Por Agustina Zelayeta
Israel denuncia que Hezbolá, brazo armado iraní, tiene bases de ataque en dos países de América Latina: Venezuela y Nicaragua, ambos gobernados por regímenes dictatoriales. Sin embargo, su red diplomática parece extenderse a lo largo de toda la región. Una historia de política, negocios y lavado de dinero.
Cada vez más voces expresan algo que parece evidente: Irán ha extendido a lo largo de América Latina una red de vínculos y bases con múltiples objetivos, y existen pruebas de que el grupo terrorista Hezbolá, su brazo armado, está operando como un importante factor de desestabilización en el continente, tal como quedó en evidencia en las últimas elecciones en Venezuela, cuando se detectó la presencia de agentes iraníes en Caracas.
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Recientemente, el cónsul de Israel en Costa Rica, Amir Rockman, denunció formalmente que “el régimen de Ortega da libre paso a los iraníes radicales y a otros grupos terroristas para actuar libremente en Nicaragua”. Y la embajadora de Israel en Costa Rica, Mijal Gur Aryeh, aseveró que Hezbolá cuenta con “bases en Nicaragua, Venezuela y Bolivia”. Esta es “la punta del iceberg”, según los expertos.
Pero la gran pregunta es “por qué”. ¿Cuál es el objetivo de Irán en la región? Para intentar responder esta incógnita y comprender mejor el contexto, Newsweek Argentina conversó con algunos destacados analistas especializados en Medio Oriente.
VENEZUELA, LA PUERTA DE ENTRADA
Paulo Botta, director de TRENDS Research & Advisory en Argentina, explicó que “a lo largo de los últimos 20 años Irán ha tratado de acercarse a los países del ámbito bolivariano” y que “Venezuela le sirvió de puerta de ingreso América Latina en la época de Hugo Chávez, para llegar luego a Nicaragua, Bolivia y Ecuador”. Según el especialista, el punto en común entre la Venezuela de Nicolás Maduro, la Nicaragua de Daniel Ortega y la Bolivia de Luis Arce y Evo Morales es que comparten “una posición muy anti-Estados Unidos y anti-Israel”.
En ese sentido, sostuvo que existen “reportes que indicarían que Irán se ha beneficiado de algunos escasos controles, por ejemplo, en la turística Isla Margarita, en el Caribe venezolano, donde Hezbolá habría llevado adelante operaciones de lavado de dinero”. Para dimensionarlo mejor, el intercambio comercial formal entre Caracas y Teherán fue de unos US$ 3.000 millones el último año.
En ese marco, destacó un dato importante: “Se trata más bien de vínculos entre gobiernos que entre Estados”, porque “los grupos opositores, tanto en Venezuela como en Nicaragua, una vez en el poder modificarán inmediatamente esa política exterior”.
Por su parte, Said Chaya, docente e investigador de la Escuela de Gobierno de la Universidad Austral y director de Estudios sobre Medio Oriente, advirtió que “si bien es cierto que hay un marco de cooperación muy avanzado entre Irán, Nicaragua y Venezuela (y también podría sumarse Cuba a ese grupo), toda la prueba que vincula posibles acciones militares proviene fundamentalmente del Gobierno israelí, que es el generador de la noticia”, lo cual hace que fuente resulte “sospechosa”.
De todos modos, coincidió con Botta en que “América del Sur es una región donde Hezbolá probablemente tenga activos y los use para lavado de dinero”.
COMERCIO, ARMAS Y ENERGÍA
Alfredo Casado, periodista internacional y habitual columnista de Newsweek, puso el foco en Bolivia y afirmó que es allí donde Irán obtuvo “el éxito diplomático más fuerte” en la región. “Con Bolivia el acuerdo fue más profundo: convenios comerciales, de armas y sobre todo las producciones de litio y de gas”, especificó, y resaltó: “La propuesta inicial de Irán en Bolivia fue trabajar contra el narcotráfico, sustitución de cultivos, generar industrias. Pero después se esconden otras cosas”.
Botta sumó a Ecuador y recalcó que “durante la presidencia de Rafael Correa los vínculos fueron importantes”, y agregó: “Tenemos otros países en donde la relación de Irán está centrada en términos comerciales oficiales. Los grandes socios comerciales de Irán en Latinoamérica son Brasil y, en menor medida, Argentina y México”. En números concretos: mientras que el intercambio comercial con Brasil alcanza actualmente los US$ 2.200 millones, Argentina exportaba en 2022 algo más de US$ 300 millones, pero con una balanza ampliamente superavitaria.
“Estos países siempre han tenido muchísimo cuidado y han mantenido separados los vínculos comerciales de los vínculos políticos”, remarcó, y puntualizó: “Son vínculos que tienen que ver con venta de commodities entre empresas trasnacionales, y no tanto de Estado a Estado o facilitadas por las relaciones bilaterales formales”. Por lo tanto, enfatizó que “hay vínculos políticos con los países bolivarianos”; y también “hay vínculos económicos con los países no bolivarianos”.
Al igual que Botta, Chaya se refirió a Brasil y su relación con Irán, pero aseveró que el país liderado por Luiz Inácio Lula Da Silva “tiene diálogo, pero está lejos de la ingenuidad de querer establecer una alianza o ser la base de promoción de los intereses iraníes en la región”.
ALGUNAS RAZONES
Casado colocó el acento en “la fuerte penetración cultural que Irán va teniendo” y desarrolló: “Es un proyecto cultural global, no solo en América Latina. En la región se da con la izquierda y en Argentina, también con el kirchnerismo por tener como enemigo en común a EEUU”. Pero, ¿por qué? O, mejor dicho, ¿para qué?
Para Botta, el primer factor es “que hay una cuestión de autopercepción como potencia con intereses globales y, por lo tanto, eso explicaría su creciente interés en vincularse con los países de nuestra región”.
Coincidió con Casado en que “son países que van encontrando caminos ideológicamente comunes y, aunque no están de acuerdo en todo, comparten un enemigo”.
“En segundo lugar, hay una voluntad expresa de presentarse ante la sociedad como un país que tiene vínculos plenos con muchos países del mundo, a pesar de las sanciones y restricciones que existen por parte de otras naciones, particularmente las europeas”, detalló.
“Y en tercer lugar”, añadió, “hay una voluntad de estar presente en América Latina, que históricamente ha sido percibida como una región donde el actor preminente de tipo extrarregional ha sido EEUU”. “En el ámbito discursivo iraní aparece esa idea de que ‘si EEUU está presente en Medio Oriente, nosotros vamos a estar presentes en América Latina’”, señaló.
Chaya, en sintonía con Botta y Casado, sumó que “Irán está atravesando un contexto muy comprometido de aislamiento internacional” y que “la búsqueda que hace en América Latina tiene que ver con conseguir consensos en la región y obtener así una suerte de respaldo para generar, por ejemplo, mayores votos en las Naciones Unidas cuando se tocan temas vinculados a las sanciones económicas”.
Asimismo, insistió en el peso de la “proyección cultural” o “ideológica”. “Hay una retórica que Irán sostiene desde su postura ideológica, que es la idea del antiimperialismo, y encuentra en esta región algunos focos que tienden a repetir ese discurso, como Venezuela y Nicaragua. Y sentenció: “Lo que está buscando Irán es generar vínculos políticos para decir ‘estamos insertos en el mundo’, cuando en realidad están en una situación muy compleja de aislamiento”.
EL FACTOR MILEI
Para Casado, no se puede entender la relación actual entre Irán y Argentina sin comprender el contexto global. “Se vislumbra un conflicto de quinta generación en el que, si Irán no consigue establecer un status quo por la bomba atómica en Oriente Medio, se puede volver a un escenario de bloqueo comercial y petrolero, al cierre del estrecho de Ormuz y a los atentados alrededor del mundo”.
Y es allí donde la Argentina podría verse impactada. “¿Quiénes estarían en la primera línea para esos atentados? Obviamente la Argentina, gracias al alineamiento absoluto de este Gobierno con Israel”, advirtió.
“No hay país en el mundo que esté enfrentado con Irán que establezca acuerdos simbólicos de la naturaleza de los que ha hecho la administración Milei”, subrayó.
Botta remarcó que “Argentina tiene una situación especialísima con Irán”, y recordó los dos atentados que ocurrieron en nuestro país (a la Embajada de Israel y la sede de la AMIA, en los ’90). “La Justicia argentina ha responsabilizado a Hebzolá y también a funcionarios de la república islámica de Irán, y por eso las relaciones diplomáticas se mantienen a un muy bajo nivel”.
Claro que fueron algo más prolíficas durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner (al punto que se quiso avanzar en polémico Memorándum), e incluso el de Alberto Fernández, pero todo diálogo se echó por tierra cuando gobernaron los sectores no peronistas (Mauricio Macri y ahora Milei).
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De hecho, recordó, “durante las últimas tres décadas, Argentina le ha pedido a Irán que coopere en el esclarecimiento de estos atentados, pero esta falta de colaboración de Irán hace que se tiñan de desconfianza las relaciones bilaterales, a lo cual se agrega la cercanía de la administración de Milei con el Estado de Israel”.
El último de los desencuentro se produjo en 2022, cuando un avión venezolano de la empresa estatal Emtrasur arribó al país con 19 tripulantes sospechados de ser agentes iraníes. Todos fueron detenidos, mientras que la máquina fue retenida y finalmente fue incautada por los EEUU este año, lo cual mereció una promesa de revancha por parte de Irán.
Finalmente, Botta sostuvo que la distancia entre Argentina e Irán no se debe solamente a la posición diplomática cercana a EEUU y a Israel: ahora es preciso sumar la tensión ideológica entre la Argentina libertaria y la Teherán islamista. Según Chaya, “Argentina sostuvo una política de denuncia muy fuerte en organismos internacionales”, pero, “por otro lado, está el posicionamiento de Milei y sus funcionarios en contra del Islam en general, por ejemplo, cuando identifican al terrorismo con el terrorismo islámico”. Y concluyó: “Esta historia de alejamientos y cercamientos ahora tiene una dimensión ideológica mucho más profunda”.
El escenario mundial está mutando rápidamente. El triunfo de Donald Trump con la promesa de una fuerte embestida contra Irán anticipa un clima de fuerte inestabilidad en términos de seguridad. ¿Cómo impactará esto en América Latina y sus “socios”? Habrá que esperar algunos pocos meses para saberlo.
LA ALIANZA CON ISRAEL
Para Ornela Fabani, investigadora del Conicet, “la relación de Argentina con Irán se encuentra mediada por el alineamiento de Buenos Aires con el Estado de Israel y los Estados Unidos, un alineamiento a ultranza que algunos definen como ‘hiperoccidentalismo’”.
“Tras la llegada al poder de Javier Milei, el presidente visitó Israel, donde reiteró su promesa de mudar la Embajada Argentina en Israel de Tel Aviv a Jerusalén. Asimismo, Argentina declaró a Hamás como ‘organización terrorista’ y cambió el patrón de voto en torno al conflicto palestino-israelí en Naciones Unidas”, explicó la especialista.
Pero el vínculo va todavía más allá: “Altos funcionarios del gobierno han manifestado que la posición argentina frente a la disputa ya no se sustenta en la neutralidad, dejando claro el pleno apoyo al Estado de Israel que, inclusive, quedó plasmado en un comunicado de prensa de la oficina del presidente donde se expresa el apoyo “inclaudicable” a Tel Aviv. Todavía más, tras el ataque de Irán a Israel del mes de abril, Milei decidió retornar de una gira por Europa para encabezar lo que definió como un comité de crisis, cerró embajadas argentinas en Medio Oriente y elevó el nivel de alerta de seguridad ante la posibilidad de agresiones contra blancos de la comunidad judía, de la cual se encuentra cada día más cerca. A ello se suman las declaraciones del presidente que incluyó a ‘sectores vinculados al gobierno de Irán, a Hezbolá y Hamás’ en el bando del mal acusándolos de haber estado detrás del ataque a la AMIA”.
Y, finalmente, concluyó: “Este conjunto de acciones y declaraciones no sólo muestran el quiebre del patrón de equidistancia argentino frente al conflicto-palestino israelí sino también la tónica del vínculo entre Argentina e Irán que no ha hecho más que deteriorarse en los últimos meses, en paralelo a la profundización de los vínculos entre Argentina y el Estado de Israel”.