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Entierros nocturnos: la nueva normalidad del mayor cementerio de América Latina
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Entierros nocturnos: la nueva normalidad del mayor cementerio de América Latina

En casi tres décadas de trabajo, los sepultureros más antiguos del mayor cementerio de Sao Paulo recuerdan haber hecho menos de 10 entierros nocturnos. Pero desde que se agravó la segunda ola de la pandemia en Brasil, esa excepción se transformó en regla.

El aumento vertiginoso de casos y muertes en Sao Paulo en los últimos meses obligó a la alcaldía de la ciudad más rica y poblada del país a adaptar su plan funerario para evitar un colapso: además de contratar más personal y vehículos para atender la demanda, fueron autorizadas jornadas nocturnas en cuatro de los 22 cementerios municipales, donde cada día se abren 600 fosas.

Uno de estos es el Vila Formosa, el más grande de Brasil y de América Latina, y una de las postales del costo letal de la pandemia en Brasil, donde ya fallecieron más de 360,000 personas por covid-19.

A las 18:00 horas se produce el cambio de guardia y se encienden las dos enormes lámparas alimentadas por generadores que iluminan las tumbas e impregnan el lugar de olor a diésel.

Es el inicio del otoño y en este camposanto arborizado en la periferia de Sao Paulo la temperatura ronda los 16 grados. Ocho sepultureros vestidos con monos blancos, mascarillas y guantes llegan en dos camionetas.

Bajan y se forman en círculo alrededor de las fosas, manos atrás del cuerpo, cabeza gacha; en señal de respeto guardan un minuto de silencio. Enseguida, van por las palas y cargan el primer fallecido de la noche. “¿No hay familiares?”, pregunta uno. “No. Puede enterrar”, responde otro con los documentos del difunto en mano.

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