Este viernes por la madrugada, aviones israelíes atacaron con misiles la ciudad de Gaza, con el objetivo de intentar destruir un centro subterráneo de fabricación de cohetes y una base militar utilizada por Hamás.
La incursión aérea se produjo en represalia por el lanzamiento de dos cohetes lanzados por militantes palestinos, en el marco de la creciente tensión en Cisjordania, que se encuentra bajo ocupación israelí y donde el Gobierno de Benjamín Netanyahu se encuentra implementando una política de expansión.
Hace aproximadamente un año comenzaron a recrudecer los conflictos en Cisjordania, con enfrentamientos casi diarios desde entonces. Pero este jueves se vivió una de las peores jornadas en muchos años: soldados de Israel mataron a nueve palestinos en un campo de refugiados. Al menos dos de ellos eran civiles y el resto, militantes armados.
Además, otro hombre murió en un incidente en Al Ramm, en las afueras de Jerusalén, lo que eleva a 30 el número de palestinos muertos solo en enero de 2023.
Estos nuevos ataques cruzados se producen a días de la visita a Cisjordania del secretario de Estado de los EEUU, Antony Blinken, quien el jueves emitió un comunicado en el que manifestó su «profunda preocupación» por el crecimiento de la violencia y pidió a ambas partes regresar al diálogo.
Toda esta situación ha llevado a que en las últimas elecciones hayan crecido las propuestas de derecha, con posiciones nacionalistas y políticas muy duras en relación a los palestinos. Netanyahu ha tenido que formar gobierno con ellos, y esto también ha puesto también en alerta a la Autoridad Palestina (que suspendió el acuerdo de cooperación en materia de seguridad con Israel) y al grupo extremista Hamas, que multiplicó sus acciones.
