Por David Duckenfield*
Se está peleando una guerra por el alma de los Estados Unidos que se decidirá el 3 de noviembre de 2020 con las elecciones presidenciales. Las líneas de batalla ya han sido trazadas. Por un lado, tenemos una gran parte de la población que adhiere a la visión miope del mundo del presidente Trump basada en esta idea de «Primero Estados Unidos» y «La ley y el orden y el mercado de valores». Por otro lado, una parte considerable del público cree que la posición de Estados Unidos ante el mundo se ha desplomado bajo Trump. El país se ha polarizado y la respuesta fallida de esta administración ante el Covid-19 arruinó la economía y el sistema de salud.
La última vez que los Estados Unidos estuvo tan dividido fue hace 155 años durante la guerra civil donde se enfrentaron el Norte y el Sur y vimos hermanos y amigos pelear entre sí. El detonante en ese entonces fue la esclavitud y sí los Estados Unidos, un país en plena expansión, permitiría o no tener propiedad permanente sobre otro hombre. Todavía existen vestigios de ese momento hoy día.
El asesinato de George Floyd, un hombre afroamericano, a manos de la policía, el movimiento “Black Lives Matter” y la declaración del presidente Trump refiriéndose a los mejicanos como criminales y violadores son algunos ejemplos que evocan los mismos sentimientos de hace casi dos siglos revelando así una sociedad sumamente dividida. La realidad es que los mensajes de las campañas y la opinión pública son el reflejo de un país que se ha visto muy afectado por la desindustrialización, la globalización y las crecientes disparidades en la riqueza.
La última vez que los EEUU estuvo tan dividido fue hace 155 años durante la guerra civil. El detonante en ese entonces fue la esclavitud y sí los EEUU, un país en plena expansión, permitiría o no tener propiedad permanente sobre otro hombre. Todavía existen vestigios de ese momento hoy día.
Todo esto es importante para entender dónde estamos como país con tan solo días para las elecciones presidenciales de los Estados Unidos. Aunque el país se encuentra dividido básicamente en dos partes iguales, Joe Biden ha logrado mantener una ventaja constante sobre Trump desde que comenzaron las encuestas, incluso desde antes de que fuera el candidato oficial. Esa ventaja ha variado entre dos puntos porcentuales y once puntos porcentuales en las encuestas nacionales desde junio. Sin embargo, Biden nunca se ha quedado atrás y ha logrado mantener su posición.
Es necesario aclarar que las encuestas nacionales no representan un panorama preciso en los Estados Unidos debido al peculiar sistema electoral establecido en la constitución. El sistema exige que los presidentes sean elegidos por electores, miembros del colegio electoral, y no por voto popular. Los electores son nombrados cada cuatro años en cada estado para votar por el presidente. La cantidad de electores depende del número de representantes federales por estado (que varía según la población) más los dos senadores que tiene cada uno. Esto significa que un candidato puede ganar las elecciones sin haber ganado el voto popular, como sucedió con el presidente Bush en el 2000 y el presidente Trump en 2016. Debido a esto, es más importante estudiar las encuestas por estado que las nacionales.
En las encuestas por estado, la contienda electoral está un poco más reñida. Sin embargo, Biden todavía mantiene una ventaja sobre Trump. En algunos de los estados decisivos, llamados así porque oscilan entre un partido y el otro, como Michigan, Pensilvania y Wisconsin, la preferencia parece ser Biden. En Michigan, el 52 por ciento de los votantes probables dijeron que preferían a Biden, en comparación con el 40 por ciento que votaría por Trump. Biden lidera con 5 puntos porcentuales en Wisconsin y Pensilvania, obteniendo el 49 y el 50 por ciento del apoyo de los encuestados entre los votantes probables en cada estado, respectivamente. Sin embargo, en Ohio, un estado clave para las elecciones presidenciales, Trump mantiene una ventaja de entre 4 y 5 puntos.
La mayoría de los analistas creen que Biden está en el camino hacia una victoria segura, pero la mayoría de estos detesta reconocerlo después de que Trump logró resurgir sorpresivamente en el 2016, dejando a muchos expertos conmocionados.
Finalmente, está el estado de la Florida. El equipo de Trump no puede ganar la Casa Blanca sin ganar la Florida. Pareciera que el Presidente se dio cuenta de esto hace un par de años cuando cambió su residencia permanente a Florida. Solo esta semana va a estar dos días en Florida para hacer campaña. La cantidad de inmigrantes de países socialistas en América Latina juegan un papel clave en las elecciones de Florida y, por eso, parte de la campaña de Trump se enfoca en posicionar a Biden como un socialista para así capitalizar el voto Hispano del estado. A pesar de que Biden va a ganar el voto hispano en Florida, queda por ver si será por un margen lo suficientemente amplio como para contrarrestar su falta de apoyo en otras partes del estado. En este momento, la contienda en la “Tierra de Mickey Mouse” está muy reñida.
La mayoría de los analistas creen que Biden está en el camino hacia una victoria segura, pero la mayoría de estos detesta reconocerlo después de que Trump logró resurgir sorpresivamente en el 2016, dejando a muchos expertos conmocionados. En este momento, Estados Unidos se siente como un corredor exhausto después de haber corrido un maratón largo y agotador. A diferencia de América Latina, donde las campañas electorales pueden durar unos meses, en los Estados Unidos duran más de un año. El proceso de votación comienza de 3 a 4 semanas antes del día oficial de las elecciones. Y, como ese corredor de larga distancia, el cansancio es palpable. Tendremos que esperar y ver quién logrará terminar más fuerte: ¡Biden, Trump, el público estadounidense o ninguno de los anteriores!
* David Duckenfield es ex-subsecretario adjunto del Departamento de Estado de EEUU y presidente de Balsera Communications, donde asesora a empresas y candidatos sobre sus estrategias de comunicación.