El papa Francisco calificó hoy de «terrible e inaceptable» la pérdida de vidas inocentes en la escalada de violencia entre Israel y los grupos islámicos que gobiernan la Franja de Gaza y alertó que este nuevo ciclo del conflicto puede recrudecerse.
«En estos días, los violentos enfrentamientos armados entre la Franja de Gaza e Israel han tomado el relevo y corren el riesgo de degenerar en una espiral de muerte y destrucción», dijo el sumo pontífice tras su oración Regina Caeli.
«Numerosas personas han resultado heridas y muchos inocentes han muerto. Entre ellos hay niños, y esto es terrible e inaceptable», lamentó Francisco.
«Hago un llamamiento a la calma y, a quienes tienen la responsabilidad de hacerlo, a detener el estruendo de las armas y a recorrer los caminos de la paz, también con la ayuda de la Comunidad Internacional», insistió el pontífice argentino.
En sintonía con el pedido del Papa, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) pidió hoy a los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU que «ejerzan la máxima influencia para poner fin a las hostilidades».
El CICR hizo el llamamiento para que «detengan la escalada (de violencia) y garanticen un mejor acceso a las personas afectadas en la Franja de Gaza», informó la agencia de noticias AFP.
«La intensidad de este conflicto es algo que nunca habíamos visto antes, con constantes ataques aéreos sobre Gaza, que está densamente poblada, y cohetes que impactan en las principales ciudades de Israel, lo que provoca la muerte de niños en ambos bandos», dijo Robert Mardini, director general del CICR.
También subrayó que el acceso a los hospitales y a otras infraestructuras importantes para la población de Gaza es «muy complicado» e instó a las partes a «poner fin a este ciclo de violencia», porque las normas «son muy claras: los civiles deben estar siempre protegidos y, desgraciadamente, no es así en este momento».
El conflicto se agravó el 10 de mayo tras vencer el ultimátum del movimiento radical Hamas que exigía a Israel la retirada de militares y policías desde la Explanada de las Mezquitas y el barrio de Sheij Jarraj, escenas de violentas protestas por la celebración del Día de Jerusalén (fiesta con que los israelíes conmemoran la reunificación de la ciudad bajo su control durante la Guerra de los Seis días, en 1967) y los planes de desahucio en relación con cuatro familias palestinas residentes en los territorios reclamados por los judíos.
Una vez expirado el ultimátum, Hamas y otra facción radical, Yihad Islámica, comenzaron a lanzar cohetes hacia Israel.
Buena parte de los casi 2.900 proyectiles disparados hasta el 16 de mayo fueron interceptados por el sistema antiaéreo Cúpula de Hierro, y unos 450 aterrizaron en la Franja de Gaza, sin cruzar la frontera.
Sin embargo, algunos impactaron en el territorio israelí y provocaron la muerte de 10 personas e hiriendo gravemente a unas 50.
Los bombardeos de represalia realizados por la aviación y la artillería israelíes, según el Ministerio de Salud de Palestina recogido por la agencia de noticias Sputnik, causaron hasta ahora al menos 181 muertos, entre ellos 52 niños, y más de 1.200 heridos.