Finalmente, la Justicia de Irán confirmó que no ejecutará en la horca al futbolista Amir Nasr Azadani, acusado de participar en las protestas contra el Gobierno tras la muerte de la joven Mahsa Amini a manos de la Policía de la Moral, por no usar correctamente su hiyab.
El deportista enfrentaba cargos por «incurrir en delitos contra el orden público, reunirse y conspirar para vulnerar la seguridad del país», además de cometer “moharebé”, «un delito contra Dios». Pero puntualmente se lo señala como uno de los dos responsables por el ataque realizado el 16 de noviembre pasado en Isfahán, donde tres miembros de las fuerzas de seguridad murieron.
Tras conocerse la posibilidad de que el joven de 26 años fuera ejecutado, se desató una amplia campaña internacional solicitando el perdón, e incluso su liberación. Entre los organismos y entidades que lo solicitaron, estaba el sindicato internacional de jugadores, FIFPRO, que pidió «la eliminación inmediata de su castigo».
Finalmente, la Justicia iraní decidió no condenarlo a la horca, pero le impuso una condena de 26 años de prisión.
Pero no todos corrieron la misma suerte. Este lunes se informó que los jueces condenaron a muerte a tres manifestantes, también acusados de «hacer la guerra a Dios», luego de que el sábado hubiera ahorcado a otros dos hombres, uno de los cuales se había destacado como un consagrado campeón de karate.
Sin embargo, se advirtió que todavía Saleh Mirhashemi, Majid Kazemi y Saeid Yaghoubi, los tres nuevos condenados por el presunto asesinato de miembros de la milicia voluntaria Basij podrían apelar estos fallos.
Este lunes, el Papa Francisco condenó esas ejecuciones y exigió a Irán un mayor respeto por las mujeres, pero el ayatolá Alí Jamenei respondió que el Estado no tiene intención de suavizar su postura, ya que, de acuerdo a su postura, no hay “ninguna duda” de que “quienes prenden fuego a lugares públicos han cometido traición». Y, según la ley islámica iraní, la traición se castiga con la muerte.
