Al menos diez muertes y tres desaparecidos en Filipinas tras el paso del tifón Goñi, el más poderoso de este año, que se abatió hoy sobre el archipiélago, donde las autoridades hablan de condiciones «catastróficas» en algunas regiones, tras haber evacuado a más de 350.000 personas.
El tifón tocó tierra en la isla de Catanduanes hacia las 5 de la mañana, hora local, con vientos de hasta 225 km/h y ráfagas a 310 km/h que arrancaron tejados, árboles y provocaron inundaciones, consignó la agencia AFP.
Unas horas antes de alcanzar al archipiélago, Goñi entró en la categoría de supertifón, pero al avanzar sobre la isla de Luzón, en dirección a Manila, perdió fuerza, según la agencia meteorológica filipina.
En las próximas 12 horas se esperan «vientos de una violencia catastrófica y lluvias intensas y torrenciales» en la región de Bícol, en el sureste de la isla de Luzón y en la de Catanduanes, advirtió la agencia.
En Catanduanes, la situación es «extremadamente peligrosa» ya que se teme un aumento del nivel del mar de hasta tres metros y «daños catastróficos debidos al viento».
El sistema tormentoso que acompaña al tifón – conocido también como ‘Rolly’ por la población local – podría acabar afectando a 31 millones de personas y sus vientos sostenidos de 215 kilómetros por hora (con máximos de 295) han causado ya al menos tres graves deslizamientos de tierra, indicó la agencia Dpa.
«Es posible que sea la mayor tormenta que he visto en mi vida», declaró el gobernador de la provincia de Albay, Al Bichara
Los cuatro fallecidos son residentes de esta provincia, según Bichara, una de ellas un niño de cinco años. Dos de las víctimas perecieron ahogadas, una tercera arrastrada por el barro y la cuarta murió aplastada por un árbol.
«Nuestros pueblos quedaron inundados», declaró Carlos Irwin Baldo, alcalde de Camalig, cerca de Legazpi.
«Las rutas están cubiertas de restos procedentes de las montañas, de ramas y de arena, algunos provienen del volcán Mayon. En varias no se puede circular», añadió.
El jefe de Defensa Civil, Ricardo Jalad, dijo por su parte que unas 350.000 personas fueron evacuadas.
En Manila, la capital, los habitantes de algunas barriadas situadas en zonas poco elevadas fueron evacuados ante el riesgo de inundaciones.
Las autoridades emitieron una alerta que llegó a los teléfonos móviles advirtiendo sobre el riesgo de «vientos destructores» en Manila y las provincias vecinas.
Las autoridades cerraron el principal aeropuerto internacional de Manila durante 24 horas y suspendieron más de una veintena de vuelos
Las escuelas, cerradas debido a la pandemia, se convirtieron en refugios de emergencia, así como los centros de evacuación administrados por el gobierno y los gimnasios.
La crisis sanitaria complica aún más la situación, ya que numerosos recursos de emergencia ya están destinados a la lucha contra el coronavirus.
El archipiélago suma oficialmente más de 378.000 casos de covid-19 y 7.100 decesos. Enfermos con coronavirus que estaban siendo tratados en tiendas de campaña también fueron trasladados.
Se espera que Goñi se debilite «considerablemente» a su paso por la isla de Luzón antes de llegar el lunes al mar de China Meridional, según los servicios meteorológicos.
Pero otro tifón está tomando fuerza en el océano Pacífico y debería golpear de nuevo el archipiélago.
Los filipinos se ven afectados cada año por un promedio de una veintena de tormentas tropicales y tifones, que destruyen cosechas, casas precarias e infraestructuras, manteniendo a poblaciones enteras en la pobreza permanente.
Goñi se trata del tifón más potente que alcanzó Filipinas en siete años, desde la llegada del Haiyan en 2013, que mató a más de 6.300 personas en las provincias del centro y del este del país, donde dejó más de 4 millones de desplazados.
El tifón Haiyan dejó a la ciudad central de Tacloban sumergida por olas gigantes.