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El trágico desenlace para la familia Silberman-Bibas: entre el dolor y las dudas
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El trágico desenlace para la familia Silberman-Bibas: entre el dolor y las dudas

Por Gabriel Michi

El dolor es infinito. El final más triste se hizo realidad, aún con dudas. Ese final que nadie quería aceptar como posible, que todos querían desterrar como una opción. Sin embargo, era un fantasma que estaba al acecho, amenazando la esperanza de todos. La confirmación de la muerte de los niños de la familia argentina-israelí Silberman-Bibas , Ariel y Kfir, cayó como una bomba que destruyó todas las ilusiones colectivas. Lo mismo que lo ocurrido con su madre Shiri, que aún sigue siendo un doloroso enigma. Los cuerpos de los pequeños Ariel y Kfir fueron identificados por los especialistas forenses de Israel.

Sin embargo, un tercer cuerpo que los terroristas de Hamás entregaron «no es el de Shiri Bibas y no coincide con el de ningún otro rehén”. “Se trata de un cuerpo anónimo y no identificado», explicaron los expertos.

Después de haber estado secuestrados en la Franja de Gaza por 502 días, tras haber sido arrastrado por los terroristas aquel siniestro 7 de octubre de 2023 desde el kibutz de Nir Oz, los cuerpos de los niños volvieron a Israel. En aquella terrible jornada, pero por separado, los milicianos de Hamás se habían llevado al padre de la familia, Yarden, quien quiso evitar que rapten a su familia y se adelantó y enfrentó a los terroristas, quienes lo golpearon salvajemente. El hombre fue liberado el último 1 de febrero, sin saber nada de lo que había ocurrido con su esposa y sus hijos. Hasta este desesperante final. La tragedia de la familia Silberman-Bibas no queda allí: en el ataque terrorista también fueron asesinados los padres de Shiri en otra casa en Nir Oz: su papá argentino José «Yossi» Silberman y su madre peruana Margit Schneider-Zimmerman.

La situación de Shiri y sus chiquitos es un golpe letal contra su familia y contra toda la comunidad internacional que habían depositado su fe en que serían recuperados con vida. Esta familia y particularmente Kfir -el más pequeño de todos los 251 secuestrados del 7 de octubre- se convirtieron en un símbolo de las víctimas y del horror de Hamás, ese horror que dejó también más de 1.200 muertos el día del ataque.

Referentes de la política, del arte, del deporte y de las más diversas actividades se habían manifestado al respecto y subrayado cómo este caso era una de las peores caras de la barbarie terrorista. En las últimas horas, Israel toda se vistió de luto y las postales del dolor atravesaron todo el país (y más allá también). Las banderas a media asta en todo su territorio y las lágrimas derramadas por doquier no fueron otra cosa que la fiel demostración del impacto que generó semejante desenlace.

A principios de semana, Hamas había anunciado que entregaría los cadáveres de Shiri Silberman Bibas, sus dos hijos pequeños, Ariel y Kfir, y Oded Lifshitz, un activista por la paz de 83 años que en más de una ocasión había ayudado a enfermos de la Franja de Gaza a ser trasladados a hospitales israelíes. Los cuatro fueron sacados con vida de sus hogares en el kibutz Nir Oz, del que secuestraron a la mitad de los argentinos, incluso tres rehenes que aún faltan: los hermanos Ariel y David Cunio, y Eitan Horn.

Ahora, con la novedad de que el tercer cuerpo entregado por los terroristas no corresponde a Shiri Bibas se abren un sinnúmero de interrogantes. El Instituto Forense Abu Kabir señaló que esos restos «no coincidía con ningún rehén masculino o femenino. Se trata de un cuerpo anónimo, no identificado”. Frente a eso, las Fuerzas de Defensas de Israel (FDI) sostuvieron: “Se trata de una violación muy grave por parte de la organización terrorista Hamás, a la que el acuerdo exige devolver a cuatro rehenes muertos. Exigimos que Hamás devuelva a Shiri a su casa, junto con todos nuestros rehenes». Para concluir: “Compartimos el profundo dolor de la familia Bibas en este momento difícil y continuaremos haciendo todo lo posible para que Shiri y todos los rehenes regresen a casa lo antes posible”.

Los cuatro cuerpos fueron entregados a la Cruz Roja alrededor de las 9:30 AM del jueves 20 de febrero, en una ceremonia llena de propaganda de Hamás -pese a los pedidos de la familia- en el área de Bani Suheila, en Khan Younis, al sur de Gaza, donde el grupo terrorista instaló un escenario cubierto con carteles que denunciaban que la familia Bibas habían sido asesinadas por los bombardeos de Israel. Ya en noviembre de 2023, los terroristas habían esgrimido esa acusación e incluso hicieron grabar un video a Yarden Bibas responsabilizando al gobierno de Benjamin Netanyahu por la muerte de su familia y pidiendo una negociación urgente por los rehenes. Sin embargo, las FDI sostuvieron que los forenses llegaron a la determinación de que «basándose en pruebas forenses e información de inteligencia, los dos niños fueron ‘brutalmente asesinados’ por terroristas en noviembre de 2023». En ese momento, Ariel tenía 4 años y Kfir 10 meses.

Mientras se espera la liberación de otros seis rehenes con vida para el próximo sábado (dentro del acuerdo de «alto el fuego» iniciado el 19 de enero y por el que se terminarán entregando a 33 secuestrados israelíes a cambio de 1.900 prisioneros palestinos), falta un nuevo tramo de negociación que permita, en una segunda etapa, recuperar alrededor de 67 rehenes, de los que se supone que al menos 30 están fallecidos.

Previo a la entrega de estos cuatro cuerpos, la Cruz Roja había solicitado a Hamás que ese proceso se lleve a cabo con dignidad, ya que los últimos episodios de este tipo estuvieron rodeados de polémicas. Hubo muchas críticas porque se expuso a los rehenes a situaciones de mucho estrés (incluso con riesgo de ser linchados por la gente que los rodeaba) y en algunos casos fueron devueltos en condiciones infrahumanas que se compararon incluso con los resultados de los campos de concentración del nazismo. Más allá de que cada entrega de secuestrados simulo ser un «desfile de rehenes» con fines propagandísticos que retroalimentaban el odio. Esto generó críticas en todo el Mundo, incluso en las Naciones Unidas.

Hamás hizo caso omiso de ese reclamo y expuso los cuatro cajones mortuorios en un escenario con leyendas contra Israel. En cada uno de los ataúdes había una pequeña fotografía de los rehenes. Mientras, militantes armados con uniformes negros y de camuflaje rodearon la zona. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Turk, calificó el desfile de cadáveres en Gaza de «aborrecible y cruel» y dijo que chocaba con el derecho internacional En un comunicado desde esa organización sostuvieron: «Según el derecho internacional, cualquier entrega de restos de fallecidos debe respetar la prohibición de tratos crueles, inhumanos o degradantes, garantizando el respeto a la dignidad de los fallecidos y sus familiares».

Luego, los vehículos de la Cruz Roja se marcharon de la Franja de Gaza con cuatro ataúdes negros, atravesaron la frontera y ya en Israel los entregaron para ser escaneados en busca de explosivos. Los israelíes se alinearon en la carretera bajo la lluvia cerca de la frontera con Gaza para presentar sus respetos mientras pasaba el convoy que transportaba los ataúdes.

Mientras, en la denominada «Plaza de los rehenes», en Tel Aviv, se reunió una multitud que no paraba de llorar. Esa escena se repitió en distintos lugares del Mundo, demostrando el valor simbólico y la empatía que el caso de los niños israelíes-argentinos había despertado en todo el planeta. El presidente israelí Isaac Herzog dijo: «Agonía. Dolor. No hay palabras. Nuestros corazones, los corazones de toda una nación, están hechos pedazos». Nadie pudo permanecer indiferente ante semejante desgarro. Ante el final más triste y lleno de dudas. Ese que habla de la tragedia de la familia Silberman-Bibas. Con miles de preguntas. Y una terrible certeza: el dolor infinito.

Publicado en cooperación con MundoNews

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