Irán acusó hoy a Israel de un ataque contra su planta nuclear subterránea de Natanz que dañó sus nuevas centrifugadoras de uranio, un sabotaje que complica las negociaciones para reflotar el acuerdo atómico entre Teherán y las potencias de 2015 y que eleva tensiones entre ambos rivales que repercuten en todo Medio Oriente.
Israel no reivindicó el ataque de ayer ni negó su responsabilidad, pero numerosos diarios del país y el estadounidense The Washington Post afirmaron que Natanz sufrió un ciberataque israelí que provocó una explosión y destruyó el sistema eléctrico que alimenta las nuevas centrifugadoras, provocando un apagón en la planta.
Aunque la naturaleza y el alcance de los daños seguían estando poco claros más de 24 horas después, voceros iraníes hablaron de una «pequeña explosión» en el centro de distribución de electricidad que a su vez dañó las centrifugadoras, que habían sido puestas en funcionamiento un día antes y que enriquecen el uranio más rápidamente.
El ataque también tensa las relaciones entre el Gobierno estadounidense del presidente Joe Biden, que negocia una vuelta al acuerdo nuclear con Irán, y e Israel, cuyo primer ministro, Benjamin Netanyahu, ha prometido frustrar el pacto a como dé lugar.
Netanyahu se reunió hoy con el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, quien llegó ayer a Israel justo cuando se conocía la noticia del ataque, descrito inicialmente por Irán como un apagón y luego como un acto «terrorista».
«Mi política como primer ministro de Israel es clara: nunca permitiré que Irán obtenga la capacidad nuclear de llevar a cabo su meta genocida de eliminar a Israel. E Israel continuará defendiéndose contra la agresión y el terrorismo de Irán», dijo Netanyahu a periodistas en una aparición conjunta con Lloyd, sin aceptar preguntas.
Más temprano, en una conferencia de prensa en un base militar, Austin dijo que el Gobierno de Biden continuará con sus esfuerzos para retornar al acuerdo nuclear alcanzado en Viena hace cinco años.
En un comunicado, la Casa Blanca dijo que estaba al tanto del ataque contra Natanz y que «Estados Unidos no estuvo involucrado de ninguna manera».
Los detalles del ataque seguían hoy siendo escasos.
El portavoz de la Organización de la Energía Atómica de Irán (OIEA), Behrouz Kamalvandi, dijo que «el centro de distribución de electricidad» de la planta de Natanz, en el centro del país, se vio afectado por una «pequeña explosión» hacia las 5 de ayer.
Más temprano, el vocero de la Cancillería iraní Said Khatibzadeh dijo que las nuevas centrifugadoras IR-1 habían resultado dañadas por un acto «terrorista» perpetrado por Israel, pero no dio más detalles.
«La respuesta por Natanz será tomar venganza contra Israel», dijo, citado por la agencia de noticias iraní IRNA.
Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald Trump, denunció unilateralmente en 2018 el acuerdo nuclear con Irán alcanzado en Viena tres años antes, restableciendo de paso las sanciones estadounidenses que se habían levantado en el marco del pacto.
Como represalia, desde 2019 Irán se ha alejado de la mayoría de los compromisos clave para limitar sus actividades nucleares que asumió en Viena.
Teherán siempre negó querer una bomba atómica, y el presidente Hasan Rohani reiteró el sábado que todas las actividades nucleares de su país eran puramente «pacíficas».
A principios de julio de 2020, una planta de ensamblaje de centrifugadoras perfeccionadas en Natanz resultó gravemente dañada por una misteriosa explosión.
Las autoridades concluyeron que se trataba de un «sabotaje» de origen «terrorista», pero aún no dieron a conocer los resultados de su investigación.