y monitoreando la actualidad internacional.
Su estado, de acuerdo al equipo médico, mejoró levemente gracias a la fisioterapia respiratoria y motora, aunque en las primeras semanas enfrentó cuatro crisis severas. En los últimos días, logró reducir su dependencia del oxígeno y puede desplazarse sin asistencia respiratoria en cortos trayectos dentro del hospital.
Texto completo de la carta del papa Francisco:
Estimado Director,
Quisiera agradecerle las palabras de cercanía con las que ha querido estar presente en este momento de enfermedad en el que, como he dicho, la guerra parece aún más absurda. La fragilidad humana, en efecto, tiene el poder de hacernos más claros sobre lo que dura y lo que pasa, sobre lo que nos hace vivir y lo que mata. Quizá por eso tendemos tan a menudo a negar los límites y a rehuir a las personas frágiles y heridas: tienen el poder de cuestionar la dirección que hemos elegido, como individuos y como comunidad.
Me gustaría animarle a usted y a todos aquellos que dedican su trabajo e inteligencia a informar, a través de las herramientas de comunicación que ahora unen nuestro mundo en tiempo real: sientan la importancia de las palabras. Nunca son sólo palabras: son hechos que construyen entornos humanos. Pueden conectar o dividir, servir a la verdad o servirse de ella. Debemos desarmar las palabras, para desarmar las mentes y desarmar la Tierra. Hay una gran necesidad de reflexión, de calma, de sentido de la complejidad.
Mientras que la guerra sólo devasta comunidades y el medio ambiente, sin ofrecer soluciones a los conflictos, la diplomacia y las organizaciones internacionales necesitan sangre nueva y credibilidad. Las religiones, además, pueden recurrir a la espiritualidad de los pueblos para reavivar el deseo de fraternidad y justicia, la esperanza de paz.
Todo esto exige compromiso, trabajo, silencio, palabras. Sintámonos unidos en este esfuerzo, que la Gracia celestial no dejará de inspirar y acompañar.
Francisco