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Jorge Pizarro tras ser deportado por el Gobierno de Venezuela: “Maduro ve en un periodista a un enemigo”
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Jorge Pizarro tras ser deportado por el Gobierno de Venezuela: “Maduro ve en un periodista a un enemigo”

Este jueves, el periodista argentino Jorge Pizarro, enviado especial de Radio Rivadavia a Venezuela para cubrir las elecciones presidenciales de este domingo, fue retenido y finalmente deportado por el régimen de Nicolás Maduro luego de horas de gran tensión.

Lo separaron de la fila de pasajeros, se lo llevaron a un lugar apartado, lo revisaron, le quitaron su documentación y sus dispositivos de comunicación, lo interrogaron innumerables veces e incluso le hicieron grabar un video a modo de declaración testimonial sin haber tenido acceso a un abogado. Pasó horas sin comida, bebida o incluso acceso a un baño. Finalmente, antes de subirlo a un avión con destino a Panamá, quisieron quedarse con su pasaporte. El viernes por la madrugada logró llegar a Buenos Aires sano y salvo luego de una verdadera odisea.

Horas después, accedió a conversar con Newsweek Argentina sobre esta desagradable experiencia, sobre la relación de Maduro con la prensa, sobre la indiferencia de la Cancillería argentina ante su situación y también sobre lo que pueda ocurrir este domingo cuando los venezolanos concurran a las urnas.

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En algún momento de toda esa situación, ¿temió por su integridad física?
– No, la verdad que no. Me lo han preguntado en mi casa, mi familia, mis amigos. No sentí miedo. Lo digo con mucha humildad. Tampoco me sentí nervioso, ansioso. Yo creo en Dios, y Dios me ha acompañado un montón. Siempre supe qué hacer, dónde estar, cómo acomodarme a las circunstancias y qué responder. Soy un agradecido a la presencia, a la asistencia que Dios me ha dado permanentemente para mantener la tranquilidad necesaria y, de esa manera, no empeorar las cosas que ya estaban muy al límite.

¿Pensó que podrían llegar a meterlo preso?
– Mirá…, en la circunstancia en que me encontraba, estuve prácticamente privado de mi libertad. No tenía la posibilidad de moverme libremente. No tenía acceso al baño, a tomar agua, a tomar unos medicamentos, a tener mi teléfono. No tenía mi pasaporte. Estaba permanentemente rodeado por militares. Y, además, limitado a ciertos espacios para poder moverme. Siempre eran como cuadriláteros que me armaban, y no podía trasponerlos. Estaba permanentemente con guardia militar.

Un momento muy difícil fue cuando estaba en la puerta del avión y ellos querían que yo viajara sin el pasaporte. Yo tenía claro que eso era inviable y que me colocaba en una situación de riesgo. Me refiero a riesgo en cuanto a mi legalidad al país que fuere, aún volviendo a la Argentina. Entonces, directamente, de manera enérgica, les dije -siempre con respeto- que ese era el último atropello que les iba a permitir y que tenían dos opciones: o darme el pasaporte para viajar y que se cumpla la expulsión que ellos estaban llevando adelante, o meterme preso. Ya no había más margen para nada.

¿En algún momento le explicaron por qué le retenían el pasaporte al deportarlo?
– No, nunca me lo explicaron y en el acta de expulsión tampoco figura. De hecho, no me dieron copia: solo la pude ver porque en un descuido la dejaron ahí cerca de donde yo estaba. Decía literalmente que no cumplía “con los requerimientos para el ingreso a la República de Venezuela”, lo cual es una falsedad, porque yo leí la ley migratoria, y la única razón por la cual debería tener una tramitación especial sería que yo hubiera sido un extranjero que va a trabajar, es decir, alguien que va a desempeñar una tarea de orden lucrativo a la que alguien en Venezuela le paga en efectivo, depósito bancario y/o transferencia. Y nada de esto iba a pasar, porque yo iba a Venezuela, no más de 10 días, con un domicilio validado. Nosotros quisimos hacer los trámites para acreditarnos para el acto eleccionario, pero Venezuela en abril rechazó la posibilidad porque dijeron que el sistema ya había cerrado. Entonces, no establecieron ninguna ninguna razón valedera para argumentar que no reunía los requisitos y justificar un hecho tan grave como expulsar a una persona de un país.

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Más allá se su caso particular, trascendió que algunas delegaciones sufrieron situaciones similares, incluyendo a un equipo de la BBC de Londres. ¿Cree que son hechos aislados o existe algo sistemático para impedir el ingreso de determinados periodistas a cubrir estas elecciones?
– Lo que la prensa muestra de lo que Maduro hace, a Maduro le incomoda. Y Maduro, en lugar de retomar el camino de la racionalidad republicana, él lo que hace es profundizar su equivocación. Entonces, él ve en un periodista a un enemigo. Él ve un problema en quien cuenta lo que pasa, en lugar de darse cuenta de que el problema no es quién lo dice, sino las cosas que ocurren. Yo entiendo que eso de la BBC también pasó. No los vi, pero me lo comentaron en el aeropuerto.

Usted en todo momento se quería quedar en Venezuela, ¿verdad?
– Hasta último momento me quise quedar. Es más, estando en Panamá, le pedí al director periódico del grupo Alpha Media, Jorge García, que hiciera todas las diligencias para que yo pudiera volver a Venezuela a cumplir mi tarea, que es lo que quería hacer. Pero además, nada del episodio ocurrido hubiera condicionado mi juicio: antes de eso iba a contar lo que veía y después de lo ocurrido, también.

¿Sabe cómo quedó su condición con respecto a Venezuela, por el hecho de haber sido deportado?
– No, no lo sé. Tampoco me importó mucho.

Pero si quisiera regresar, ¿podría hacerlo o sería vetado nuevamente en Migraciones?
– No lo sé. Por mi parte, no tendría problemas en volver si tengo que hacerlo profesionalmente. No vería nada por lo cual no hacer ese viaje.

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En algún momento de toda esta odisea, ¿alguien de Cancillería Argentina o del Gobierno nacional se comunicó con usted para asesorarlo o brindarte algún tipo de ayuda?
– No. Lo hizo recién el viernes. En la madrugada, un funcionario que se presentó como un agregado de negocios. La verdad que, no solo por lo tardío de su aparición, sino también por el mensaje que yo percibí tan poco comprometido con lo ocurrido, hubiera sido mejor que ni siquiera hubiera sucedido ese mensaje. Creo que fue más que nada para decir “nosotros lo llamamos”. La verdad es que durante lo peor del proceso, no solo yo, sino también el máximo nivel del grupo en el cual trabajo, intentamos establecer contactos con funcionarios de Cancillería y no hubo respuesta.

¿Usted cree que esto tiene que ver con una cuestión operativa de la Cancillería (de malapraxis, por así decirlo) o se explica por la inexistente relación con Venezuela? ¿Lo hubieran podido resolver si lo hubiesen intentado?
– No soy un periodista que conozca el día a día de cómo trabaja la Cancillería. Pero, a la luz de las noticias y de los desatinos en el ámbito de las relaciones internacionales, creo que hay mucho de falta de experiencia o de mal desempeño. Hay una enemistad manifiesta entre el señor Maduro y el señor Milei, y me parece que nada de esto debiera condicionar. Si un ciudadano argentino, sea cual fuere su situación o su trabajo, requiere de la asistencia de la delegación diplomática, en el país que fuere, la asistencia debería prestarse, debería suceder. Así como el presidente Milei le dio asilo a seis políticos perseguidos por por el Gobierno de Maduro, ¿cómo la Cancillería argentina no va a atender a un ciudadano argentino en la condición que fuera que se encuentre?

¿Qué cree que puede ocurrir este domingo en Venezuela?
– Quisiera ser bien prudente, porque esto es un final abierto. Me parece que el principal enemigo de Maduro es él mismo, que hay un hartazgo por la situación social, económica, de libertades restringidas. Hay malestar con Maduro aún dentro de un sector importante de las fuerzas militares.

A favor de Maduro, ha sabido mantener a mano firme lo que se llama “la regla del 10 por 1”, es decir, uno que recibe el beneficio del Gobierno, del Estado, si se compromete a llevar 10 votantes. Eso lo empezó Chávez, y recuerdo que cuando inició esta práctica política en 20 días había reclutado a 300.000 personas; cumpliendo con la regla del 10 por 1, en 20 días había juntado 3 millones de votos a su favor.

Hoy Venezuela tiene más o menos 20 millones de habitantes, y hay 6 millones de venezolanos que viven afuera. Por lo que acabo de decir, Maduro tiene una base electoral a su favor, producto de sus prácticas políticas, pero también creo que la oposición tiene un gran capital en ese hartazgo, en ese desgaste del Gobierno de Maduro. La oposición vuelve a tener una gran oportunidad, como la tuvo con Guaidó, quien la desperdició. Se vive un clima de mucha intranquilidad por lo que pueda suceder, basándose en hechos reales, como cuando le cortaron el sistema de frenos a la candidata opositora y le secuestraron a su jefe de seguridad, o cuando el mismo Maduro dijo que puede correr sangre según quien gane, lo cual ha producido que hasta el mismo Lula da Silva y otros presidentes latinoamericanos que tenían cercanía con Maduro (como México, Colombia y Cuba) hayan tomado distancia. Hoy se ve a un Maduro exacerbado a límites de los impensado.

¿Maduro entregará el poder en caso de una derrota?
– Yo creo que la pregunta es si el que pierda estará dispuesto a aceptar ese resultado.

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