Por Gabriel Michi
Un fantasma regresó para asustar al Mundo. Un fantasma que en realidad estaba presente pero quizás en lugares no tan visibles, por lo menos para Occidente. Ese fantasma se llama ISIS (también denominado «Estado Islámico» o «Daesh»). Es el grupo terrorista que ocupó gran parte de Siria e Irak a mediados de la década pasada, a fuerza de todo tipo de violencia extrema y brutales decapitaciones que grababan en video y difundían al mundo para sembrar el miedo y el horror. En esa época logró algo impensado: que muchos países, ejércitos y milicias que estaban totalmente enfrentados entre sí unan sus esfuerzos para derrotarlos (EEUU con los rebeldes sirios, Rusia en solidaridad con el gobierno de Bashar Al Assad, Irán con el Hezbollah, los kurdos, entre otros). Algo que se consumó en gran parte en 2017 cuando el ISIS fue borrado de casi todos esos territorios. Incluso la muerte de su líder Abu Bakr al-Baghdadi -en 2019- pareció coronar la derrota final.
Sin embargo, casi una década después, el grupo terrorista aparenta haber resurgido de sus cenizas, proyectando sus sombras de terror en Asia, África, Europa y hasta los Estados Unidos.
Si bien no es hoy una organización consolidada con territorio propio, han aparecido distintas facciones y grupos afiliados en diversas geografías, que han incrementando sus ataques y matanzas en los últimos tiempos, haciendo renacer el peligroso fantasma. Hoy, más allá de Siria e Irak -donde se hizo conocido- hay ramificaciones y grupos asociados al ISIS en al menos 25 países y lugares tan distintos como el Cáucaso, Pakistán, Afganistán, Turkistán, Kirguistán, Tayiskitán, India, Bangladesh, Arabia Saudí, Yemen, Bangladesh y hasta Filipinas (todos ellos en Asia); en Turquía (Euroasia); como también en Argelia, Libia, Egipto, Malí, Níger, Burkina Faso, Somalía, República Democrática del Congo, Nigeria, El Sahel, Uganda y Mozambique (en África).
Según los especialistas, el grupo terrorista -autor de más de 25.000 atentados en el Mundo desde que anunció la fundación del «Califato» en 2014- sigue activo en más de dos docenas de países. Pero no sólo eso. A través de su propaganda en las redes sociales, consiguió apoyos de individuos y células, que concretaron atentados en varios países que estaban fuera del radar. Por eso, muchos dicen que el ISIS -que en su momento llevó a reclutar entre 27.000 y 31.000 personas de unos 86 países, muchos de los cuales viajaron a Siria para conquistar más de 90.000 kilómetros cuadrados- está lejos de estar muerto, más allá de que aquellos objetivos de crear un «Califato» -con la dominación de grandes ciudades- hoy parece de ciencia ficción. Sin embargo, ese germen de seguidores que cosechó a lo largo y ancho del Mundo despiertan una preocupación especial entre las autoridades por la posibilidad de la existencia de los llamados «lobos solitarios» -como parece ser el caso del atropellamiento masivo Nueva Orleans en el Año Nuevo, protagonizado por Shamsud-Din Jabbar (42), un veterano del Ejército estadounidense-, capaces de atacar sin una orden o una organización táctica por detrás, por el simple hecho de comulgar con esas ideas extremistas.
Encima, el poder de fuego y el instinto destructivo de algunas de las expresiones del Daesh es muy alto. Uno de los hechos más fuertes protagonizado por una rema de este grupo sunnita radicalizado fue el asalto -en marzo de 2024- a un centro comercial y sala de conciertos de las afueras de Moscú, el Crocus City Hall, que dejó al menos 144 muertos y más de 550 heridos. En este caso fue una facción llamada ISIS-K, que desató ese ataque que volvió a poner el centro de la escena a esa organización que se creía desaparecida. El ISIS K -que lleva su nombre por ser originaria de la región del Khorasan, entre Afganistán y Pakistán- es una de las ramas más extremistas y violentas del grupo más extremista y violento del planeta. Es más, hay investigadores que la señalan como la estructura más potente vinculada al ISIS, con pretensiones más globales y un mecanismo muy fuerte de presencia en Internet en varios idiomas, incluido el inglés, que ha servido para retroalimentar sus posiciones y a sus seguidores que, en muchos casos, se convirtieron en peligrosas e indetectables «células dormidas unipersonales» -o no tan solitarias- capaces de despertarse y accionar en cualquier momento.
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Aquel masivo y violento ataque del ISIS K en Moscú los expuso ante la mirada del Mundo, aunque los distintos servicios de Inteligencia conocían su existencia. Con base mayoritariamente en Afganistán, el ISIS-K se ha fortalecido desde la retirada de Estados Unidos del país en 2021 -donde realizó su primer atentado suicida en el aeropuerto de Kabul en el que murieron casi 200 personas, entre ellas 13 soldados estadounidenses- y también ha aprovechado poblaciones radicalizadas de Asia Central. Hoy se sabe que incluso planificó otros ataques no sólo en Rusia, sino también en Europa y Estados Unidos. De acuerdo a Edmund Fitton-Brown, ex coordinador de sanciones y evaluación de amenazas de la ONU en relación con ISIS y Al Qaeda, el ISIS-K “se ha conectado con la diáspora centroasiática, principalmente en Rusia y Turquía y, en cierta medida, en Alemania”.
El especialista explicó que el ISIS también se benefició de la “rabia ambiental” entre individuos radicalizados ante la magnitud de las muertes en la Franja de Gaza por parte de Israel -en respuesta a los atentados de Hamás del 7 de octubre de 2023- , y de la liberación de algunos antiguos yihadistas de cárceles europeas tras cumplir sus condenas. Estos individuos ven a ISIS-K como “una fuerza inspiradora y creciente… Esto podría llevar a intentos de individuos de viajar a zonas de conflicto para unirse a sus filas o llevar a cabo ataques en sus países de origen en nombre del grupo”.
En otro escenario, tras la caída del régimen de Bashar Al Assad en Siria -gracias a la ofensiva rebelde encabezada por el líder yihadista Mohammed al-Golani, del grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS)- creció la preocupación por la posibilidad de que el ISIS -que ya había resurgido en algunos territorios de ese país- aproveche el caos y la inestable situación para sumar más poder y adeptos. De hecho, EE.UU. lanzó fuertes ataques contra ese grupo en las últimas semanas desde su base militar con 900 soldados que aún mantiene en el sur sirio. El grupo terrorista todavía conserva algunos remotos bastiones en el desierto, casi seis años después del fracaso en la instalación del pretendido “Califato”. Además, ISIS está intentado recuperar presencia en Irak. El poder que Daesh ha sabido reconstruir en territorio sirio es tal que puede ser graficado en un violento episodio en concreto: en medio de la avanzada rebelde en Siria, el grupo terrorista arrestó y fusiló a 54 soldados del Ejército oficial del depuesto Bashar Al Assad, mientras los militares intentaban escapar de esa nueva realidad. La masacre ocurrió en el desierto de la provincia de Homs, en el centro del país.
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Para intentar frenar todo eso, el mismo día en que Bashar al-Assad huyó del país (el 8 de diciembre cuando el dictador escapó a Rusia), el Mando Central estadounidense atacó más de 75 objetivos de ISIS en Siria con la advertencia de que no permitirían que el grupo se «reconstituya» y se aproveche de la situación actual en ese país. Esa posibilidad está lejos de ser una mera especulación y se basa en datos reales. En 2024, los ataques de ISIS en Siria se triplicaron en comparación con el año anterior: hubo más de 700. Pero no sólo crecieron en cantidad: “También han mejorado en sofisticación, aumentado en letalidad y se han dispersado geográficamente”, dijeron fuentes militares de EE.UU. Además, las peleas actuales entre ejércitos que en su momento enfrentaron al ISIS pueden diezmar la capacidad de respuesta contra sus avances. Un ejemplo es lo que ocurre con las fuerzas kurdas -que fueron claves en la estocada final contra ese grupo en 2017- que son asediadas en forma permanente por Turquía en el norte de Siria, en un territorio donde se sabe hay miles de milicianos operativos del ISIS dispuesto a entrar en acción si es que aún no lo han hecho.
Pero hay una hipótesis de conflicto en particular que quita el sueño a muchos: la posibilidad concreta de que el grupo terrorista planee un devastador ataque para liberar a los más de 8.000 milicianos propios que actualmente están retenidos en instalaciones en el norte de Siria. Si eso finalmente se concreta, una verdadera bomba puede explotar con una potencial amenaza de que los que escapen de esas prisiones se conviertan en atacantes con sed de venganza a través, incluso, de atentados suicidas en la propia Siria, Turquía e incluso en otros lugares del planeta.
Esa amenaza se cierne no sólo en esos territorios. El temor de que reaparezcan atacantes inspirados en la violencia extrema del ISIS es tal que los Servicios de Inteligencia occidentales están haciendo un seguimiento detallado de miles de comunicaciones porque sospechan que -aun con recursos precarios- incluso haya individuos que puedan perpetrar masivos apuñalamientos, tiroteos o atropellos con vehículos, sin mediar una orden directa del ISIS sino actuando como simples «lobos solitarios» que comulgan con esas ideas, tal como ocurrió con el marine de Nueva Orleans. Las autoridades saben que ese tipo ataques son los más difíciles de detectar y, obviamente, los vuelve casi imposible de evitar.
Por eso es que los atentados con atropellamiento de vehículos se han multiplicado como una modalidad de los terroristas que dicen actuar en nombre del ISIS. Así ocurrió en Niza, Barcelona, Berlín, Nueva York y ahora en Nueva Orleans, entre muchos otras ciudades, sumando más de 100 víctimas fatales por ese tipo de embestidas letales. Justamente para evitar ser detectados y neutralizados, el ISIS (como también Al Qaeda) hizo repetidos llamamientos a sus simpatizantes para que lleven a cabo atentados “por cuenta propia”, sin su mediación. Si bien este ataque en Nueva Orleans fue el más letal en muchos años realizado por un seguidor del ISIS en EE.UU., no es el primero: en 2014 hubo una matanza en San Bernardino, California, que dejó 14 muertos cuyos autores fueron un matrimonio que habían jurado lealtad al grupo terrorista. Y en 2016 hubo una masacre en un club nocturno gay en Orlando, Florida, por un hombre armado que mató a 49 personas. El terrorista juró su lealtad en una llamada al 911 a Al-Baghdadi y condenó los “caminos sucios de Occidente”.
Según Rita Katz, directora ejecutiva de SITE Intelligence, una organización no gubernamental que hace un seguimiento muy detallado de los grupos terroristas, desde que comenzó el ataque de Israel a Gaza en octubre de 2023 se produjo un resurgimiento de los complots de “lobos solitarios” en nombre de ISIS, grupo que intentó capitalizar el enojo creciente de gran parte del mundo árabe contra los israelíes, además del caos que se dio en todo Medio Oriente. Y enumera algunos de esos episodios, desde un apuñalamiento masivo en un festival en Solingen, Alemania, hasta un supuesto complot contra los conciertos de Taylor Swift en Viena. También llamaron la atención hechos como el apuñalamiento de un judío ortodoxo en Zúrich perpetrado un joven de 15 años (de nacionalidad suiza y ascendencia tunecina), quien declaró su lealtad a ISIS en un video, diciendo que estaba “respondiendo a la llamada del Estado Islámico a sus soldados para atacar a los judíos y cristianos y sus aliados criminales”. Además, seguidores del ISIS han planificado distintos atentados, algunos de ellos frustrados antes de concretarse, como el que idearon contra el Parlamento de Suecia, en rechazo a las repetidas quemas del Corán que se dieron en varias manifestaciones.
Vale aclarar que en los últimos tiempos el aumento de ataques cometidos por supuestos «lobos solitarios» no es sólo atribuible a decisiones individuales, aunque operativamente se hayas consumado de esa manera. Hay anclajes discursivos que se dieron en referentes de esa organización terrorista. Por ejemplo, el portavoz de ISIS, Abu Hudhayfah al-Ansari, hace un año llamó a los musulmanes a “cazar a sus presas: los judíos, los cristianos y sus aliados, en las calles y callejones de América, Europa y el Mundo”.
ISIS instó a sus seguidores a “dirigir sus acciones a los objetivos fáciles antes que a los difíciles, a los objetivos civiles antes que a los militares, y a los objetivos religiosos como sinagogas e iglesias antes que a cualquier otra cosa”. Algo que se representó en varios de los atentados donde participaron presuntos miembros de esa violenta organización terrorista.
Aun con todos estos avances hoy el ISIS parece muy lejos de aquel despliegue descomunal que a partir de 2014 lanzó para construir su tan mentado «califato» hasta el inicio de su caída de 2017. Sin embargo, quedan restos del grupo militante, incluidos unos 10.000 combatientes retenidos en centros de detención administrados por las Fuerzas Democrátcas de Siria (FDS), además de decenas de miles de sus familiares que viven en campos de refugiados y que podrían convertirse en potenciales terroristas con sed de venganza. Los que no están presos, permanecen activos en el desierto pese a los bombardeos constantes de EE.UU. y otros Ejércitos. Por eso el fantasma del ISIS reapareció. Con ataques en Siria, Irak, Rusia, Afganistán, África, Europa y hasta los Estados Unidos. Cuando nadie lo imaginaba. Un fantasma que se extiende y horroriza. Y que presagia una verdadera pesadilla. De eso se trata el peligroso renacer del ISIS.
LA HISTORIA DEL ISIS
ISIS (también conocido como Estado Islámico en Irak y el Levante -ISIL- o Daesh) fue una escisión de Al Qaeda. Su objetivo fue y es crear un «califato» que ocupe todo Irak, Siria y otros territorios. En ese reino pretendía imponer la «sharía» (interpretación extrema y represiva del Islam) que establece normas arraigadas en costumbres del siglo VIII, con un sojuzgamiento total de las mujeres. Pese a ese anclaje en el pasado utiliza métodos de propaganda del sigo XXI, con videos violentos y espectacularizados -incluso de matanzas y decapitaciones de supuestos «infieles»- como también con las redes sociales, con lo que han conseguido adeptos en diferentes lugares del Mundo. En su prédica radicalizada ven «infieles» en todo el que piensa distinto -incluso otros sunnitas moderados- y por eso, cuando iban conquistando territorios en Siria e Irak destruyeron un sinnúmero de monumentos históricos y espacios sagrados, algunos de ellos que eran «Patrimonio de la Humanidad»
En su momento de expansión, se financiaron con dinero producto de la producción de petróleo de los territorios que iban ocupando, el contrabando y los impuestos,, los rescates de los secuestros, la venta de artefactos robados, la extorsión y el control de los cultivos.
El primer embrión del ISIS hay que buscarlo en 2004 cuando Abu Musab Al Zarqari fundó Al Qaeda en Irak, con el objetivo de imponer su interpretación extremista del sunismo sobre la mayoría chiíta del país. Cuando este hombre murió en un ataque de EE.UU. el 7 de junio de 2006, lo sucedió Abu Ayyub al-Masri, quien en octubre de 2006 anunció la creación del «Estado Islámico de Irak» y designó como su líder a Abu Omar al-Baghdadi, quien también murió en un ataque estadounidense en abril de 2010, junto al propio Masri. Lo reemplazó Abu Bakr al-Baghdadi, un miliciano que se había radicalizado en las prisiones que EE.UU. manejaba incluso con torturas tras la invasión de Irak y la caída de Sadam Hussein.
Bajo el liderazgo de Abu Bakr al-Baghdadi, el ISIS no sólo fue aumentando sus territorios de manera descomunal -llegó a controlar 90.000 kilómetros cuadrados en su momento de máxima expansión en 2014, una superficie equivalente a la provincia de Neuquén o 450 veces la Ciudad Autónoma de Buenos Aires- sino que fue sumando a otros grupos que se desprendieron, por ejemplo, de Al Qaeda en Siria, como el Frente al-Nusra. Poco a poco el Daesh se alejó de la organización que en su momento encabezó Osama Bin Laden y que le diera origen. En 2014, el ISIS comenzó a conquistar grandes ciudades como Faluya, Mosul, Tikrit, Ramadi, Palmira, en Irak, y avanzó también sobre Siria y la región del Kurdistán. Así, el 29 de junio de 2014 anunció la creación de un «Califato» que trascendía las fronteras y Al Baghdadi se autoproclamó su máxima autoridad, pretendiendo imponerse sobre los 1.500 millones de musulmanes que se calcula que hay en el mundo. El grupo adoptó allí el nombre a «Estado Islámico». Con el paso del tiempo, otras organizaciones terroristas de distintos lugares del Mundo jurarían lealtad al ISIS, como por ejemplo Boko Haram en Nigeria.
Mientras el Daesh combatía contra sus enemigos en Irak y Siria, y cometía todo tipo de atrocidades contra ciudadanos de todo el mundo, comenzaron a darse atentados en distintos lugares del planeta protagonizados por fanáticos de ese grupo o por expresiones locales afiliadas a la organización terrorista .
El 26 de junio de 2015 un hombre armado mató al menos a 38 personas en un hotel tunecino frente a la playa y una acabó con la vida de al menos a 27 personas en una mezquita de Kuwait. EI ISIS se atribuyó la autoría de los atentados. Poco tiempo después ocurriría uno de los ataques más resonantes: fue el 13 de noviembre de 2015 en París cuando tres equipos de terroristas suicidas de ISIS atacaron seis lugares (entre ellos el famoso teatro Le Bataclan) , asesinando al menos a 130 personas e hiriendo a otras 494. El 22 de marzo de 2016, milicianos de este grupo lanzaron atentados contra el aeropuerto y una estación de metro de Bruselas (Bélgica) matando a más de 30 personas y lastimando a otras 270. Luego habría otro ataque suicida en el aeropuerto turco de Ataturk (con 44 muertos y 230 heridos), perpetrado por un terrorista de la región rusa del Cáucaso Norte y un conocido lugarteniente de ISIS. En cuestión de días, hubo un atentado en una confitería de Bangladesh y otro contra una academia militar en Pakistán, además de los que se dieron contra iglesias y autobuses coptos en Egipto, por nombrar sólo algunos de esos hechos que demostraron cómo los tentáculos criminales del terrorismo del ISIS fue conquistando adeptos en diferentes puntos del planeta.
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Para mediados de 2017 ISIS ya fue perdiendo mucho territorio y enclaves fundamentales como la ciudad de Mosul e incluso Raqqa, proclamada como la capital del «Califato». En diciembre de ese año tanto el Ejército iraquí como las fuerzas sirias anunciaron que derrotaron al Daesh y que recuperaron todos los territorios ocupados. Habían sido más de tres años de intensos combates y unos 25.000 ataques aéreos de la coalición. Pese a eso, un año después, en diciembre de 2018, combatientes del ISIS aún mantenían el control en una pequeña franja de tierra cerca del río Éufrates. Es más, estimaciones de especialistas señalaban que todavía quedaban unos miles de milicianos en la zona, pese a que el entonces presidente de EE.UU., Donald Trump, había anunciado que el ISIS había sido derrotado por completo.
Aun así, siguieron los ataques del grupo terrorista. Recién en octubre de 2019 se confirmó la muerte de Al Baghdadi, en medio de un operativo de fuerzas militares estadounidenses en el norte de Siria, quien -cuando estaba rodeado- se hizo estallar mientras se escondía con dos niños que también murieron en ese momento. Ese fue el final de una búsqueda que duró años para encontrar a uno de los terroristas más buscados del mundo, que logró mantenerse oculto por los menos un lustro. Cuando eso ocurrió, ISIS anunció que su nuevo líder sería Abu Ibrahim al-Hashimi al-Qurashi, quien fue abatido por tropas especiales de EE.UU. en febrero de 2022. Lo sucedió Abu al-Hussein al-Husseini al-Qurashi, quien también fue ultimado en Siria en abril de 2023, pero en su caso quienes lo aniquilaron fueron combatientes del Hayat Tahrir al Sham, el grupo rebelde que ahora tomó el control del país. Tras esa muerte el que tomó la posta como líder del ISIS fue Abi Hafsan al-Hashimi al-Qurashi, quien permanece hasta hoy en día al frente del grupo terrorista siendo el quinto y actual califa de esa organización.
Publicado en cooperación con MundoNews