«Tren de Aragua», este es el nombre de la pandilla venezolana que logró expandirse más allá de América Latina y hoy tiene presencia en 16 lugares de Estados Unidos.
Esta organización criminal, que se originó en prisión de Tocorón, ya llegó a ciudades de Norteamerica como Nueva York, Miami, Los Ángeles, Montana, Wyoming, Tennessee, Colorado, Florida, Georgia, Virginia y Washington, DC.
En lo que respecta a Latinoamerica, además de Venezuela en donde funciona en 13 estados, opera en Bolivia, Colombia, Chile, Perú, Ecuador y Costa Rica, según el sitio web de la ONG Transparencia Venezuela.
Esta banda es la organización criminal más grande y poderosa de Venezuela y representa el primer grupo delincuencial de origen venezolano que ha logrado expandir sus actividades a otros países de América Latina.
La ONG explica que, según una investigación que realizó en el 2021 «se la identifica con el calificativo de ‘megabanda‘, porque está integrada por un ejército de más de 4.000 hombres y dispone de armas de guerra, además de tener una estructura jerárquica definida, clara y sólida».
CÓMO NACIÓ EL TREN DE ARAGUA
Todo empezó en el año 2005 con el sindicato de obreros que trabajaban en la construcción de un proyecto ferroviario que buscaba conectar a los estados Aragua y Carabobo. De esa iniciativa, surge el nombre «Tren de Aragua». La obra nunca se terminó.
El sindicato arrancó cobrando por la asignación de puestos de trabajo, pero extorsionaba a contratistas a cambio de seguridad. Con el tiempo, expandió sus actividades criminales y aquí aparece la primera persona clave: Héctor Rutherford Guerrero Flores, alias «Niño Guerrero», que era el pran de la cárcel de Tocorón, es decir, el líder que controlaba el penal.
Acorde con Insight Crime, fue Héctor Rustherford Guerrero Flores, quien convirtió el Tren de Aragua en lo que es hoy durante su encarcelamiento en Tocorón».
En 2013 el «Niño Guerrero» fue llevado a la cárcel de Tocorón y ahí el Tren de Aragua comenzó a unirse con otras bandas criminales para agrandar su presencia.
Otros dos nombres fundamentales son: Johan José Romero conocido como «Johan Petrica», quien en la actualidad opera desde las minas del estado Bolívar y José Gabriel Álvarez Rojas, alias «el Chino Pradera», que murió en un enfrentamiento con la policía en 2016.
Lograron llegar al barrio San Vicente, ubicado en Maracay, la capital del estado de Aragua y tener el dominio del lugar, según lo precisado por Insight Crime.
«Con el control de la pandilla firmemente cimentado dentro de la prisión, el Tren de Aragua comenzó a expandir su influencia. Comenzó por el barrio de San Vicente, donde estableció un estricto control social», marcó la organización.
LA EXPANSIÓN DEL TREN DE ARAGUA
El Tren de Aragua pudo crecer más allá de Venezuela, al aprovecharse de los migrantes que provienen de distintos países de América Latina.
«El Tren de Aragua se abrió un espacio dentro de la población fronteriza colombiana de La Parada, donde muchos migrantes venezolanos que huían de su país llegaban por primera vez a Colombia», indica Insight Crime.
Y desarrolla: «En ese momento, el éxodo venezolano estaba en pleno apogeo y el Tren de Aragua vio una oportunidad en la desesperación de sus compatriotas.
Mientras los principales grupos criminales colombianos se centraban en el narcotráfico, el Tren de Aragua comenzó a explotar sistemáticamente a los migrantes venezolanos, cobrándoles extorsiones, llevándolos clandestinamente a Colombia y haciéndose con el control de varios nodos del mercado de la trata de personas con fines de explotación sexual».
La organización usa los nuevos territorios para llevar adelante delitos como secuestro, homicidio, trata de personas, robos, fraudes financieros, tráfico de armas y de drogas, tráfico ílicito de chatarra y extracción ilegal de minerales, según Transparencia Venezuela.
Según una especialista que hace estudios con miembros de comunidades lideradas por la banda que dialogó con la ONG, el Tren de Aragua «tiene personas en los pasos fronterizos para cuidar cargamentos de droga, oro, armas y chatarra. Su función es actuar en masa como custodia de la mercancía, infundir terror por las zonas en las que se realiza la acción delictiva para que nadie se acerque y, en ciertos casos, liberar el camino de obstáculos».