Por Gabriel Michi
La Cumbre de las grandes potencias se realiza en la región de Apulia, en el sur italiano, donde opera el clan criminal conocido como «Sacra Corona Unita». Frente al peligro y el auge del delito hay más de 5.000 soldados en alerta máxima para proteger a los jefes de Estado.
El lugar es un paraíso natural. Al que se sumaron construcciones de una belleza extraordinaria. Apulia, en el talón de la bota de Italia, es una región reconocida por sus olivos milenarios, sus blancas casas cónicas «trullo» y sus hermosas playas. Y allí, en medio de lo más exclusivo de lo más exclusivo, se levanta el lujoso complejo de Borgo Egnazia donde se celebra la Cumbre del G7, y donde ya están presentes los líderes de las mayores potencias del planeta y algunos invitados especiales como Volodymyr Zelensky, Luis Inácio «Lula» Da Silva, Javier Milei y el Papa Francisco.
Este paraíso turístico está compuesto por 30 villas privadas con piscinas particulares y hasta un restaurante con estrella Michelin que atiende a la élite mundial que allí concurre en busca de placer y privacidad: desde David y Victoria Beckham hasta Madonna e Ivanka Trump.
El director del complejo, Aldo Melpignano, garantiza ese nivel de discreción y seguridad, como el que ahora promete a los líderes del G7. Sin embargo, semejante escenografía contrasta con un dato de la realidad: esa zona está bajo amenaza permanente de grupos criminales y de una mafia en particular, la «Sacra Corona Unita». Por eso y por la importancia de los líderes que se dan cita allí es que han reforzado la seguridad de toda la zona, militarizando decenas de kilómetros a la redonda y blindando todo acceso a Borgo Egnazia, el lugar del encuentro.
Para garantizar ese blindaje se delimitó una «zona roja» de 10 kilómetros alrededor de Borgo Egnazia y otra «zona amarilla» de 30 kilómetros es estrictamente patrullada para proteger a los 130 grupos de trabajo y a las 21 reuniones ministeriales. En el operativo diseñado por Italia intervienen más de 5.000 soldados especialmente entrenados que fueron desplegados en la región, además de enormes cruceros amarrados en alta mar para ayudar a controlar desde la distancia, respaldados incluso por un portaaviones de Estados Unidos.
A eso se suman los equipos especiales de seguridad que protegen a figura de la estatura del Papa Francisco, entre otros, quien participa de un evento en particular vinculado a la Inteligencia Artificial pero que no permanecerá durante los 3 días de la Cumbe. Lo mismo que otros líderes que están invitados como el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, el rey de Arabia Saudita, Salman bin Abdulaziz Al-Saud, el presidente de Brasil, Luis Inácio «Lula» Da Silva, o el de Argentina, Javier Milei, entre muchos otros. Más allá de los que conforman la seguridad de los líderes de los países del G7: Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia, Canadá y Japón.
La decisión de la anfitriona, la primera ministra italiana Giorgia Meloni, de realizar la Cumbre del G7 en ese espacio, obligó a pensar y organizar una seguridad especial frente al presente de Apulia, en el sur de Italia, con mucho tiempo de antelación y con una complejidad extrema. De hecho, investigadores de la lucha contra la mafia alertaron sobre los peligros latentes por tres grupos criminales de tipo mafioso al que responsabilizan por un repunte de la violencia en la zona.
En ese sentido, hubo un informe semestral del Ministerio del Interior de Italia, publicado en enero de 2024, en los que se subrayan la amenaza creciente que estos grupos mostraban el riesgo que representan en el presente, aún cuando hubo una serie de operaciones antimafia -como la llamada «Más allá de los Muros», en 2018- donde cayeron detenidos varios de sus miembros más importantes. Según el documento, «la prevalencia de la criminalidad registrada refleja el dinamismo de equilibrios y estructuras criminales marcadas no sólo por conflictos entre clanes enfrentados, sino también por fricciones entre clanes».
De acuerdo a lo señalado por los especialistas, esos grupos que se disputan negocios y territorio en la región de Apulia son ramificaciones de la mafia conocida como «Sacra Corona Unita», centrado en torno a la ciudad de Foggia y formado por familias del crimen que se agrupan en clanes. Sin embargo, a diferencia de la «Cosa Nostra» de Sicilia, la «Camorra» de Nápoles y la «‘Ndrangheta» de Calabria, que tienen proyecciones y ramificaciones internacionales de grandes dimensiones, las bandas criminales de esa zona actúan principalmente en Italia y los Balcanes.
La «Sacra Corona Unita» (SCU) es una organización criminal de tipo mafioso que está activa en las áreas de Lecce, Brindisi y Taranto en Apulia. Su nombre provino del bautismo «sagrado» de sus miembros en la pandilla, la «corona» del rosario utilizada en las procesiones y la «unidad» de sus miembros.
Según los que la han investigado, la organización se formó el 25 de diciembre de 1983, cuando varios miembros encarcelados de la «Camorra» y la «‘Ndrangheta» se reunieron en la celda de Giuseppe Rogoli y lo iniciaron y encumbraron como jefe de una nueva organización criminal que, con el apoyo de esta última, se establecería como el sindicato del crimen de Apulia, en el extremo sudeste italiano. Sus principales fuentes de ingresos son el tráfico de drogas, la prostitución, el tráfico de armas y la extorsión. En su momento de mayor auge llegó a abarcar 50 clanes y más de 2.000 miembros. La organización importó cigarrillos y drogas de Afganistán a través de Albania, invirtió dinero sucio en hoteles y turismo en el Reino Unido y también se expandió a España, Alemania y los Estados Unidos, aunque su operatoria principal hoy sea más bien local.
La Divisione Investigazioni Generali e Operazioni Speciali (DIGOS), unidad antiterrorista y antimafia de Italia, viene siguiendo en detalle el accionar criminal de estas bandas desde hace mucho tiempo. Así pudo conformar un mapa de cómo funciona y ha determinado que las principales bases operativas se ubican en las ciudades costeras de Bari y Brindisi y sus alrededores. Allí, en los últimos tiempos, ha habido una serie de crímenes en plena calle y a la luz del día, en disputas entre rivales.
Además; han crecido delitos comunes como los robos de coches a mano armada que aumentaron «a un ritmo alarmante». En los últimos meses se produjeron varios asesinatos por venganza entre los clanes, así como mutilaciones. Incluso se encontró un maletín abandonado en una estación de tren cerca de Bari, junto con botellas de líquido y un teléfono móvil, lo que hizo presagiar un intento de atentado terrorista. Desde ese episodio, ocurrido en marzo, se vienen recibiendo amenazas de bomba casi todos los días.
En ese contexto, una de las cosas que más preocupa a quienes tienen a su cargo la seguridad de la Cumbre del G7 es la presencia de asaltos armados por parte de bandas criminales en villas cercanas al lugar de celebración del encuentro, algo que se conjuga con una cada vez más sangrienta violencia de bandas entre los tres clanes. Por eso es que el gobierno italiano evaluó, en los últimos meses, desplegar al Ejército para recuperar el control de la región, más con el encuentro internacional en el horizonte. El accionar de estos clanes dio lugar a una investigación de varios ayuntamientos locales, tres de los cuales fueron disueltos por el gobernador regional debido a la infiltración de la mafia y al uso de la extorsión para mantener el control del territorio por parte de las bandas criminales, señala el informe realizado por el Ministerio del Interior.
En algunos casos incluso esa infiltración se llegó a dar en obras de infraestructura -algo muy común en las mafias- relacionadas con la llegada del G7. Por ejemplo, según DIGOS, hay sospechas de esas presencias mafiosas en la construcción de helipuertos para que los dirigentes puedan desplazarse con seguridad e, incluso, en el levantamiento del propio centro de prensa. Detrás de esas pistas está trabajando la DIGOS, pero el resultado de su investigación recién concluirá después de finalizada la Cumbre.
En la previa al encuentro, el prefecto de Brindisi, Luigi Carnevale, debió hacer febriles esfuerzos para coordinar con las autoridades nacionales la seguridad local con la especial que se necesitaba por la llegada de los mandatarios, algo que se volvió muy complejo. «Nadie podía prever que en vísperas del G7, previsto del 13 al 15 de junio, Apulia, donde se celebrarán las reuniones entre los poderosos líderes mundiales, se vería afectada por sucesos delictivos que, aunque no están relacionados entre sí, hacen aún más compleja la gestión de la seguridad», dijo el prefecto Carnevale.
La DIGOS tiene a su cargo la coordinación de la maquinaria de seguridad que protege a los líderes de las economías más avanzadas del mundo. Fueron sus oficiales que desde hace un año vienen trabajando en una «labor de limpieza preventiva», con un foco en especial frente a esos grupos criminales que operan en la zona. Pero no sólo eso: intentando detectar cualquier atisbo de potencial establecimiento de «posibles células durmientes islámicas».
Para eso reforzaron el control en los aeropuertos y puertos marítimos, algo que se incrementó en las últimas semanas. A tal punto que el «Espacio Schengen» -las fronteras abiertas entre los países de la Unión Europea, que incluyen a Italia- se cerró entre el 5 y el 18 de junio para que los agentes de control fronterizo puedan comprobar los pasaportes y, así, detectar cualquier movimiento sospechoso que podría poner en peligro a los líderes mundiales.
A los temores por el potencial riesgo que representan los grupos mafiosos que operan allí y a la amenaza permanente de grupos terroristas, se sumó la preocupación de las autoridades frente al desembarco -muy común- de centenares de manifestantes que suelen protestar en cada cumbre del G7, algo que despierta algunos fantasmas por el recuerdo de lo ocurrido en 2001 cuando Italia acogió la entonces cumbre del G8 -en ese momento aún Rusia conformaba el grupo pero fue excluido tras la anexión de Crimea en 2014-: allí murió un manifestante a manos de la Policía en medio de violentos enfrentamientos.
Frente a semejante panorama, la Policía Militar especializada, que trabaja con la Unidad Antimafia, está vigilando desde hace tiempo y al detalle los movimientos de los grupos delictivos locales. Sólo el mes pasado detuvo a casi 60 personas en relación con una investigación sobre drogas, lo que sacó de circulación, al menos a corto plazo, a algunos de los presuntos líderes de los clanes. Los oficiales a cargo de los operativos aseguran que no hay riesgos demostrables para los líderes internacionales que llegaron a Apulia porque «estarán superprotegidos e inabordables en esos tres días».
Sin embargo, el jefe de la Policía local, Vittorio Pisani, aseguró a la CNN que deben hacerse los máximos esfuerzos para «garantizar la misma tranquilidad a las aproximadamente 10.000 personas que se desplazarán entre Bari y Brindisi esa semana (delegaciones, periodistas, observadores) y que no gozarán de la protección de guardaespaldas y servicios de seguridad». Y agregó: «No será una tarea fácil, porque los focos del mundo estarán puestos en Apulia. Y no podemos permitirnos transmitir la imagen de una región en la que la mafia, el terrorismo y la delincuencia común se han apoderado de ella». Un desafío colosal en un escenario donde la mafia aparece como una amenaza latente contra muchos de los líderes más importantes del planeta. Casi nada.
UN IMPENSADO DOLOR DE CABEZA
En medio de semejante operativo de seguridad para proteger a los líderes del G7, un impensado dolor de cabeza se presentó a último momento: un barco que tenía previsto albergar a más de 2.000 agentes de Policía destinados a la Cumbre, fue confiscado el miércoles 13 de junio, justo con el inicio formal del encuentro internacional. La razón: quejas sobre las malas condiciones a bordo. Se trata del buque «Mykonos Magic», rebautizado «Diosa de la Noche», que se encuentra atracado en la ciudad de Brindisi, a unos 60 kilómetros de Borgo Egnazia, el resort de lujo en la región sur de Puglia que alberga la reunión del G7.
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Las quejas llegaron de boca de los sindicatos que agrupan a los oficiales y que lamentaron las malas condiciones sanitarias a bordo: camarotes que no podían usarse, fugas de agua, baños inutilizables y aire acondicionado roto. Frente a ese cuadro, quienes estaban a bordo debieron ser trasladados a hoteles y a otro barco. Y las autoridades pudieron comprobar «importantes insuficiencias higiénico-sanitarias y graves deficiencias de alojamiento».
Ahora la investigación también apuntan a la posibilidad de que haya un delito de «fraude» en el suministro público. Por eso los fiscales de Brindisi ordenaron la incautación del barco, mientras siguen las pesquisas.
La Policía también aseguró que estaban considerando emprender acciones legales contra el propietario del barco. Los medios italianos informaron que el gobierno había pagado alrededor de 6 millones de euros para alquilarlo durante la duración del G7. Pero las condiciones en que lo encontraron fueron lastimosas. Y generaron un sorpresivo problema para la seguridad de la Cumbre.
Publicado en cooperación con MundoNews