El Banco Central Europeo (BCE) recalculó este jueves sus proyecciones inflacionarias, en medio de una crisis global como consecuencia de la guerra en ucrania y de la inminencia de la temporada invernal en el hemisferio norte, y las perspectivas son peores a las esperadas.
De acuerdo a sus datos, la expectativa para este año es cerrar una tasa de inflación continental en torno al 8,1%, en vez del 6,8% que se había previsto. Y esto movió todas las metas para los próximos años: la estimación para 2023 pasó del 3,5% al 5,5%; y la de 2024 fue fijada en un 2,3%, lo que todavía está por encima del objetivo del 2%, que representaría un aumento dentro de la normalidad. Por lo tanto, los valores regulares no se conseguirían antes de 2025.
Ante este escenario, el BCE, dirigido por Christine Lagarde, decidió cumplir con la demanda de los mercados y de los principales países del bloque y anunció una suba récord en las tasas de interés, de 75 puntos básicos. El objetivo es justamente mitigar los efectos inflacionarios de cara a una probable recesión invernal.
Es la segunda subida en medio de la crisis. La primera fue en julio, llevando los depósitos a tasas del 0,75%, con niveles de refinanciación del 1,25%, los niveles más altos desde 2011. Y ya se aguardan nuevas alzas para octubre y noviembre.
Según lo explica Reuters, las autoridades del BCE llevan semanas debatiendo si las tasas debían subir 50 puntos básicos o 75, pero los altos datos inflacionarios (tanto la general como la subyacente) cerrar la discusión.
“Este importante paso adelanta la transición desde el actual nivel altamente flexible de los tipos de interés hacia niveles que garanticen el retorno oportuno de la inflación al objetivo del 2% a medio plazo del BCE», explicó la entidad, que advirtió: “En las próximas reuniones, el Consejo de Gobierno prevé subir aún más los tipos de interés para frenar la demanda y protegerse del riesgo de un cambio persistente al alza de las expectativas de inflación”.
Mientras tanto, el euro sigue cerca de sus mínimos históricos, casi en paridad con el dólar, lo que encarece las exportaciones, impactando en los precios al consumidor. Esta situación impacta en la economía general de la región, que se apresta a enfrentar una recesión; pero también golpea el ánimo de la población, que ejerce una mayor presión política sobre sus dirigentes, forzando la toma de medidas de asistencia masiva, como las que ya anunciaron Francia, Italia e incluso la nueva primera ministra del Reino Unido, Liz Truss.
Para el BCE, la economía europea crecerá en 2022 un 3,1%, mientras que para 2023 se pronostica un 0,9%.
En la interna de la entidad, el sector más liberal pide emular la decisión de los EEUU, que efectuó una política de shock respecto a las tasas para bajar la inflación, aunque sus detractores señalan que en ese caso hubo una gran influencia de la caída en los precios de los combustibles, algo que en Europa parece agravarse.
